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La autora del célebre No Logo. El poder de las marcas, la escritora canadiense Naomi Klein, publicó en 2007 otro extraordinario libro La doctrina del shock, donde desarrolla la tesis de que el capitalismo aprovecha la conmoción colectiva provocada por situaciones de desastre, como guerras, catástrofes “naturales” o crisis económicas para imponer medidas que de otro modo se encontrarían con la oposición de los sectores sociales que más directamente van a padecer sus consecuencias.
Bajo el de shock provocado por la pandemia del Coronavirus, en pleno estado de alarma y con la población confinada, ha saltado la noticia de que el Ayuntamiento de Nerja ha elegido precisamente este momento para sacar del cajón y reactivar un convenio pendiente con una promotora inmobiliaria. Su objetivo, la construcción de un campo de golf, varios hoteles y 680 viviendas de lujo. Todo ello en doscientas hectáreas, dos millones de metros cuadrados, en el entorno de Maro, pedanía de Nerja situada entre esta, el Paraje Natural de los acantilados de Maro-Cerro Gordo y el Parque Natural de las sierras Tejeda y Almijara.
La empresa no es otra que la Sociedad Azucarera Larios (SALSA Inmobiliaria), propietaria de grandes extensiones de terreno a lo largo de la costa malagueña. En Nerja, durante la pasada década, Larios ha cedido algunos de esos terrenos para levantar determinados equipamientos públicos (bomberos, guardia civil, paseo marítimo, etc). El convenio puede leerse íntegramente EN ESTE ENLACE.
Este acuerdo data de 2015, pero la situación actual parece representar la ocasión idónea para ponerlo en marcha evitando las molestas polémicas que entonces provocó. En aquel momento la zona se encontraba protegida, no sólo por su condición de Paraje Pintoresco y Sitio Histórico (a raíz del descubrimiento de la Cueva de Nerja), sino por el Plan de Ordenación del Territorio de la Costa del Sol Oriental–Axarquía y por el Plan de Protección del Corredor Litoral de Andalucía, que, para preservar lo que queda de costa en estado natural, prohibía construir en la franja de los primeros 500 metros. Nada de eso existe ahora. Por no existir, ni siquiera hay ya una Consejería de Medio Ambiente: su eliminación, en enero de 2019, fue una de las primeras medidas del recién estrenado gobierno de la Junta de Andalucía.
Este mismo gobierno ha coincido también en considerar idóneas estas fechas para aprobar un decreto-ley que, movido por su manifiesto afán por demoler cualquier tipo de trabas que puedan obstaculizar el libre desarrollo del emprendimiento económico, modifica o deroga por completo nada menos que 21 leyes y 6 decretos que fastidiaban con engorrosos trámites administrativos la agilidad que en estos tiempos exigen los negocios. La desregulación que este decreto implica afecta a la totalidad de la actividad económica, desde el ámbito del comercio al de las comunicaciones, del urbanismo al medioambiente.
Plan Larios
OTRO CAMPO DE GOLF. Y EN LA PROVINCIA DE MÁLAGA HAY YA MÁS DE 70.
Desde 2017 circula el video promocional – que no ha ganado un Oscar, pero sí el Premio “Atila” que la asociación GENA/Ecologistas en acciónotorga cada año a la más destacada agresión contra el medio ambiente– sobre el “ilusionante” proyecto Maro Golf, aunque solo ahora Sociedad Azucarera Larios lo ha colgado en la Red para su visionado público:
Por más acostumbrados que ya estemos a ver el mundo a través de una pantalla y a que esas imágenes ficticias tengan más poder que la realidad que vemos con nuestros propios ojos, el vídeo es de antología. Igual que digno de un manual básico de la especulación inmobiliaria es el abandono sistemático al que sus propietarios han sometido el terreno: dejar que se deteriore, alentar su decadencia hasta que salte a la vista la necesidad de “intervenir” para “regenerar” el lugar. Y ninguna justificación más oportuna que la inevitable alusión al fantástico número de puestos de trabajo que la propaganda oficial de este tipo de proyectos promete, agudizada por los pesimistas vaticinios de una inminente crisis económica.
La excesiva dependencia que la economía local tiene respecto a la industria del turismo y del ladrillo provocará que el desempleo vaya a resultar masivo. Sin embargo, se propone paliarlo implementando aún más el sector del turismo y el ladrillo. Para poder pasar por alto esta pequeña contradicción viene que ni pintado el estado de shock provocado por la pandemia del Coronavirus, que parece venido a rematar la anhelada alineación de los astros a favor de los planes de Larios. Unos planes que buscan la salida a una crisis del sistema mediante una huida hacia adelante, acelerando los propios mecanismos que generan las crisis.
Ahora mismo la lógica más elemental nos debería mover a reflexionar acerca de las causas que nos han traído a esta situación, y cuáles son las verdaderas prioridades de nuestra supervivencia. Los científicos alertan de modo unánime situando los orígenes de esta y de otras catástrofes recientes en la progresiva pérdida de biodiversidad: al elegir la intensificación de la cría y el cultivo de unas determinadas especies naturales que nos resultan “de utilidad”, en detrimento de otras que, por “inútiles”, son exterminadas, se rompe el débil equilibrio del ecosistema. La consideración socialmente dominante de la naturaleza como un conjunto de recursos explotables de los que extraer beneficios económicos, y no como el fundamento indispensable de la vida –de nuestra propia vida– es quizá lo que impide que veamos el litoral como uno de los ecosistemas más frágiles del planeta, más dinámico y cambiante, más delicado, más en peligro.
Se ve que no acabamos de entender que la conservación de la naturaleza no es algo que podamos separar de la defensa de nuestra vulnerable supervivencia y no una especie de gesto altruista que podemos permitirnos, siempre que no resulte demasiado caro ni trabajoso, ni implique rebajar nuestros hábitos de consumo y confort. Y mientras, asistimos a cómo la ebriedad del lucro no es capaz de imaginar otro futuro que no consista en perseverar en la fantasía del (imposible) saqueo ilimitado de unos recursos que no lo son, por más que ello implique su propia autodestrucción. Incluida la nuestra.
Zona de afectación del Plan Larios
PARAR Y REPENSAR LAS PRIORIDADES. CONSERVAR, CUIDAR, DECRECER.
Lo que en Maro se está proponiendo es el sacrificio de una tierra extraordinariamente fértil en el altar del ladrillo y del monocultivo intensivo de tropicales, en su mayor parte destinados a la exportación. Al mismo tiempo, importamos almendras de California, naranjas de Sudáfrica, espárragos de Perú… y, aunque parezca mentira, hasta aguacates. Sí, nadie lo entiende, porque todo responde a una gramática radicalmente distinta de la de la vida: la de la acumulación monetarista. El capital se mueve como un zombi, movido por la inercia del botín, un mecanismo depredador ajeno incluso a las amenazas que su insaciable voracidad conlleva para su propia existencia. Se diría que pretende conjurarlas mediante la retórica, añadiendo sistemáticamente la coletilla del adjetivo “verde”. Y nada aporta ese tono de verde como el verde de un campo de golf.
El estado de estupefacción, de sorpresa ante la imprevista situación en que nos encontramos está siendo utilizado –y probablemente lo será aún más– como disculpa y justificación de decisiones que se apoyarán en el consabido discurso encubridor de que no hay otra solución. Pero esta crisis también ha puesto en evidencia cómo lo que normalmente es menos valorado resulta ser lo más indispensable; cómo la jerarquía de privilegios actual no sobreviviría si se reconociese la verdadera importancia de, por ejemplo, los trabajos de cuidados o la producción de alimentos.
En el caso del proyecto que afectaría tan gravemente al entorno de Maro, desde 2017 existe una detallada propuesta conservacionista, respetuosa y económicamente sostenible para la zona, que constata la posibilidad de alternativas al “pelotazo” del “Plan Larios” y su insano desarrollismo suicida. la Plataforma Ciudadana Otro Maro y Nerja es posible lo concreta en un decálogo de medidas disponible en el sitio web de la Plataforma, donde se recopila toda la información, la historia y la actualidad relativa al caso y se puede firmar en manifestación de solidaridad, de apoyo y adhesión.
El estado de shock, el aislamiento físico, la hiper-comunicación virtual en Redes, acentúan la tendencia a la reacción inmediata, impulsiva, a una indignación tan vehemente como pasajera. Pero no se trata solamente de oponerse a la ruindad de quienes han visto en la desgracia una oportunidad para hacer caja con el desastre, sino de negarnos a regresar a una “normalidad” injusta y destructiva: de proyectar de modo colectivo una vida más digna para todes.
Manifestación de agricultores de Maro (1996). Fotografía: Eduardo Bombarelli
English:
ALARM. ONE OF THE LAST BRICK FREE SPACES IN DANGER ON THE COAST OF MÁLAGA.
The author of the famous No Logo. The power of brands, the Canadian writer Naomi Klein, published in 2007 another extraordinary book, The Shock Doctrine, where she develops the thesis that capitalism takes advantage of the collective commotion caused by disaster situations, such as wars, “natural” catastrophes or economic crises, to impose certain measures that would otherwise face the opposition of the social sectors most directly affected by its consequences.
Under the shock caused by the Coronavirus pandemic, in full alarm and with the population confined, the news has jumped that the Nerja City Council has chosen precisely this moment to bring out from the drawer and reactivate a pending agreement with a real estate developer . Its objective, the construction of a golf course, several hotels and 680 luxury homes. All this on two hundred hectares, two million square meters, in the environment of Maro, a district of Nerja located between it, the Natural Park of the Cliffs of Maro-Cerro Gordo and the Natural Park of the Tejeda and Almijara mountain ranges.
The company is none other than the Sociedad Azucarera Larios (SALSA Inmobiliaria), which owns large tracts of land along the Malaga coast. In Nerja, during the past decade, Larios has given up some of these lands to build some public facilities (fire brigade, civil guard, sea promenade, etc.). The agreement can be read in full here.
This agreement dates from 2015, but the current situation seems to represent the ideal occasion to start it, avoiding the annoying controversies that it caused then. At that time the area was protected, not only due to its status as a Picturesque and Historic Site (following the discovery of the Cueva de Nerja), but also due to the Territorial Planning of the Eastern Costa del Sol – Axarquía and the Plan for the Protection of the Andalusian Littoral Corridor, which, in order to preserve what still remains of the coast in its natural state, by prohibiting construction on the strip of the first 500 meters. None of that exists right now. There is not even a Ministry of the Environment: its elimination, in January 2019, was one of the first measures taken by the newly-formed government of the Andalusian Government.
This same government has also agreed to consider these days suitable to approve a decree-law that, moved by its manifest desire to demolish any type of obstacles that may hinder the free development of economic entrepreneurship, modifies or repeals no less than 21 laws and 6 decrees that annoyed with cumbersome administrative procedures the agility that business demands in these times. The deregulation that this decree implies affects the entire economic activity, from commerce to communications, from urban planning to the environment.
ANOTHER GOLF COURSE.
AND IN THE PROVINCE OF MÁLAGA THERE ARE ALREADY MORE THAN 70.
Since 2017, the promotional video – which has not won an Oscar, but the “Attila” Prize that the GENA / Ecologists in Action association awards each year to the most outstanding aggression against the environment – on the “exciting” Maro Golf project, has been circulating, although only now Sociedad Azucarera Larios has posted it on the Net for public viewing:
As used as we are to seeing the world through a screen and that these fictitious images are more powerful than the very reality we see with our own eyes, the video is anthological. Just as worthy of a basic manual of real estate speculation is the systematic abandonment to which its owners have subjected the land: letting it deteriorate, encouraging its decline until the need to “intervene” to “regenerate” the place becomes obvious. And no more timely justification than the inevitable allusion to the fantastic number of jobs that the official propaganda of this type of project promises, sharpened by the pessimistic predictions of an imminent economic crisis.
Excessive dependence of the local economy on the tourism and brick industry will cause unemployment to become massive. Paradoxically, it is proposed to alleviate it by further implementing the tourism and brick sector. In order to ignore this small contradiction, the state of shock caused by the Coronavirus pandemic draws the ideal landscape: it seems to have come to finish off the long-awaited alignment of the stars in favor of Larios’ plans. Plans that seek a way out of a crisis in the system by fleeing forward, speeding up the very mechanisms that generate the crisis.
Right now the most basic logic should move us to reflect on the causes that have brought us to this situation, and what are the real priorities to our survival. Scientists unanimously alert placing the origins of this and other recent catastrophes in the progressive loss of biodiversity: by choosing to intensify the breeding and cultivation of certain natural species that are “useful” to us, to the detriment of others which, because we find them “useless”, are exterminated, the weak balance of the ecosystem is broken. The socially dominant consideration of nature as a set of exploitable resources from which to extract economic benefits, and not as the indispensable foundation of life – from our own life – is perhaps what prevents us from seeing the coast as one of the most important and fragile ecosystems in the planet; maybe the most dynamic and changing one, the most delicate one, the more in danger one.
It seems that we have not fully understood that the conservation of nature is not something that we can separate from the defense of our vulnerable survival and not a kind of altruistic gesture that we can afford, as long as it is not too expensive or laborious, nor does it imply lowering our consumption and comfort habits. And meanwhile, we are witnessing how the drunkenness of profit is not capable of imagining another future that does not consist in persevering in the fantasy of the (impossible) unlimited looting of resources that are not unlimited itselves.
No matter how much that looting implies our very self-destruction.
STOP AND THINK ABOUT PRIORITIES. CONSERVE, CARE, DECREASE.
What is being proposed in Maro is the sacrifice of an extraordinarily fertile land on the brick altar and the intensive monoculture of tropicals, mostly avocados destined for export. At the same time, we import almonds from California, oranges from South Africa, asparagus from Peru … and, oddly enough, even avocados. Yes, nobody understands it, because everything responds to a radically different grammar from that of life: that of monetarist accumulation. Capital moves like a zombie, driven by the inertia of loot, a predatory mechanism alien even to the threats that its insatiable greed carries for its own existence. It could be said that he intends to conjure these threads by means of rhetoric, systematically adding the tagline of the adjective “green”. And nothing seems to bring that shade of green like the green of a golf course.
The state of stupefaction, of surprise at the unforeseen situation in which we find right now, is being used – and probably will be even more so – as an excuse and justification for decisions that will be based on the well-known cover-up speech that there is no other solution. But this crisis has also revealed how these activities that are normally less valued have turned out to be the most indispensable; how the current hierarchy of privileges would not survive if the true importance of, for example, care work or food production were recognized.
In the case of the project that would seriously affect the environment of Maro, since 2017 it exists a detailed conservation proposal, respectful and economically sustainable for the area, which confirms the possibility of alternatives to the “big break” of “Plan Larios” and its insane suicidal developmentalism. A Citizen Platform named Other Maro and Nerja is possible proposes it in a decalogue of measures available on the Platform’s website, where all the information, history and-up-to date news related to the case is collected. Anyone who wants to show its solidarity can sign too there as a demostration of support.
This state of shock, physical isolation, virtual hyper-communication in Networks, accentuate the tendency to immediate, impulsive reaction, to an outrage that coul be as vehement as it is temporary. But it is not only a matter of opposing the ruin of those who have seen in misfortune an opportunity to cash in on the disaster, but of refusing to return to an unjust and destructive “normality”: to collectively project a more dignified life for everyone.