DEAF KIDS “METAPROGRAMAÇÂO”

3 February 2019 Texto: Pedro Rodriguez Ruiz. Fotografía: Archivo.

Deaf Kids no es solo…
Y reinicio el disco una y otra vez y los sonidos dejan ecos de ideas vibrando y bifurcándose en mi cabeza. Estoy en un trance no semántico. Y entonces me despierto fuera de las pulsaciones de timbales, los coros de viento, los susurros eléctricos, las vibraciones difónicas… Y vuelvo a poner el disco otra vez.
Metaprogramaçâo“.
Editado este mismo marzo de 2019 por Neurot Recording.
Neurot Recording.Sí, donde los NEUROSIS.
Metaprogramaçâo“.
“Más allá de…”.
“programación”.
Me siento como en el punto donde no terminas ni de escribir ni de dormir.
Esa frontera de la vigilia donde las ideas se atrapan en la viscosidad.
Es como si una partitura se follara en código binario las primeras películas de David Cronenberg.
“Deaf Kids no es solo…”
Tengo que atrapar ideas en mitad de la borrasca de sonido.
¿Hemos hablado ya aquí sobre que Deaf Kids es la fuerza salvaje del espíritu satánico de la rebelión? ¿Si? Pues olvidadlo. Satán y todo su cohorte de ángeles caídos llorones le chupan los huevos a estos críos. Es ese punto de rebelión. No hay orden establecido. No hay jerarquía ni entre demonios. Esto es un caos de rebelión primigenio. Está en ese tipo de trance. No es solo el bucle de la electrónica. Deaf Kids no es solo la electrónica. Es como recordar el pogo violento e irrespetuoso que interrumpe el discurso y la letanía del mismo diablo.
Deaf Kids no es solo… un grupo de chavales tocando en mitad de la compleja, rabiosa y difícil Brasil. No es solo el sonido de una cultura no acomodada.
“Meta (más allá de) – programaçâo (programación)”…
Deaf Kids no es solo una identidad. Pedales y voces en un reverb. Te puedes quedar en la mentira más sencilla si lo ves así. Te estas acomodando si lo ves así.
Deaf Kids no es dolor. No es ese tipo de metal. El que habla del dolor. Se regodea en el dolor. Se reconcome en la miseria. Deaf Kids es dañar. La acción de. El acto de. Dañar. Hacer sufrir. Es lisérgico. Suena como una droga. Te sube y te baja como una droga. “Suena como la ayahuasca”, dice Steve Von Till. Y no se equivoca.
Es un sonido sutil. Entra fácil. Parece que no afecta. Y ya lo tienes dentro. Es químico. Es chamánico. Si te ralla es porque también está jugando en tu torrente sanguíneo. No se esconde. Lo dice cada palabra suelta de sus temas: alucinaciones. Estímulos. Locura. Espiral. Experiencia. Caos.
Deaf Kids se mueve en esas turbulencias de un modo muy fácil. Hay una espiritualidad casi budista en ello. Pero con la perturbación emocional del desorden. De la anarquía más enraizada de vitalidad. No hay nada sagrado. Y te lo dicen de un modo sencillo, claro y rotundo. Hay un mantra de desorden natural. Hay una intensidad febril en las cosas. Está en la percusión. En el rasgueo distorsionado. En los ecos atropellados. Una atmósfera de alucinación que revela la autenticidad sonora de la disonancia. Deaf Kids no es solo bueno o malo… es honesta toxicidad. Una grieta blanca de ruido hermoso entre las ordenadas columnas del sistema del mundo.
“Más allá de…”
Y alegrate porque unos críos entiendan mejor las cosas que tú y que yo.
Son el futuro. Son el no-futuro. (9/10)

Neurot

 

 

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