Dela Delos nació en Llanera, pero lleva varios años afincada en Málaga. La ciudad la ha acogido y ella exprime al máximo todos sus fluidos. Su obra es un encuentro con la polémica y con las inmensas ganas de retar y de transgredir lo que se ha establecido como políticamente correcto. En ella hay sitio para el sexo, para el “art toy”, para la escatología, para la comedia y para el horror. Si queréis saber un poco más de lo que estoy diciendo no hay más que pasar y leer la entrevista que le hemos hecho.
En tu obra hay un nivel de escatología que es imposible de obviar. Trabajar junto a este elemento es un arma de doble filo porque atrae a la vez que horroriza. ¿Qué pretendes al provocar este tremendo impacto visual y fisiológico, como por ejemplo en tu obra “Pulsión tierna”?
Pues precisamente eso. Llamarte a mirar para contarte algo. Me doy cuenta de que en mi trabajo continuamente aparece esta dualidad estética e intencional. Suelo expresarme desde el lenguaje de la amabilidad para tratar cuestiones más problemáticas, desde un punto de vista infantil, banal o superfluo intento que se abran grietas o “mirillas” que desvelen diversas capas de complejidad a las que ir accediendo según observas o interactúas con las piezas. La escatología es un recurso más para conseguir este efecto. Aquello que desde la abyección – y que desagrada por ser primordialmente repulsivo- nos induce a su vez cierta comicidad. Lo escatológico siempre ha estado íntimamente ligado a lo humorístico y esto me interesa muchísimo porque me permite aunar elementos con los que componer una “gracieta”. Es el recurso más fácil para conseguirlo y me hace gracia utilizarlo precisamente por ese carácter ingenuo y (quizá excesivamente) directo.
“Pulsión tierna” es un comentario cínico sobre diversos síntomas de nuestro presente, sobre la necesidad de fisicidad en un mundo mayoritariamente digital y sobre la papeleta precaria que nos está tocando vivir a las últimas generaciones de jóvenes.
El humor como efecto provocado es otro de tus puntos fuertes, pero la risa que provoca la mayoría de tus piezas es una risa ahogada, perversa y desesperada —tal y como reza en la descripción de tu exposición “Una amabilidad incómoda”—. ¿Qué relación esperas que se produzca entre tu obra y los espectadores?
No te voy a engañar, la verdad es que a diferencia de compañeras/os que explican constantemente que la obra que hacen es para sí mismos, para comprenderse, yo reconozco que mi intención primera no es esa -que también-, pero el trabajo que hago alberga un fuerte deseo de complicidad. Por eso también me gusta trabajar de forma colectiva, me parece una lección muy valiosa la de saberse parte (no a la manera que pretenden en las multinacionales) de un engranaje valioso más grande que tú. Espero que quien vea mi trabajo de una forma u otra pueda acceder a cualquiera de las distintas lascas de contenido, transformándose este acceso en un sencillo “esto me gusta” o un “entiendo de dónde viene esta reflexión”. Con conseguir eso me basta.
Y dentro del humor también se habla del uso de una “filosofía del humor”, cosa que me ha llevado directamente a La conjura de los necios y a la historia de Ignatius Reilly, que para mí es la máxima representación de la tragedia cómica literaria. ¿En qué consiste tu filosofía del humor? ¿Es tu obra la representación de una gran tragedia cómica?
Una buena amiga artista hace no mucho me dijo: “A partir de ahora sólo voy a hacer cosas que me hagan gracia”. Esta intención, parecida a lo que decía John Baldessari de que no volvería a hacer arte aburrido, y que puede parecer una sandez o una simpleza, a mi entender va mucho más allá de la intención producir la carcajada, se trata verdaderamente de reconocer en lo que haces o lo que ves en el trabajo de otras/os (o en la propia vida) algo que merezca pena porque remite a la tragicómica verdad de la existencia y el raciocinio humanos. Para mí esta expresión que a algunos artistas sonrojaría reconocer, va camino de convertirse en la única máxima.
¿Cómo te trata Málaga? Sé que eres de Oviedo y que estás afincada aquí desde hace varios años: ¿Crees que Málaga es una buena ciudad para emprender la labor artística? ¿Qué te retiene en la ciudad?
Realmente soy de Llanera, un concejo entre Oviedo, Gijón y Avilés, aunque con raíces vallisoletanas. Sí, creo que Málaga es un buen lugar para empezar, para profesionalizarse. Para mí lo ha sido y me siento muy afortunada y agradecida. Creo que el tejido cultural de esta ciudad lo facilita y muchos de los docentes de su facultad de Bellas Artes dejan el resto para que la cantera que sale de sus aulas esté lo mejor preparada posible. Pero no por ello la cosa está fácil, se hace muy cuesta arriba sostener una oferta cultural alternativa a los grandes centros de arte importados y ganarse la vida sin dar con tus huesos en la franquicia, la tienda de souvenirs o el chiringuito. Por desgracia la ciudad, y la mayor parte de su inversión pública en la oferta y la demanda cultural actual, está (sigue) construida para el turismo de masas.
Háblame de la reciente línea de art toys de peluche que estás tramitando. En muchas de tus esculturas textiles queda representada la sexualidad más animal e instintiva, pero también el deseo racional de los juegos sexuales. ¿Qué relación tiene la erótica con tu obra y qué quieres representar a través de ella?
La erótica, como lo escatológico, es una herramienta y un tema más. Funciones y lugares de encuentro común que sorprendentemente a día de hoy siguen resultando problemáticas a tratar con franqueza. Comencé a introducir la erótica en los art toys porque era algo que me parecía que faltaba como oferta, y me apetecía llevar a cabo, sobre todo en una dimensión diversa y disidente. Realmente no me esperaba la buena acogida que tuvieron, pero menos me esperaba el pudor con el que alguna gente se acercaba a ellxs. Esto me dio la certeza de que era pertinente seguir haciéndolos.
Y en general, ¿qué interés ves en el mundo textil como acción artística?
Generalmente desde el arte la utilización del textil se ha abordado siempre desde una perspectiva feminista, al concebirse como un quehacer tradicionalmente reservado a la mujer. Mi práctica es feminista, pero esto no se debe al uso del material. En mi caso lo utilizo como podría utilizar cualquier otro, por sus cualidades propiamente blandas. Utilizo sus características tangibles por oposición a lo que muchas veces quiero contar. Por una cuestión como hablábamos al principio, de trabajar con contrarios. Lo que tiene el material de relativo al tacto, de portador de recuerdos, de físico, de amable, de ingenuo me sirve para contraponerlo a problemáticas no tan gustosas o apetecibles.
Lo último que he incluido en mi trabajo es la voluntad de reutilización total de dicho material, en estos momentos en los que la sostenibilidad se impone para alinearse al bolsillo y la ética de la acción creativa.
¿En qué andas metida actualmente?
Actualmente estoy desarrollando un pequeño proyecto cerámico en la Factoría Cultural de Avilés para intervenir en un Festival de la cerámica que se celebra cerca de allí a finales de agosto. También estoy esperando con ansias que se pueda retomar un proyecto en el que he tuve el gustazo de colaborar a principios de año y que tuvo que cancelarse debido a la crisis sanitaria. Se trata del diseño y confección del vestuario para una producción escénica a cargo de la fenómena actriz y gestora cultural malagueña Alessandra García y su productora Dos Bengalas. Me hace especial ilusión porque, aunque mi producción sea mayoritariamente textil, nunca había confeccionado “piezas vestibles” más allá de un par de chaquetas y disfraces para mí misma y amigas. Creo que es de lo más interesante y enriquecedor de dedicarse a la producción artística, saber improvisar. Me gustaría que así siguiera siendo, recibiendo encargos de gente maravillosa que confía en mi trabajo y/o siendo financiada por instituciones.
DELA DELOS