Lo nuevo del dúo electrónico de Bristol formado por Paul Purgas y James Ginzburg no hay que perderlo de vista. Su quinto disco y primero con el sello Thrill Jockey es otra vuelta de tuerca a su inquieta propuesta. Once cortes de meta-música, de meta-estudio y disección. Algo de estas características sólo puede ser el resultado de personas que ven la música desde otra óptica y, en efecto, ambos miembros están involucrados en diversos proyectos de arte y sellos de música como Subtext Recordings.
Bajo un prisma claramente académico, este ‘Borders’ es un monstruo de noise y electrónica sin estructura clara en ninguno de sus cortes. Carece de cuerpo central o de columna que sustente todo un esqueleto, pero nada de eso es necesario en este caso. A través de una masa informe y beats distorsionados han construido su propia estructura, un armazón lleno de salvajismo y pura obsesión. Los cambios de ritmo a lo largo de los temas son pocos, imperceptibles y en la mayoría de casos nulos. No hay intención de crear canciones, únicamente experimentar con las posibilidades sonoras, sus ritmos y texturas. Aquí sólo hay cabida para la repetición distorsionada acompañada de elementos añadidos.
Con todo esto queda claro que no es un disco que pueda gustar a mucha gente, pero la calidad que atesora es innegable. Un ambiente tenso y oscuro, donde su microcosmos particular te hiere con cada golpe y su intento por hacerte bailar sólo es comparable a un universo epiléptico y perverso. Tan perverso como la forma que tienen de aproximarse al industrial y al techno. Un acercamiento minimalista en el que se vislumbran claras referencias a estos estilos. (8)