En mi barrio a la Misericordia se le llama de forma peyorativa (pero también cariñosa porque siempre se le coge cierto apego a lo catastrófico) Miseriagorda. Violeta dice que “Misericordia es el nombre de una playa” es la respuesta que hay que dar cuando alguien te dice: “Ten misericordia”. Yo le respondo que para mi generación tener misericordia es un hecho extinto.
– “ ‘Dignidad’ es una palabra casi extinta en la mía” —me dice Violeta vía WhatsApp.
– “ ‘Dignidad’ en todas está extinta” —respondo.
– “Deberían cambiar los extintores por dignidades”—Sentencia. Y entonces le comento que si le hiciera pantallazos a sus conversaciones podría sacar un poemario al mes.
Violeta es escritora; fotógrafa; malagueña. En realidad es una persona que hace casi de todo. Digo ‘casi’ porque no le quedará tiempo para hacerlo ‘todo, todo’. Malagueña profunda porque además de haber nacido en el barrio de La Princesa, como dice en la primera pregunta de la entrevista, también ha vivido en El Perchel, en Huelin, en el centro y en La Trinidad.
“No me gusta la feria, no me gusta la Semana Santa, no me gusta la playa, no me gusta la Navidad, no me gusta ir al Vialia, pero de aquí no me muevo”, me dice. Málaga es más que la imagen superficial que ahora se vende de ella. Por eso Violeta prefiere vivir donde todavía queda gente que te saluda por las mañanas y donde las fruterías siguen haciéndole frente al Mercadona. Le ganan la batalla al Mercadona.
“Misericordia es el nombre de una playa”, además de significar algo emblemático, es un verso de Violeta. Cuando me lo dijo, pensé en ensaladas de pimientos asados y doradas espetadas porque me acordé del paseo marítimo y de la torre Mónica. Ahora hay muchos KFC, TGB, BURGER KING, etcétera; pero antes solo había ensaladas de pimientos asados y espetos. Traemos a Violeta Niebla a Staf porque siempre ha apostado por Málaga y ahora Málaga es el lugar donde quiere hacerse vieja, pero que muy vieja.
Como bien sabes, esta entrevista formará parte del especial de Málaga que se publicará en el próximo mes de julio. Yo sé que naciste en Málaga, pero no dónde. ¿Podrías contarme de dónde vienes y cómo recuerdas tus primeros años en la ciudad?
Vengo de un sitio que en realidad nunca menciono: la barriada de La Princesa. Que era donde vivía entonces mi madre con sus padres y sus cinco hermanos. Allí viví hasta los seis años, donde supe lo que es bajarse a la calle y correr las travesuras de mis tíos que eran mellizos. Me ponían petardos encendidos en las manos o me tiraban con el carrito por cuestas llenas de chinos.
Esta pregunta es para que la gente sepa bien quién eres: ¿a qué te dedicas actualmente?
En el terreno profesional soy mitad disruptiva, mitad irreconciliables. Dentro de mi faceta disruptiva (trabajo como colaboradora para Disruptivos) hago de SEO copywriting (toma ya). Empecé escribiendo sobre el aumento de pechos y el último que he redactado ha sido sobre cómo darle de comer a una serpiente. He ahí la mitad de la base de mi sustento. En mi faceta Irreconciliable, codirijo el Festival Internacional de poesía de Málaga Irreconciliables que suele tener lugar en octubre y que a pesar de durar solo tres días, tiene trabajo para un año. Además, en la UMA, llevo el taller de poesía (pUMA) y el club de lectura.
Hay un libro que se llama La mujer singular y la ciudad,de Vivian Gornick donde la autora presenta la ciudad, en este caso Nueva York, como epicentro o fuente primaria de su inspiración. Nuestra ciudad no tiene nada que ver con la de Gornick. Aun así, es una ciudad de la que sentirnos afortunadas -eso creo yo-: ¿hay algo de Málaga que te inspire especialmente a la hora de realizar tus proyectos?
Yo me siento más que afortunada de vivir aquí, me siento feliz. No sé, es algo así como suele pasar con la gente a la que quieres, le veo sus defectos pero se los perdono y la quiero tal y como es. Dicho esto, estar bien en un sitio es una suerte. A la hora de realizar mis proyectos, supongo que me inspiran mis vivencias, el escenario siempre acompaña.
Háblame de tu relación con la mar porque en realidad sé que naciste cerquita de ella.
Es una relación de dependencia. Siempre que salgo de Málaga y estoy en una ciudad sin mar, me entra una especie de claustrofobia. Es una vía de escape, me relaja, me tranquiliza. Me da seguridad. Pero también me impone mucho respeto.
He entrevistado a otros paisanos nuestros que no son tan afortunados como tú porque ahora mismo están viviendo fuera de la ciudad. No porque verdaderamente lo deseen, sino porque han de buscarse las habichuelas en ciudades con mayores ofertas laborales. ¿Cómo te sienta esto a ti, que eres una de las grandes promotoras culturales de la ciudad?
Me entristece que se vayan porque sientan que no tienen un futuro aquí. Pero los respeto, cada cual tiene sus razones. Yo me he quedado aquí porque me tiraba demasiado la tierra. Me pesa más en la balanza, siempre que he salido la he echado de menos rápido. Es verdad que no es un camino de ‘rositas’. He estado realizando todo tipo de trabajos a lo largo de mi juventud y más intensamente desde que me hice autónoma en 2012. Esos primeros años de autónoma donde todavía no existía la ayuda que hay ahora para los nuevos emprendedores fueron especialmente austeros. Pero con mucho esfuerzo he conseguido lo que quería y donde quería hacerlo.
¿Crees que en Málaga existen oportunidades reales de crecimiento artístico? O, dicho con otras palabras: ¿Está nuestra ciudad interesada por el futuro creativo de sus jóvenes?
Yo creo que la ciudad sí está interesada, hay muchos espacios y oportunidades y por supuesto tiene y va a crecer más. Otra cosa es las expectativas de sus jóvenes creadores. También te digo que yo tuve que cambiar el chip y plantearme muy seriamente que mis ingresos no tenían que proceder de mi obra artística. En cuanto comprendí eso, empecé a crecer en todos los sentidos. Pero puntúo que es mi decisión y como a mí me va bien, de la otra forma me agobiaba y frustraba demasiado. No digo que sea el camino a tomar ni mucho menos. Pero es mi fórmula.
¿Te sientes cómoda paseando por el centro de tu ciudad? Yo me siento extraña, como inmersa en un mundo artificial. Incomunicado. un montón de personas comiendo helados y bebiendo cafés de especialidad (…). La gentrificación ha matado la calidez que yo sentía cuando era pequeña y me hacía una piarda en el colegio para irme al centro a desayunar y esconderme en la plaza donde está la higuera, detrás del museo Picasso. Podía pasar horas allí escuchando a los pájaros. Sin embargo, ahora, cada vez que vuelvo, me sorprenden enormes objetivos de cámaras réflex apuntándome.
Sí, me pasa igual, el centro es lo peor. De Málaga me gustan sus barrios, los barrios donde se pasean las tendencias más punteras provenientes del mercadillo. Yo he pasado estos últimos siete años viviendo en La Trinidad. Una maravilla. El centro es un rollo, yo casi no lo piso. No me gusta quedar allí.
A colación con la anterior: ¿Cómo crees que le ha afectado a la ciudad el paso del tiempo? ¿En qué se está convirtiendo?
Se está convirtiendo en un parque de atracciones para turistas. En lo que se convierten todas las grandes ciudades. Musha pena.
Dirijamos la mirada a ti: Eres poeta y fotógrafa. Mujer emprendedora allá donde las haya. Haciendo mi trabajo habitual de voyeurismo por Internet, he podido leer varios artículos que se centran, sobre todo, en tu faceta de escritora. Hablan, a su vez, de la integración de la poesía y de la dramaturgia en tus fotografías. ¿Podríamos hablar de la existencia de una conjunción de estas tres “artes” en tu extensa producción artística?
Ahora podría ser. Aunque a mí me gusta separar, a veces es inevitable que se me cruce una cosa con la otra.
Hay algo aquí que me interesa: Si un día por la mañana te levantas con las ideas claras, con la temperatura adecuada, y piensas en producir algo espontáneo -da igual que estés desarrollando un proyecto concreto en esos momentos-, ¿Qué se te viene primero a la mente: la escritura o la fotografía?
La fotografía no la pienso y no la desarrollo como proyecto. Se me puede venir más bien algo de escritura o de arte relacional.
Esta pregunta, quizás, sea un poco boba, pero te la voy a hacer de todas formas: ¿cómo suelen surgir en ti los proyectos: de forma espontánea, o más bien después de una sopesada reflexión?
Está claro que mis mejores piezas han sido siempre espontáneas. No se me da bien pensar, analizar, elaborar, estructurar, teorizar. ¡Uh! Eso me da mucha pereza. Cuando he tenido que pedir una beca o residencia o mandar un proyecto, lo he hecho. Pero luego ya sabes, dices una cosa y haces otra.
También te he revisado Instagram, de arriba a abajo. Bueno, hasta el final del todo no he llegado porque todavía no me ha dado tiempo, pero me he parado en una serie de fotos: en concreto las tres fotos nocturnas en los campos de Castilla -verano de 2018- y las fotos de San Juan -2018-. Tienen todas una fuerza corporal, de locura y de acción, de ritual sagrado, que me ha encantado. En relación con la pregunta anterior: ¿tenías pensando previamente realizar este tipo de fotografías? ¿Qué implica el cuerpo humano para ti? Porque está muy presente en tu producción.
Nunca tengo una imagen previa en mi cabeza, se tiene que dar la casualidad de que lleve la cámara, que esté bien acompañada y el resto viene más o menos solo. Has mencionado la palabra “ritual” y en esas fotografías precisamente sí fue algo así. Siempre que estoy con mi novia y mis amigas nos gusta divertirnos y exorcizar pero no es algo de “ponte así” prefiero que fluya y que nos comuniquemos de otra forma más orgánica. Es parecido a la magia, supongo. Algo más místico y esotérico. Así me gusta a mí hacer las fotos. Como cuando me pasa algo y me da el impulso por leer el horóscopo. Tengo que sentir el impulso de coger la cámara. El impulso o la intuición.
Lo que vemos, de hecho, en Instagram, ¿podría considerarse parte de tu obra? Es decir, ¿una artista puede despojarse del arte en algún momento? Me refiero al arte como sentimiento o como forma de estar en el mundo, no como producto.
Claro, es parte de mi obra. Le tengo mucho respeto a la fotografía como para hacer “fotos feas” y colgarlas. Es más, si son feas no las conservo en mi móvil. Son basurilla. En los álbumes de fotos de mi casa todas las fotos son bonitas.
¿Dónde nace la poética en la fotografía? Quizás para responder a esta pregunta sea necesario que nos des tu propia concepción del término.
Esta sí que es ‘difícil’. Es tan difícil que mira cómo he puesto los acentos. Me ha encantado y no lo he borrado. Te lo enseño. Me encanta el error, creo que la poética de mi fotografía nace del error, que no sé hacer fotos, nunca aprendí. Siempre es una magia, una sorpresa. Algo inesperado. Ojalá nunca llegue el día en el que aprenda para qué sirven los botones.
¿Te gustaría dedicarte plenamente a la escritura en algún momento de tu vida?
Es una fantasía. Siempre me he imaginado en una casa en el campo con un montón de perros y escribiendo todo el día.
En lo que respecta a la transmisión de una idea, o de un sentimiento: ¿crees que es más fácil, o más alcanzable, a través de la fotografía en comparación con la escritura?
Puede que sea más universal o más accesible la fotografía.
¿Cuál es tu proyecto más querido? ¿Y el que más te ha fastidiado? Cuéntame un poco de tus futuras proyecciones.
Mi proyecto más querido es el último que he presentado en la Escuela de Arte de San Telmo. Un proyecto “casi invisible” en el que mostré un buen número de secretos que me habían contado rayando las paredes. Con estética de puerta de cuarto de baño pero en blanco sobre blanco. Me llevé esa estética al arte contemporáneo y quedó una cosa muy fina, muy vouyeur. Pasaron cosas chulas, como la primera coreografía. Mi intención obviamente era que se cumpliera el fetiche de ver a todo el público contra la pared, pero fue aún mejor, porque sacaron las linternas de los móviles y quedaba precioso, eran como luciérnagas leyendo secretos ajenos. Y el que más me está fastidiando es mi segundo libro de poemas porque no le encuentro casa. En cuanto a mis futuras proyecciones, ahora mismo tengo entre manos dos proyectos más narrativos y un dispositivo de arte relacional junto a mi pareja, Alessandra García, en el que llevamos trabajando ya un año: La lista de la compra, que se estrenará próximamente en todos los supermercados.
Voy a terminar lanzándote una última pregunta (en realidad sé que se me escapan muchas cosas, pero esto se haría eterno): ¿Quieres vivir aquí -en Málaga- hasta hacerte vieja, muy vieja?
Sí, sí quiero. Hay viejos muy viejos que quieren venir a vivir aquí, yo también querría.
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