Jack Coleman

23 October 2014 Texto: David Moreu. Fotografía: Jack Coleman archivo.


Grooving on a wave of colors

La vida da muchas vueltas y, a veces, para llegar a donde realmente queremos estar tenemos que pasar por diversas etapas que van marcando nuestra manera de ser hasta que alcanzamos esa meta tan deseada… y entonces ya no hay vuelta atrás. En esta época incierta que vivimos, hay quienes afirman que tener un deseo es de iluminados, fantasiosos e incluso de utópicos. Pero qué bonitas suenan estas palabras en medio de un día nublado y con las malas noticias parpadeando en el televisor. Esta disertación sobre los anhelos viene a cuento de la última película de Jack Coleman (“Groove Move”), seguramente el director de cine de surf underground más carismático que ha asaltado las pantallas de cine (y de Internet) en los últimos años. Como podéis imaginar, lograr que su vida girara alrededor de las olas, de las cámaras de 16mm y de los objetivos angulares no fue un camino sencillo, pero el resultado ha merecido todos los esfuerzos y hoy se ha convertido en un referente de la cada vez más apasionante escena DIY. Un viaje personal y geográfico que nos lleva desde su California natal hasta las recónditas playas de Australia, pasando por su etapa como fotógrafo publicitario y las amistades que le han marcado la vida. Porque el surf no es solamente lo que sucede encima de una ola, sino también el sentimiento que pone la gente apasionada que va en su búsqueda.

 

Jack Coleman. Ph: Harry Henderson

Jack Coleman. Ph: Harry Henderson

 

Para empezar la entrevista, ¿podrías contarnos en qué parte de California te criaste y cómo descubriste el surf?
Nací en el Sur de California en 1973, a unos 30 minutos de Huntington Beach. Viniendo de un lugar como éste es imposible no acabar involucrado de algún modo en la cultura del surf. Cuando era joven, el surf aparecía de vez en cuando en la televisión y también tenía un vecino que estaba muy metido en ello, así que me animé a probarlo. Tom Curren era mi ídolo y, a medida que fui creciendo, el surf fue acaparando la mayor parte de mis energías, sobre todo después de que el skate y los deportes de equipo dejaran de ser divertidos. Yo era muy bueno en baseball, fútbol y fútbol americano, pero el hecho de jugar en equipo era algo demasiado organizado para mi gusto. Yo realmente quería bikinis y océano. La sensación del surf me invadió el cuerpo y, sin saberlo, también la mente. Este deporte me abrió a la espiritualidad y sustituyó la religión católica en la que me había criado. Mi familia era muy grande, somos 9 hermanos y con los mismos padres. Por este motivo mi etapa de crecimiento fue muy especial de cara a los demás. Lo curioso es que yo fui el único de mis hermanos que se decantó por el surf y eso hizo que me vieran como la oveja negra de la tribu. Cuando pude sacarme el carnet de conducir, en seguida desaparecí y me instalé en la playa para practicar surf a tiempo completo. De esto hace 23 años y este deporte ha sido mi fuente de inspiración para viajar, hacer fotos y rodar películas.

¿Cuándo decidiste coger una cámara y empezar a grabar a tus amigos haciendo surf? ¿Imaginaste alguna vez que esto se convertiría en un estilo de vida y también en tu profesión?
Estuve 10 años haciendo fotografías de cualquier cosa y ésa era mi profesión… retratos de familia, niños, bodas, productos, campañas publicitarias y books de modelos. Cuando eso se convirtió demasiado en un trabajo, decidí lanzarme a rodar películas de surf. Y de eso ahora hace 6 años. Ya conoces el dicho: “ama lo que haces”. Entonces pensé que si hacer documentales de surf no me hacía feliz, nada lo lograría. Así que ha sido una transición el pasar de una jornada completa como fotógrafo a una dedicación exclusiva al cine, pero con la foto como segunda prioridad. Nunca imaginé que me dedicaría al cine a tiempo completo, pensaba que sería un hobby para romper la monotonía de ganarme la vida como fotógrafo.

¿Te sientes identificado con los documentales de surf clásicos que rodaron Bruce Brown y John Severson? ¿Cómo definirías la magia de esa época lejana?
The Endless Summer” fue mi primera experiencia con las películas de surf y creo que Bruce Brown logró capturar el espíritu de las olas como aventura. Ese documental tuvo una gran influencia en mí. Después de verlo, no pude quitar de mi cabeza la escena de Cabo St. Francis y pensé: “¡Quiero encontrar la ola perfecta!” Aquella época fue la era dorada del surf porque no había intereses comerciales y aún no existían los contratos millonarios, simplemente había un metraje muy crudo que mostraba el surf más puro. La magia del cine de surf se metió en mi cabeza y nunca me ha abandonado. Si no existiera “The Endless Summer”, seguramente no estría respondiendo esta entrevista.

 

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Tu película más reciente se titula “Groove Move”. ¿Cómo surgió la idea y qué querías transmitir realmente con esas imágenes tan sugerentes?
Quería mostrar nuevos talentos y, sobre todo, el hecho de que el surf no es un deporte. Sino que se trata de una experiencia espiritual que no se basa en los resultados de los campeonatos o en los logos que haya en una tabla. Encontrar nuevos surfistas como Ari Browne, Justin Adams y Rangi Ormond fue lo que me motivó a emprender este proyecto. Cuando viaje a Australia por primera vez, me di cuenta de que todos ellos lo practicaban porque lo amaban, no porque fuera su trabajo. Así que podemos considerar que el documental empezó realmente en Australia y existe una gran influencia de películas clásicas que se rodaron allí, como “Innermost Limits of Pure Fun”, que muestran la belleza salvaje de ese paisaje y su costa. Me enamoré de ese país y fue allí donde conocí a la mayoría de los protagonistas. Gente como Derek Hynd y David Rastovich eran mis surfers favoritos, por este motivo, poder conocerlos y rodar con ellos es algo que nunca olvidaré. Además, esto hizo que el proyecto fuera muy especial. Sentí que todo encajaba cuando viajé a Australia y fue un proceso natural. Cuando regresé a mi casa, me invadía la inspiración y llevaba muchas horas metraje en spots clásicos como Lennox Heads y Noosa. Gracias a estas experiencias pensé que una mezcla de Hawái, Nueva Zelanda, California y México serían un complemento perfecto para lo que habíamos hecho en Australia.

 

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Lo que más llama la atención de este filme son los colores y el diseño de los títulos, además de las olas. ¿Tenías en mente un estilo visual tan psicodélico a la hora de empezar a rodar?
¡Creo que la persona a la que deberías culpar de esto es George Greenough! “Innermost Limits of Pure Fun” es mi película de surf favorita de siempre, así que puede que me influyera a la hora de rodar. Pero, siendo sincero, la estética del filme se debe únicamente al tipo de imagen que conseguimos con la cámara, sobre todo porque tiene un aspecto muy clásico. En cierto modo es parecido a la animación, porque al funcionar a 24 fotogramas por segundo le da un aire especial al movimiento… y hay quienes dirán que eso es psicodélico. Por lo que se refiere a los títulos de crédito, los diseñó mi amigo Andy Davis. Es un gran artista y pensé que una tipografía clásica en cursiva serviría para transmitir el mensaje que quería. Fue casualidad que Andy acabara siendo el encargado del diseño. No tenía presupuesto para la película y todo lo que aportaron gente como Andy fue gracias a su pasión por el proyecto. Eso siempre hace que sea más especial porque es muy distinto hacer algo por pasión que por dinero.

 

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Es evidente que para esta obra has recurrido a diversas cámaras y estilos de imagen, incluso algún formato de celuloide que ya no se fabrica y que tenías reservado para una ocasión especial. ¿Cuándo fue el momento de rescatar esa reliquia? ¿Te sientes como un cineasta experimental?
Sin duda, me siento un director completamente experimental. Es una locura pensar que actualmente todo el mundo rueda en digital y eso es una cosa que te da satisfacción inmediata. Rodar en celuloide hace que aún esperes ver el resultado, como en los viejos tiempos. No te preocupas por la sesión que estás haciendo, simplemente coges olas y disfrutas delante de la cámara. Hay muchos tipos distintos de celuloide, así que experimentar es una parte esencial del proceso. Si no experimentas, tu creatividad morirá pronto. He visto muchas empresas de cine aparecer y desaparecer, los stocks de celuloide no son siempre los mismos en las tiendas y estás obligado aprobar cosas distintas. Si guardas ciertos tipos de celuloide, puedes recuperarlos cuando más te convenga… solamente debes tener paciencia para esperar la situación correcta. Me afectó mucho cuando mi tipo de celuloide favorito dejó de fabricarse, pero entonces decidí comprar todos los stocks que pudiera antes de que se terminaran en las tiendas. Recuerdo que guardé algunos de esos rollos de cinta durante un año, esperando el día que pudiera utilizarlos en un lugar soleado con agua muy azul. Y eso sucedió cuando viajé a Hawái con Alex Knost. Créeme, en el juego del cine la paciencia es una virtud, como en la vida.

 

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Has rodado por todo el mundo, pero una de las experiencias que más te ha marcado ha sido viajar con Rangi Ormond desde Byron Bay hasta Sydney. ¿Qué tuvo de especial ese “road trip”?
Creía que sabía lo que era el surf hasta que conocí a gente como Derek Hynd y Rangi Ormond. Estos tíos lo llevan a otro nivel donde todo es pura alma. Rangi Ormond es un surfer underground que se crió en un parking de caravanas en Nueva Zelanda. Viene de una familia pobre y su manera de practicar surf se basa en esas experiencias y en las ganas de hacer algo con su juventud. Empezó a competir muy temprano porque tenía un gran talento, a medida que se fue haciendo mayor consiguió varios sponsors y mucho reconocimiento, primero nacional y después internacional. Después de pasar por varias marcas, se dio cuenta de que practicar surf no se basaba en la habilidad de coger olas, sino en la manera que podían utilizarte para vender ropa y accesorios. Él sabía que gente en la sombra vestida en trajes estaba robando en su alma y que sólo pensaban en los beneficios. Entonces decidió alejarse de la industria. Pero su amor por el surf nunca desapareció y se convirtió en su estilo de vida. Ahora es un verdadero amante del océano y de la espiritualidad que éste le aporta. Utiliza distintos tipos de tabla y vive en el suelo de casas y en coches para poder disfrutar del surf a diario. Pero el surf no es lo que define a Rangi, sino la vida y la honestidad es lo que lo hacen destacar. Aquella semana que pasamos juntos fue muy especial y cambió mi manera de mirar al surf y a la gente que lo practica.

 

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En una entrevista afirmaste que Baja (Mexico) es tu playa favorita para acampar. ¿Por qué esta pasión por Baja y cómo fue la experiencia de rodar allí?
México fue el lugar que visité en mi primer surf trip de verdad. Conducir hasta allí desde el Sur de California es un rito para todos los surfistas californianos. Es un viaje fácil y las olas te parecen las mejores del mundo si vas con muchas ganas. Baja te hace ser más humilde. Te hace ser paciente. Te hace amar y llorar. Es un lugar donde te puedes encontrar a ti mismo, lejos de teléfonos móviles y de Internet. Cuando voy a México siento algo nostálgico que me recuerda la primera vez que comí tacos en la calle después de haber practicado surf… y también pude beber cerveza de manera legal con 18 años. México es genial, con mucha cultura, gente interesante y muchísimos spots con buenas olas. Dormir en una tienda de campaña con el olor de la hoguera en la ropa. Levantarte por la mañana con buenas olas y nadie alrededor es muy especial. Las estrellas iluminan el cielo en la noche y el olor del desierto es fascinante.

 

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Muchos directores afirman que las películas realmente cobran forma en la sala de edición. ¿Fue un reto trabajar en analógico o sucumbiste al mundo digital a la hora de montar?
Todo el material que rodé fue digitalizado porque trabajar en analógico sería algo contraproducente hoy en día… sería como remar en una barca hacia Hawái. ¿Por qué no decides mejor ir volando? Ahora tenemos la tecnología. Además, el hecho de haber rodado en analógico hace que la propia cinta aporte el efecto visual que busco, sin necesidad de usar el After Effects, así que tengo libertad para experimentar más con el sonido y la música. “Groove Move” ha sido la película que más he tardado en editar, unos 8 meses. No había una estrategia ni una fecha de entrega, así que pude seguir rodando mientras iba editando. Solamente se requería tiempo y paciencia. La música es una parte muy importante de mi vida y todo lo que escucho en mi casa y en mis viajes son el motor que empuja las sesiones de montaje. A veces incluso me guardo canciones durante años, esperando el momento adecuado para que brillen en una escena. No creo que mis películas se hagan en la sala de edición, sino que cobran forma en mi cabeza mucho antes de sentarme frente al ordenador. Me resulta muy fácil unir una canción o una banda a un surfer en particular. Todo encaja gracias a la música. Igual que sucede con los protagonistas, me gusta elegir temas underground que no sean demasiado populares. Siempre estoy buscando cosas nuevas de distintas épocas y partes del mundo. Prefiero los temas instrumentales porque quiero que el surf sea la voz cantante.

 

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Más allá de tu trabajo como cineasta, también aceptas encargos de fotografía. ¿Con qué tipo de clientes acostumbras a colaborar?
He tenido algunos clientes que me han apoyado mucho en los dos últimos años, sobre todo tiendas de surf y canales on-line que emiten mis cortos. De vez en cuando consigo un trabajo comercial y lo acepto si es la situación correcta. Aún hago cosas de publicidad e impresas para algunas empresas pequeñas y revistas. Es algo raro porque el universo no para de lanzarme oportunidades y yo paso flotando por todo eso, simplemente ganando lo suficiente para vivir y viajar. La vida es genial, ¿sabes? Cada vez que me sale un trabajo, intento dar más de lo que recibo, y esto es lo que me ha permitido continuar todos estos años. Simplemente ser honesto y positivo, el resto funcionará solo.

 

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También hemos podido ver en tu web unos videoclips muy originales para The Growlers. ¿Qué relación tienes con la banda y cómo surgieron esas ideas tan vanguardistas?
Antes de meterme en el surf, ya estaban The Growlers. Viví y viajé con ellos durante dos años. Antes de dedicarme a las películas de surf, hacía videoclips. Me encantaba el proceso de creación y viajar con la banda. Fue muy divertido mientras duró, pero al final echaba de menos el océano y el surf, así que volví a mi verdadera pasión: la playa. Mi experiencia con los videoclips hizo que mi manera de afrontar las películas de surf fuera distinta. Parece que éstas sean videoclips muy largos. Los sonidos encajan con el movimiento, igual que los videoclips que hacía años atrás. Además, en aquella época ya utilizaba el efecto de cinta analógica porque siempre me ha gustado.

¿Podrías avanzarnos cuáles serán tus próximos proyectos o cómo te gustaría que fuera tu siguiente película?
Ya he empezado a trabajar en la siguiente película y será el proyecto más largo que he hecho nunca, puede que tarde dos años. Quiero hacerlo de la manera correcta. Menos protagonistas, localizaciones más diversas y la misma idea de mostrar el lado alternativo de este deporte. “Groove Move” me encantó y quiero que su continuación sea igual o mejor. Habrá gente nueva como Derrick Disney y Bryce Young. También aparecerán Rangi y Ari. Habrá una banda sonora más completa. Todavía no he pensado en el título, pero surgirá a través de las vivencias y del universo.

 

TRAILER

 

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Knost & Kegel

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Para más información: www.jackcolemanphoto.com

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