Los documentales de surf se convirtieron en un mito en la década de los 50, gracias a sus viajes exóticos y al misticismo de las olas. Actualmente, este género cinematográfico ha evolucionado y ofrece una manera única de ver el mundo que nos rodea, aportando un punto de vista rebelde, inconformista y reivindicativo que lo acerca a las protestas a favor del medio ambiente y de la igualdad social. Porque el cambio que necesita este mundo no solamente se reclama en las calles y en las universidades, sino que también se vive a pie de playa y en compañía de una simple tabla de surf. Incluso la propia historia de este deporte se ha convertido en un tema recurrente de muchas películas, aprovechando la leyenda de su cultura y el magnetismo de unas imágenes de archivo que permanecieron abandonadas durante años a la espera de que alguien las rescatara del olvido. En este sentido, una de las retrospectivas más fascinantes es obra de Doug Walker, un cineasta que encontró tres cajas repletas de negativos de olas gigantes de los años 70 en un mercadillo de Los Ángeles y decidió ir en busca de sus fotógrafos para revivir sus hazañas épicas en los rincones más emblemáticos del planeta. El resultado ha sido un documental titulado “Lost & Found” y tuvimos la oportunidad de charlar brevemente con él a su paso por Barcelona el pasado año y descubrir los entresijos de un proyecto que, sin pretenderlo, le ha cambiado la vida.
Para empezar la entrevista, ¿podrías contarnos de dónde eres y cómo descubriste el mundo del cine relacionado con las olas?
Cuando era un crío vivía en Los Ángeles y cada día iba a la playa, además, mi familia trabajaba en la industria del cine. Por este motivo todo fue una evolución natural y pude convertir mis dos mayores aficiones en una carrera profesional. He trabajado como editor durante muchos años y siempre he querido hacer mis propias películas… aunque no fue hasta que mis hijos se hicieron mayores que decidí lanzarme a esta aventura. Hace unos años, cuando mi hijo mayor estaba preparándose para entrar en la universidad, decidí que quería hacer algo relacionado con el mundo del surf, puesto que era una afición que había dejado aparcada durante mucho tiempo. Sabía que era capaz de crear algo bueno. Entonces mi esposa llegó a casa con una cámara nueva, que era una especie de regalo, y cuando la abrí me dijo: “Ya es el momento, sal ahí fuera y rueda algo”. Poco imaginaba que, dos días después, encontraría algo que cambiaría mi vida para siempre.
¿Fue entonces cuando se inició, por casualidad, el proyecto de “Lost & Found”?
El día después de recibir esa cámara como regalo, cogí el coche para ir a Los Ángeles a trabajar en un proyecto y me la llevé para rodar unas cuantas escenas de surf. Ese sábado por la mañana me levanté en Los Ángeles y me situé en un acantilado a rodar, mientras los surfers cogían olas y el sol empezaba a brillar contra el agua. Era precioso. Después fui a mi oficina, trabajé un poco, miré las imágenes que había grabado y sentí una gran emoción. A la mañana siguiente sabía que se organizaba una especie de mercadillo en el Rosebowl de Pasadena, donde los aficionados al surf van a intercambiar cosas y a vender objetos de segunda mano. Me levanté a las 6 y fui muy temprano para buscar tablas, revistas viejas, tikis o cualquier otra cosa que oliera a olas.
Hasta que encontraste esa enorme colección de fotos añejas de surf…
Cierto. Ese día descubrí tres cajas de cartón apiladas la una sobre la otra en un tenderete del mercadillo. Cuando las abrí, encontré cientos de sobres con la fecha escrita… así que abrí el de enero de 1974 y estaba lleno de negativos fotográficos. Gracias a mi trabajo sabía de qué se trataba, pero cuando los miré a contraluz para ver qué tipo de fotos eran, fue como tener un flashback. ¡Eran las imágenes de surf que buscaba en las revistas cuando era joven! En seguida supe que tenía que hacer algo porque sino esas fotos desaparecerían para siempre.
¿Cómo afrontaste el rodaje del documental?
Pasé mucho tiempo haciendo llamadas a gente del mundo del surf, localizando a los fotógrafos, viajando para conocerlos y pasando mucho tiempo con ellos cada vez que surgía la oportunidad. Y estuve muchas veces en el North Shore de Hawái grabando entrevistas en las que me contaban historias asombrosas.
Antes de embarcarte en este proyecto tan fascinante, ¿eras ya un buen aficionado a los documentales clásicos de surf como “The Endless Summer”?
Me encantan las películas de surf, sobre todo las que cuentan una buena historia. Me han inspirado todos esos directores y creo que ahora tenemos la oportunidad de crear cosas nuevas y compartirlas como ellos hicieron hace tantos años. Puede parecer una contradicción, pero la parte más dura del negocio de las películas de surf es conseguir ganar dinero con ellas. A día de hoy todavía no he ganado ni un sólo dólar, pero tengo la sensación de haber compartido algo muy especial con la gente y, sobre todo, con los protagonistas. Sin olvidar que espero que el documental siga proyectándose y que sigamos descubriendo historias nuevas de las fotos que vamos digitalizando poco a poco.
Para terminar la entrevista, ¿qué puedes adelantarnos de tu siguiente proyecto?
Actualmente estoy rodando una historia sobre una persona increíble. Se llama Tom y vive en la zona de la bahía de San Francisco. Es un profesional del prone paddle y entrena desde San Rafael hasta el Golden Gate Bridge, luchando siempre contra las mareas, las corrientes y las malas condiciones climáticas. Tiene 37 años y su sueño es competir en la edición de este año del Molokai 2 Oahu Paddleboard World Championships. Su gran reto es que nació sin el brazo derecho… pero con la ayuda de Jeff Denholm & The Athletic Fund hemos conseguido pagarle una prótesis y también que el maestro shaper Joe Bark le fabrique una tabla personalizada. He seguido muy de cerca toda su historia y tengo más de 25 horas de material grabado. De momento se titula “Molokai Tom”.
Tráiler:
THE LOST AND FOUND COLLECTION