Estamos acostumbrados a que la música electrónica de vanguardia sea una apuesta fría y distante, a años luz del espectador. Uno de los logros del LEV radica en dotar de un aura cálida y acogedora a esa avanzadilla musical y visual. Humanizando a las máquinas, dotándolas de un componente humano, orgánico y sensitivo. Los beats sienten y padecen y el público, nosotros dichosos mortales, nos convertimos en autómatas guiados por ellas.
Nos desplazamos a este festival por primer año, aconsejados por mentes lúcidas y ávidas de conocimiento, contemporaneidad y amor por las artes arriesgadas. Mentes como la de Xurde, nuestro guía espiritual en Asturias. Llegamos con el tiempo justo de soltar los bártulos en casa de nuestro chamán gijonés y tomar un pincho. La calle está abarrotada, decenas de viandantes ataviados con bufandas blanquirojas caminan al unísono. Estamos a escasos metros de “El Molinón” y el Sporting se la juega contra el Eíbar. La vida cotidiana, antes de la invasión de las máquinas…
Partimos al atardecer, en el horizonte se desdibuja la silueta de la torre de la Laboral, el espacio impresiona. Nos adentramos en el recinto y un pequeño síndrome de Stendhal nos sacude. Comprobamos de primera mano que los emplazamientos del festival son uno de sus puntos fuertes. Desde naves industriales a colegiatas del siglo XVIII donde la piedra cobra vida. Como ocurre en la instalación tridimensional de Joanie Lemercier, “Wall Drawning” donde unas espectaculares formas geométricas se proyectan sobre la pared de la Capilla de la Trinidad en el Museo Barjola.
Hiroaki Umeda. Foto: Piru de la Puente
Son las 21:15 y empieza nuestra experiencia extrasensorial en el Auditorio de la Laboral con los discos giratorios de Myriam Bleau y su espectáculo “Soft Revolvers”. Una evolución del scratch donde bases contundentes de hip hop oscuro son lanzadas mediante cuatro peonzas que danzan sobre el escenario. El show se nos hace corto, la fuerza de la artista de Montreal y sus artilugios nos cautivan. Hiroaki Umeda sería el siguiente en salir a escena con su espectáculo “Holistic Strata”, donde mezcla las micropartículas proyectadas con el baile. El japonés danza al compás de loops oscuros y un hiriente ruido blanco. La tercera propuesta de la noche del viernes es “Continium” con la música de Paul Jebansam y las visuales de Tarki Barri. “Continium” explora la compleja energía del universo, el todo y la nada. Nos hace descender a infiernos de lava para minutos después acercarnos a lo sublime de la existencia. Del rojo al azul, del anhelo al placer incorpóreo.
Aún embriagados de los azules de Tarki Barri nos dirigimos a la cola que precede el siguiente escenario de la noche. A las doce horas cero segundos se abren las compuertas de la nave nodriza del festival; el escenario nocturno y a priori más bailable, la Nave: LABoral Centro de Arte. La instalación una vez más impresiona, es espaciosa y a ratos acogedora. Alex Smoke presenta los afilados sonidos de “Love Over Will” acompañado del trabajo visual de Florence To. Tras su actuación nos adentramos en otra de las grandes apuestas del festival: “Fall”, la espectacular instalación de Robert Henke, entre otras cosas componente de Monolake y cocreador del Ableton Live. “Fall” recrea un pueblo alemán sumergido bajo las aguas desbordadas de un embalse. Contemplamos absortos las sutiles formas rojas y geométricas y dejamos que el tiempo pase sin prisa. Nuestra primer día en el LEV toca a su fin, es hora de descansar, atacar La Despensa de Mariló y coger fuerzas para la ajetreada jornada que nos espera el sábado.
Robert Henke. Foto: Piru de la Puente
Contra todo pronóstico amanece soleado. El punto de partida de esta jornada maratoniana es el Jardín Botánico, emplazado junto a la Laboral. Un espacio que impresiona para los primerizos como nosotros. La primavera está en plena ebullición, entre el riachuelo y el prau verde se intuyen los ritmos juguetones de Ametsub. Como si de un picnic electrónico se tratara el público se vuelve más familiar que la noche anterior, vemos niños y padres corriendo tras de ellos. El japonés nos hace bailar y alzar la cabeza hacia la copa de los árboles que pueblan el escenario. Nos adentramos en una escena mas atmosférica con los sonidos de Pole, ideales para el entorno del Jardín Botánico. LCC, Las CasiCasitotone, son otras de las fijas del festival. Las autóctonas llevaron a cabo uno de nuestros shows favoritos, maquillando su oscuridad con ritmos ensoñadores. Las sonrisas cómplices del escenario eran devueltas con afecto desde el césped, una muestra de la simbiosis que se vivió entre artistas y público.
En la Cafetería de la Laboral el ambiente se tornaba aún más bailable con tres propuestas de la mano de Jägermusic: Condres, JMII y Bsn Posse. Nosotros llegamos a tiempo de disfrutar del jolgorio que propiciaron nuestros paisanos Bsn Posse. Elegancia y desenfreno para una sesión hedonista que mezcló la calidez del soul y el funk con ritmos de alto voltaje. Ya en el auditorio Yro & Sati nos dejaron atónitos con su propuesta “Inside The Black Box” donde conviven lo analógico y digital de una manera familiar, cálida y hasta naif. Tras él Herman Kolgen, ejerciendo de director de orquesta, daba entrada y salida a datos sísmicos a través de artilugios incomprensibles que hacían vibrar a un agradecido público. Robert Lippok era uno de los platos fuertes de esa noche en La Nave y no decepcionó en absoluto. El que fuera miembro fundador de los míticos To Rococo Rot, banda berlinesa de post-rock y electrónica, presentaba su próximo trabajo. Multitud de capas minimalistas sobre unos bombos graves y profundos que hicieron despegar una nave no acostumbrada a concesiones. El domingo cerramos nuestro periplo por el LEV con la actuación de Moritz S Geist & Sonic Robots. Simon hizo que sus robots sónicos cobraran vida bajo la piedra bañada de rojos y azules de la Colegiata de San Juan Bautista. Sus juguetes son dignos de contemplar; artilugios impresos en 3D, discos duros, motores…
En la Colegiata nos despedimos de un festival acogedor e inspirador que crea adeptos pero no busca contentar a la mayoría, tan solo mantener a ese público exquisito y educado que acude cada año a experimentar en el laboratorio de vanguardia gijonés.
Herman Kolgen. Foto: Piro de la Puente
Paul Jebansam & Tarik Barri
BSN Posse
Ametsub
www.levfestival.com