Autor: Vasili Peskov

Editorial: Editorial Impedimenta

De los muchos aspectos que se pueden destacar en este libro, como podrían ser una prosa cuidada y meticulosa, pero no pesada como suele ocurrir en historias de este calibre, sin duda me quedo con la imagen de la naturaleza que nos presta Peskov. Yo nunca me adentraré en la Taiga siberiana. No subiré hasta tan alto de una montaña y tampoco voy a descender el río Abakán y posiblemente ningún otro. Es una suerte encontrarse con libros como estos cuyo perfil es un perfil muy tratado por la literatura rusa: la naturaleza, tal y como he dicho, las hermosas ancestras que cuidan de toda la casa y al final de sus días están rodeadas de animales salvajes porque han sobrevivido a todas las personas que vivían dentro… Y, por otro lado, saber que todavía existe gente cuyo fanatismo religioso es tal que son capaces de renunciar a cosas tan imprescindibles como la electricidad. Son capaces de renunciar a la sal y han vivido una vida entera en un mundo endogámico y completamente aislado. No voy a decir nada más porque para eso tenéis que conocer a la familia Lykov y para eso tendréis que empezar a leer Los viejos creyentes.