EL MES DE MÁLAGA / VERANO 2020. LA EDITORIAL

15 September 2020 Texto: Redacción. Fotografía: Manuel Camino.

A las buenas.

Perdonad que os escribamos tan despacio.

Estamos con un cigarrito y una caña. Puede que tengamos el día tonto.

O que sencillamente seamos así de zalameros.

 

Pero en verdad, en verdad de la buena, es que hay que decir que la cultura en Málaga es un arte del vagabundeo. Así, tal cual.

Málaga suda arte, por todos los poros, hasta en invierno.

Un arte que no se queda en casa. Un arte de balcón abierto. De portal y mucha pero que mucha calle. Con aroma a jazmín y romero en el viento. Y a griterío. Una cultura ancestral del jaleo. Porque jaleo es también la risa, las conversaciones encendidas y el cante.

 

¿No te lo crees? En Málaga la cultura no se queda en el papel. La pintura, la fotografía, la poesía… sale a la calle y habla. Habla por los codos. Hasta en silencio habla.

No sé por qué es. Vendrá de antiguo. De los mercados fenicios y de los zocos. De las verbenas, los cafés y las terrazas. Será por hacerle a todo una fiesta.

Pero en Málaga la cultura de siempre se hincha de andar. Por ir de un lado a otro. Y por eso mismo, aquí el arte tiene mucha calle.

A nosotros es lo primero que nos hace gracia. Porque tanto que se dice del mundo interior del arte y luego no para. Ni puede ni debe parar.

Ni tener dueño.

 

Porque aquí pensamos una cosa: si el museo cierra sus puertas, nos vamos por ahí que algo encontraremos abierto.

Por eso en Málaga a cuajao la cultura urbano. Yo lo veo así. En una ciudad donde la guitarra y el cante va por la calle de un lado para otro, los muros deben de ser obras de arte. Como los murales de Dreucol. Donde la chavalería escucha la música, la ama y se lanza a tocarla. Como LunaVieja, uno de los más recientes grupos noveles que salen a liarla de tantos y tantos locales de ensayo que hay por la ciudad. Y como siguen en la calle con la salud de liarla buenos clásicos de la escena punk regional como No Picky. También fluye el arte del agua y el barro, como el Taller Arcilla. Y también los artistas malagueños que viajan, de Málaga a Japón y de las clásicas técnicas del arte hasta las nuevas tecnologías, como Manuel Camino. La sabiduría y la escuela del vivir de la Cañeta, cantaora de ochenta años. Fotógrafos y pintores jóvenes. Patinadores como Ale Martínez o como la marca de surf MSK. Carlos Alba, El Ateneo de Málaga…

 

En Málaga el arte no puede ser el mismo. Ni en los mismos sitios. Ni territorios ni endogamia. Mapa abierto. Es así como no puede dejar de haber agua en la playa. Cultura cada día y cada año. Una constante.

Eso es especial, ¿verdad?

Pues quedemos y tomémonos algo.

A vuestra salud siempre.

 

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