Crónica de una escapada a Sanlúcar:
sin prisas y sin filtros

23 March 2025 Texto: Marta Álvarez H.. Fotografía: Juanjo M. Fuentes, excepto indicadas (*), archivo La Alcoba del Agua Hotel Boutique.

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Este rincón gaditano tiene algo que atrapa. Lo comprobamos en primera persona: hay que venir, hay que sentirlo. Sanlúcar de Barrameda es puro sol, naturaleza, gastronomía e historia. Quizás nunca has puesto un pie aquí, pero su nombre te suena, y no es casualidad. Desde esta costa, en 1519, Magallanes partió rumbo a lo desconocido en la primera vuelta al mundo, confirmando la esfericidad de la Tierra. Un hito que es orgullo sanluqueño.

En aquel tiempo, Sanlúcar era tierra próspera; su puerto, un hervidero de comercio entre América y Sevilla. Por aquí zarpó Colón en su tercera expedición a las Américas y por aquí pasaron las grandes naves de la historia. Las huellas de aquel esplendor siguen vivas. El Castillo de Santiago, una fortaleza del siglo XV, preside la ciudad con vistas privilegiadas al Guadalquivir. El Palacio de Orleans y Borbón se alza majestuoso, y la Iglesia de Nuestra Señora de la O luce su artesonado mudéjar. Pasear por el Barrio Alto es un viaje en el tiempo, descubriendo el legado de la nobleza sanluqueña y su estrecha relación con la Casa de Medina Sidonia.

 

 

 

Y entre tanta historia, en pleno corazón de Sanlúcar, encontramos nuestro refugio: “La Alcoba del Agua”, un hotel boutique que abrió sus puertas allá por 2011 después de una reconversión de casa de familia a establecimiento hotelero. Un espacio que, desde una novedosa concepción, se inspira en la tradición, pero con una mirada de nuestro tiempo. Tradición, que se aleja de una estética estereotipada de Andalucía, pero que la usa como referente: la luz, el patio, el color, el blanco, el agua, la sal, la fuente, la caracola, el esparto, las texturas…

Junto al hotel en la misma calle también podemos disfrutar de los apartamentos en Alcoba 13, los cuales están instalados en una casa solariega de 1899, que reinterpreta la hospitalidad con una estética contemporánea que dialoga con la esencia andaluza.

Y aquí descubrimos el arte de Manuel Fernández, un artesano local cuya obra se cuela en cada rincón del hotel, sobre todo en forma de arte textil. Según el propio artista:  “Exploro la materialidad de diversos textiles como medio expresivo y narrativo. El hilo, en un concepto amplio, como elemento conductor. Sus colores y texturas van tomando forma y generando espacios entre la abstracción y lo conceptual”.

 

 

obra de Manuel Fernández. La Alcoba del Agua Hotel Boutique

* obra de Manuel Fernández

 

 

Y bueno, en este contexto, nada puede salir mal, y no lo hace. Las mañanas en “La Alcoba del Agua” arrancan con un desayuno a la carta que es todo menos rutinario: buen café, panes variados, fruta de temporada, tartas caseras y lo que haga falta para empezar bien el día y echarse a la calle a patear. Eso sí, para los exploradores más activos, el hotel ofrece bicicletas y rutas personalizadas. Nosotros nos decantamos por descubrirla a pie, nos gusta sentir el pulso de cada lugar. En Sanlúcar hay dos paradas obligatorias: la plaza del pueblo y el mercado de abastos. Allí, entre el bullicio de la mañana, los puestos exhiben con orgullo sus famosos langostinos y otros manjares de la tierra y el mar. De verdad que te dan ganas de comprar de todo.

Y claro, viendo todo esto, entendemos que estamos en una tierra que es naturaleza en estado puro. Su proximidad al Parque Nacional de Doñana la convierte en la puerta de entrada a uno de los ecosistemas más valiosos de Europa, refugio del lince ibérico, el águila imperial y una asombrosa diversidad de aves acuáticas. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1994, Doñana no sólo es naturaleza, también es historia, pues sus marismas han sido habitadas por civilizaciones a lo largo de los siglos.

 

 

La Alcoba del Agua Hotel Boutique

 

La Alcoba del Agua Hotel Boutique

 

 

 

 

Luego está el Guadalquivir, que separa Sanlúcar de Doñana. Bajamos, por supuesto, pero en nuestra corta estancia no nos dio tiempo a visitar el parque. Eso será para otro viaje. Lo que sí visitamos fue el museo en la playa de Bajo de Guía, ubicado en una antigua fábrica de hielo. Lo reconocerás por los preciosos azulejos de la fachada.

Donde sí nos dio tiempo a echar un buen paseo fue en las salinas. Aquí, la imagen es impresionante: los colores rosados de las salinas, en contraste con el verde de la vegetación y el cielo azul, forman un espectáculo cromático. De fondo, las blancas montañas de sal y los flamencos, que, con la cabeza sumergida en el agua, buscan su comida. Es imposible no enamorarse de este rincón privilegiado.

 

 

 

 

 

La gastronomía es otro de sus grandes tesoros, y la manzanilla no es sólo un vino: es un modo de vida. Ligera, salina, perfecta para acompañar el marisco y el pescado fresco. Y aunque la competencia en el mundo del vino es feroz, Sanlúcar sabe defender su sitio con bodegas de renombre y apuestas más personales. En la “Taberna Der Guerrita”, además de tapear como manda la tradición, se esconde un club de culto: “Contubernio”. Este club privado, nacido hace un año y medio en la taberna de Armando Guerra y su equipo, reúne a 90 miembros apasionados del vino de Jerez. Desde aquí, se envían selecciones exclusivas a España, Inglaterra, Bélgica, Portugal y Luxemburgo. Y es que el vino, en Sanlúcar, se vive de otra manera.

En el lado opuesto a este club está la “Taberna Ke Arte”, mundialmente conocida como “El Manicomio”. Es la sobremesa perfecta donde ocurre algo prácticamente indescriptible. Porque este lugar se constituye y se canaliza a través de las gentes que la frecuentan. En la barra se sirven, sobre todo, manzanillas. Y esto es “El Manicomio”: la catedral popular del Barrio Alto; un edén lleno hasta la bandera con fotos de Camarón, Paco de Lucía y un árbol genealógico del flamenco presidiendo el altar. Un museo vivo, donde se respira y se huele historia. Aquí hay que llegar, sentarse y relajarse. Lo demás va surgiendo. También pudimos disfrutar de otro lugar mítico de Sanlúcar, “El Almacén”.

 

 

 

Y luego está la comida, manjares de la tierra que darían para largos reportajes. Pero de nuestra escapada, os contamos lo que nos dio tiempo a probar y dónde, que no fue poco: acedías, langostinos, guisos de marisco, tortillitas de camarones, mojama, ajo raya y algún serranito, todo esto y más, pasando por el bar del “Partido Comunista”, “La Campana”, “Taberna Der Guerrita” …

Eso en lo salado, porque los dulces también tienen su espacio, “La Rondeña” nos dejó muy buen sabor de boca, pero fueron los vecinos del pueblo quienes nos contaron que las monjas, en un céntrico convento, venden sus dulces y que estos son de los mejores.

 

 


 

Esto es todo lo que nos dio tiempo a conocer en una escapada. Y eso que veníamos con los deberes hechos: un buen amigo, amante de Sanlúcar, nos puso al día y nos recomendó bien. Gracias a él, descubrimos también grupos de música locales como Bourbon y Los Farelli, grandes referentes de la zona en el rock, que aunque no los vimos en directo, los escuchamos y nos gustaron tela.

No podemos despedirnos sin agradecer a “La Alcoba del Agua” su extraordinaria hospitalidad, fueron muy atentos y amables, cada detalle, cada sonrisa y cada gesto de su equipo hicieron que nuestra estancia fuera simplemente perfecta. Es un lugar donde se respira tranquilidad y donde el trato cercano marca la diferencia. Gracias por acogernos con tanta calidez. Excusas para volver no nos faltan.

¡Esperamos regresar muy pronto!

 

La Alcoba del Agua Hotel Boutique

 

Mas información:

La Alcoba del Agua Hotel Boutique / Instagram

CONTACTO: C. Alcoba, 26, 11540 Sanlúcar de Barrameda, Cádiz. Tel: 956383109

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Centro de Visitantes Fábrica de Hielo

 

 

 

 

 

 

 

La Alcoba del Agua Hotel Boutique

 

* taller de Manuel Fernández

 

 

* La Alcoba del Agua Hotel Boutique

 

 

La Alcoba del Agua Hotel Boutique

 

 

La Alcoba del Agua Hotel Boutique

 

 

La Alcoba del Agua Hotel Boutique

 

 

La Alcoba del Agua Hotel Boutique

 

 

La Alcoba del Agua Hotel Boutique

 

 

 

ENGLISH:

Chronicle of an Escape to Sanlúcar: No Rush, No Filters

This corner of Cádiz has something captivating about it. We experienced it firsthand: you have to come, you have to feel it. Sanlúcar de Barrameda is pure sun, nature, gastronomy, and history. Maybe you’ve never set foot here, but its name rings a bell, and it’s no coincidence. From this coast, in 1519, Magellan set sail for the unknown on the first circumnavigation of the globe, confirming the Earth’s spherical shape. A milestone that is a source of pride for the people of Sanlúcar. Back then, Sanlúcar was a prosperous land; its port, a hub of trade between America and Seville. Columbus also set out on his third expedition to the Americas from here, and the great ships of history passed through these waters. The traces of that splendor are still alive. The Castle of Santiago, a 15th-century fortress, stands tall over the city, offering privileged views of the Guadalquivir River. The Palace of Orleans and Bourbon rises majestically, and the Church of Nuestra Señora de la O showcases its Mudejar coffered ceiling. A walk through the Barrio Alto is a journey through time, discovering the legacy of Sanlúcar’s nobility and their close ties with the House of Medina Sidonia.

And amidst all this history, right in the heart of Sanlúcar, we found our refuge: “La Alcoba del Agua,” a boutique hotel set in a 1899 manor house, reinterpreting hospitality with a contemporary aesthetic that dialogues with Andalusian essence. Its 14 rooms pay tribute to well-understood simplicity and absolute comfort: spacious, bright, and with balconies overlooking the exterior. The hotel features a pool for the warmer months, a common reading space, and a terrace with views of all of Sanlúcar. Honestly, you won’t feel like leaving. Here, we discovered the art of Manuel Fernández, a local craftsman whose work is woven into every corner of the hotel, especially in the form of textile art. According to the artist himself: “I explore the materiality of various textiles as an expressive and narrative medium. Thread, in a broad sense, serves as a guiding element. Its colors and textures take shape, creating spaces between abstraction and the conceptual.”

And well, in this context, nothing can go wrong, and it doesn’t. Mornings at “La Alcoba del Agua” begin with an à la carte breakfast that is anything but routine: great coffee, various breads, seasonal fruit, homemade cakes, and whatever else you need to start the day well and head out to explore. For the more active explorers, the hotel offers bicycles and personalized routes. We chose to discover it on foot; we like to feel the pulse of each place. In Sanlúcar, there are two must-see stops: the town square and the market. There, amidst the morning hustle, the stalls proudly display their famous prawns and other delicacies from land and sea. Honestly, you’ll want to buy everything. And of course, seeing all this, we understand that we’re in a land that is pure nature. Its proximity to the Doñana National Park makes it the gateway to one of Europe’s most valuable ecosystems, a refuge for the Iberian lynx, the imperial eagle, and a remarkable diversity of waterfowl. Declared a UNESCO World Heritage Site in 1994, Doñana is not only nature, it is also history, as its marshes have been inhabited by civilizations throughout the centuries.

Then there’s the Guadalquivir River, which separates Sanlúcar from Doñana. We went down, of course, but in our short stay, we didn’t have time to visit the park. That will be for another trip. What we did visit was the museum on the beach of Bajo de Guía, located in an old ice factory. You’ll recognize it by the beautiful tiles on the facade.

What we did have time for was a good walk in the salt flats. Here, the scene is breathtaking: the pinkish hues of the salt flats, contrasted with the green vegetation and the blue sky, create a chromatic spectacle. In the background, the white salt mountains and the flamingos, with their heads submerged in the water, search for food. It’s impossible not to fall in love with this privileged spot.

Gastronomy is another of its great treasures, and manzanilla is not just a wine: it’s a way of life. Light, saline, perfect to accompany seafood and fresh fish. And although the competition in the wine world is fierce, Sanlúcar knows how to defend its place with renowned wineries and more personal bets. At “Er Guerrita,” besides the traditional tapas, there’s a secret club: “Contubernio.” This private club, born a year and a half ago in Armando Guerra’s tavern, brings together 90 passionate members of Jerez wine. From here, exclusive selections are sent to Spain, England, Belgium, Portugal, and Luxembourg. Because wine in Sanlúcar is lived in a different way. On the opposite side of this club is “Taberna Ke Arte,” worldwide known as “El Manicomio.” It’s the perfect place to unwind, where something almost indescribable happens. This place is built and shaped by the people who frequent it. At the bar, manzanillas are mostly served. And this is “El Manicomio”: the popular cathedral of the Barrio Alto; an Eden full to the brim with photos of Camarón, Paco de Lucía, and a family tree of flamenco, presiding over the altar. A living museum, where history is felt and smelled. Here, you must arrive, sit down, and relax. The rest will come naturally.

Then there’s the food, local delicacies that could fill entire reports. But from our escape, we’ll tell you what we had time to try and where, which was no small feat: acedías, prawns, seafood stews, shrimp fritters, mojama, garlic ray, and some serranito, all of this and more, passing by “El Almacén,” the bar of the “Partido Comunista,” “La Campana,” and “Er Guerrita.”

That’s the savory side, but sweets also have their space. “La Rondeña” left a great taste in our mouths, but it was the locals who told us that the nuns, in a central convent, sell their sweets, and these are among the best.

This is all we had time to discover on a quick getaway. And we came well-prepared: a good friend, a Sanlúcar lover, kept us updated and gave us great recommendations. Thanks to him, we also discovered local music groups like “Bourbon” and “Los Farelli,” solid local references in rock, which, although we didn’t see live, we listened to and really enjoyed.

We can’t say goodbye without thanking “La Alcoba del Agua” for their extraordinary hospitality. They were attentive and kind, and every detail, every smile, and every gesture from their team made our stay simply perfect. It’s a place where tranquility is felt, and the warm, close service makes all the difference. Thank you for welcoming us with such warmth. We have no shortage of excuses to return.

We hope to come back very soon!

 

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