Steve Olson se ha ganado a pulso el estatus de leyenda puesto que empezó sus andanzas en el mundo del patín a finales de los años 60 y logró revolucionar el patinaje en la vertical con su técnica transgresora. Su carrera lo llevó a recibir el premio “Skater of the Year” en 1978 y a fundar la famosa empresa Independent Truck Company, pero este pionero no puede obviar sus orígenes en Long Beach (California) y, por este motivo, sus entrevistas siempre acaban salpicadas por las olas del océano que tanto le gusta surfear y por su gran afición al arte, que en la última década se ha convertido en casi una dedicación exclusiva que lo ha llevado por todo el mundo. Incluso contando con la estrecha complicidad de su hijo Alex, un reputado skater profesional. Nos hemos encontrado con este icono en su casa para descubrir la fascinación que siente por el arte y su inagotable pasión por la cultura del patín.
Me gustaría empezar la entrevista buscando la relación entre el skate y el arte que hiciste a finales de los años 70 y principios de los 80…
El skate ha influido al arte y viceversa. Para ponerlo en perspectiva y saber cómo distintas generaciones se hacen mayores… durante los años 50 y los 60 hasta llegar a los 70, cuando empecé a ir al instituto, tenías que elegir un taller que te gustara y que estuviera relacionado con lo que querías dedicarte en el futuro. Yo me apunté al taller de carpintería y acabamos haciendo skates de madera. Se trataba de una cultura que empezaba a ganar popularidad, así que construimos nuestras propias tablas. ¡Todos los de mi generación se construían sus propios skates! Utilizábamos cualquier tipo de madera que encontráramos, puesto que estábamos aprendiendo a trabajar con ese material y también con piezas de metal. Yo tenía un hermano mayor que era un experto en artesanía y en arte, ya fuera fotografía, pintura o cine. Resulta que él también acostumbraba a fabricar tablas de surf y las pintaba él mismo. Éste era el ambiente donde me crié, aunque yo estaba más interesado en practicar actividades como el skate, la natación o el surf antes que en dedicar mi tiempo al arte.
¿Recuerdas cuando creaste tu primera obra?
Hice cosas artísticas en los años 80 que nunca enseñé a nadie. Y ahora han desaparecido. Sin embargo, me encantaría tener esas piezas para verlas. Lo que sí que hice fueron muchos gráficos para tablas de skate con mi hermano, con la idea de que otro artista los realizara de manera más profesional. Entonces la escena del punk rock era enorme y había muchos estudiantes de arte a los que les encantaba esa música. Eso fue antes de la llegada del hardcore y había grupos que hacían cosas artísticas, como Devo, The Clash, The Sex Pistols e incluso las bandas de New York como The Ramones que se atrevían con ese tipo de cosas. Todo eso sucedió antes del hardcore y antes de que todo el mundo se tatuara. No estoy en contra de esa escena, pero cuando veía a mis amigos pensaba que no sabían donde se metían y realmente daban miedo.
¿Cuándo viste que el arte era una posibilidad real y no un sueño de adolescente?
Entonces di un giro a mi vida y, a finales de los años 90, esos tíos que son grandes artistas me dijeron: “estamos organizando una exposición y te dejamos esta tabla de madera para que hagas lo que quieras con ella”. Yo me animé a hacer algo y fue la primera pieza que quise mostrar a la gente. La respuesta que recibí fue muy buena, aunque ya había ganado dinero haciendo cosas comerciales, pero resulta que la vendí por mucho dinero. Entonces estaba a cargo de mi hijo y pensé que estaría bien hacer más cosas relacionadas con el arte… mi hijo vivía conmigo en Malibú y nos gustaba el surf y el skate. Entonces empecé a hacer mis cosas y encontré un estilo propio, sin imitar a nadie.
Steve Olson Sculpture
¿Querías transmitir algún mensaje con tus obras?
Simplemente estaba expresando lo que pensaba que era interesante o aquello que realmente me atraía. Lo que sí tengo claro es que el punk rock tuvo una gran influencia en mi manera de trabajar, sobre todo por esa idea de luchar por hacer algo único que refleje tu propio estilo. Y creo que lo conseguí, aunque es algo muy subjetivo y había gente que lo amaba y otra que lo odiaba. Es como cuando vas a los museos y ves todas esas cosas… a mi me gustaban los Dadaistas y Duchamp, aunque no los entendía demasiado. Lo que me impactaba era su manera de presentarse y sus gráficos. También me atraían algunos artistas de pop art, aunque no todos, y por supuesto los clásicos.
¿Hay algún artista actual que te haya impresionado?
Hay muchos tíos con un talento enorme ahí fuera. No te puedo decir nombres concretos porque realmente hay muchos. Estuve en una expo en New York el verano pasado y fue increíble y también visité otra en Praga. Me encantó andar por la ciudad, admirar los edificios y ver esa exposición. Pero siempre vuelvo a los artistas con los que crecí, como Rick Griffin, y todos esos tíos que estaban en la escena de las carreras de Hot Rods en los años 60 y principios de los 70. Me encantaba la psicodelia y Rick Griffin era un genio utilizando los aerosoles.
¿Te gustaría exponer en Europa?
En 2012 estuve en Venecia con mi hijo para la Bienal e hicimos un par de piezas abstractas relacionadas con el skate mientras patinábamos en una rampa que habían construido. Fue genial poder hacer eso con mi hijo y tener la posibilidad de viajar por Europa. Me encanta el estilo de vida que llevo y mi trabajo, por ejemplo, la escultura que estoy haciendo ahora, que está completamente relacionada con el mundo del patín. Es una obra pensada para un nuevo skate park en Houston (Texas), así que tiene un carácter público y urbano.
¿Echas de menos alguna cosa del pasado?
El skate de principios de los años 80, cuando no había grandes marcas, ni marketing y patinabas por el simple placer de hacerlo. Fue la mejor época. El skate es algo sorprendente y te das cuenta de ello cuando lo practicas y sientes esa sensación única de poner los pies encima de la tabla. Aunque es divertido ver a toda esta nueva generación de chavales que hacen cosas muy técnicas. Supongo que sigo amando mucho esta cultura. Tony Alva, Hosoi, Lance Mountain, yo mismo… nunca lo hemos dejado y también sigo practicando surf siempre que puedo, sobre todo en Malibú, y este año he estado en Indonesia. El snowboard es algo distinto, pero todo está conectado.
Tengo entendido que también actuaste en varias películas…
Sí, de vez en cuando, aunque donde más he aparecido ha sido en anuncios.
Por curiosidad, ¿qué te pareció el documental “Dogtown & Z-Boys”?
Fue genial. Increíble. Al principio no pensaba que lo fueran a lograr porque ya se había contado esa historia otras veces, pero tuve la oportunidad de ver un pre-montaje en la sala de edición porque era amigo del montador. ¡Recuerdo que me puso un fragmento de una escena en una piscina y duraba 16 minutos! Yo le pregunté si me estaba tomando el pelo y que no podía poner esa escena tan larga porque era demasiado. Le dije: “ponedla mejor en los extras del DVD”. Hay más cosas bonitas para contar que esa mierda. Luego volví a ver la película terminada y pensé que la gente quedaría asombrada porque aparecían cosas que nadie había visto antes. Eso era cine en mayúsculas y ganaron en el Festival de Sundance. No podía creerlo.