La historia del cine es fascinante e impredecible a partes iguales, aunque no todas las películas logran convertirse en iconos de la cultura popular. Para conseguir este pasaporte a la eternidad es necesario transgredir ciertas normas, contar una historia universal, disponer de unos actores en estado de gracia, llamar la atención en el momento del estreno y, sobre todo, seguir enamorando al público en décadas posteriores. La buena suerte también es un factor clave, pero eso ya no depende del director ni del productor, sino de que la gente la reivindique como un clásico que cambió su vida para siempre. A todo esto hay que sumar el afán mitómano de muchas personas que no se conforman únicamente en revisionar algunas películas fotograma a fotograma (para cazar detalles únicos), sino que también están obsesionadas en visitar los lugares donde se rodaron a modo de peregrinaje. Este nivel de fanatismo tiene una de sus cumbres máximas en “El bueno, el feo y el malo”, el legendario Spaghetti Western que dirigió Sergio Leone en 1966 en escenarios naturales de Almería y de Burgos. Una película que marcó un punto y aparte en la épica del western mediterráneo que triunfaba en aquella época y que, años después, está considerada una de las grandes obras maestras del séptimo arte, al mismo nivel que “Apocalypse Now” de Coppola y “Taxi Driver” de Scorsese.
La aventura que se vivió en aquel rodaje en tierras españolas ha alcanzado un estatus mitológico por méritos propios y conocíamos algunos detalles curiosos gracias a artículos de prensa. Sin embargo, ha tenido que llegar un documental titulado “Sad Hill Unearthed” para reivindicar su legado y, al mismo tiempo, contar la fascinante historia de unos vecinos de Burgos que han dedicado varios años a desenterrar el emblemático cementerio de la secuencia final del filme. Una trama que funciona a dos bandas, contándonos los entresijos de un rodaje que cambiaría la vida de mucha gente y la pasión que se vive actualmente con esta obra que nunca deja de sorprender. Hemos tenido la oportunidad de entrevistar a su director, Guillermo de Oliveira, para conocer los detalles de este trabajo tan bien recibido en festivales internacionales de cine. Aunque todavía nos tocará esperar unos meses para verlo en las salas de cine de nuestro país.
Te propongo empezar esta historia por el principio. ¿Cuándo te llegó la noticia de que había un grupo de gente en Burgos desenterrando el cementerio de Sad Hill?
Todo empezó un 7 de noviembre de 2014, con un tweet de un amigo, Jorge Olmos. Él sabe cuánto me gustan las localizaciones de cine. Cuando viajo, siempre llevo conmigo fotogramas de las películas que se han rodado en los destinos. Llego al lugar e intento reproducir el encuadre, buscar restos del rodaje y, en definitiva, explorar la huella que ha dejado el paso del tiempo en ese sitio concreto. Un día Jorge escuchó en la radio que había un grupo de fans de “El bueno, el feo y el malo” que querían desenterrar el cementerio de la secuencia final de la película y me mandó un enlace a su web por Twitter. La idea de que el círculo empedrado del duelo final siguiera allí, enterrado bajo 10 centímetros de manto vegetal, me fascinó y me puse en contacto con David Alba, fundador de la Asociación Cultural Sad Hill y, a la postre, uno de los protagonistas del documental. Un mes después, quedé con él y me llevó a ver el cementerio. Hacía un día horroroso, no paraba de llover y la niebla no nos dejaba ver a más de 10 metros, pero el lugar era pura magia. En el centro del cementerio, me enseñó como asomaban un par de piedras que habían destapado y caigo enamorado del lugar. Durante meses les sigo la pista en redes sociales, hasta que en septiembre de 2015 anuncian que la Junta de Castilla y León y la Consejería de Medio Ambiente les ha dado el permiso para desenterrar y recuperar el lugar. Al día siguiente cojo una cámara y un drone y filmo el lugar antes de que nadie empiece a trabajar.
Como director, supongo que te interesó tanto la vertiente personal del tema como su relación con el mundo del cine. ¿Por qué crees que los Spaghetti Western se han convertido en iconos pop?
Me gusta el Spaghetti Western, pero sobre todo adoro a Sergio Leone. Me encantaría poder decir que veía sus películas sin parar cuando era pequeño, pero lo cierto es que no lo descubrí hasta la universidad. En la New York Film Academy nos pusieron los 13 primeros minutos de “Hasta que llegó su hora” (1968). Es una interminable escena en la que un grupo de bandidos esperan la llegada del tren a una estación en mitad de ninguna parte. Digo interminable porque, desde un punto de vista dramático, en la escena no está pasando nada y, sin embargo, no puedes apartar la vista de la pantalla. Construye la tensión con las herramientas más primitivas que puede usar un realizador: el sonido, el montaje, la escenografía y los personajes. No había visto nada igual en mi vida. Todavía hoy me sorprende que Leone necesite ser reivindicado. La modernidad de su obra habla por si sola. En cuanto al resto del género, creo que hasta el más fan reconocerá que está plagado de películas de cuestionable calidad y de bajo presupuesto, pero todas tienen alma. Son auténticas y honestas en sus defectos. Admirables en su desfachatez. En la forma en la que miran al western americano. Sin complejos. Pero a menudo también muy malas.
Clint Eastwood
Una parte esencial del documental es trazar la historia de las personas implicadas en el proyecto de recuperación del cementerio. ¿Qué descubriste durante las entrevistas y tus viajes a Burgos?
El primer escéptico sobre los trabajos de reconstrucción era yo mismo. Me parecía una idea muy romántica: fans y voluntarios que quieren desenterrar del olvido la localización de su película favorita. Eso ya era una historia por sí sola. Pero no podía imaginar que lo lograrían. Conforme iban pasando las semanas, gente de toda Europa se unió a ellos. Y empecé a cuestionarme otras cosas: ¿Por qué vienen por cuarta vez a cavar al cementerio gente como Jean Pierre y Anne Marie? Han estado trabajando toda la semana y, cuando podrían descansar, se hacen 800 kilómetros de coche hasta Sad Hill. Ese fenómeno es el que desencadenó que un pequeño reportaje se transformara en un documental. Son 86 minutos dedicados a explicar ese porqué. Al final “El bueno, el feo y el malo” se convierte en una excusa perfecta para hablar de otras cosas. De como el cine, la música y el arte nos influyen. De nuestra búsqueda de sentido y de cómo todos intentamos dejar huella de nuestro insignificante paso por el mundo.
La otra parte del documental está dedicada a indagar en el rodaje de “El Bueno, el feo y el malo” en aquellos parajes de Burgos. ¿Cómo fue el proceso de documentación? ¿Dónde localizasteis todas esas imágenes del rodaje?
Uno de nuestro primeros entrevistados fue el escritor inglés Sir Christopher Frayling, biógrafo de Sergio Leone. Fue él quien nos abrió los ojos a la increíble historia que escondía el rodaje de la película en 1966. ¿Por qué una producción de un western italiano, con actores americanos, termina rodando en Burgos? ¿Y cómo diablos se vio el Ejército Español involucrado en la construcción de un inmenso cementerio de 5.000 tumbas para la película? Los voluntarios que acudían a Sad Hill cada semana conocían todas las anécdotas de aquel rodaje. Algunas ya han adquirido un cariz de leyenda, pero era fundamental conocer ese trasfondo. Otra gran ayuda fue el libro de Peter J. Hanley sobre el rodaje de la película. Peter es profesor de biología en la Universidad de Münster en Alemania, pero sobre todo es un fan empedernido de “El bueno, el feo y el malo”. Dedicó 15 años de su vida a investigar el rodaje de la película y colaboró con nosotros para localizar material gráfico de los archivos fílmicos italianos.
Además de la vertiente personal, destacan las intervenciones de personalidades muy relevantes de la cultura. ¿Cómo fue el encuentro con Ennio Morricone en su casa?
Con Morricone estábamos acojonados. Había ganado el Oscar por la banda sonora de “Los odiosos ocho” un mes y medio antes y llevaba semanas sin poder salir de casa por culpa de una fractura de fémur. Nosotros habíamos acordado con su mujer grabarle un poquito, invitarle a los eventos del 50 aniversario de “El bueno, el feo y el malo” en Burgos y Almería y darle un pequeño trofeo conmemorativo. Nos dijeron que le esperáramos en el salón y, a los diez minutos, escuchamos varias vueltas de llave. Al otro lado de la sala se abre una puerta, aparece el maestro y comienza a caminar lentamente hacia nosotros. Lleva un jersey rojo y pantalón de chándal. Sin mediar palabra, llama a su mujer y comienza a gritar: “¡No voy a hacer esto! ¡No he acordado nada de esto! ¡Ya he dado todas las entrevistas que quería dar!”. Nos quedamos de piedra y creo que seguiríamos allí congelados si no hubiera aparecido su mujer al rescate: “Ennio, ya lo hemos hablado. Vienen desde España, siéntate con ellos. Pórtate bien y si eres agradable te prepararé la comida”. Quizás esto último no sea del todo preciso. Mi italiano deja mucho que desear, pero el tono de María Travia decía exactamente eso. Poco a poco le fuimos ablandando el corazón, contestó a todas nuestras preguntas y, al final, me firmó el vinilo de La Misión y hasta nos llevó a su despacho para enseñarnos sus dos Oscar.
Director Guillermo de Oliveira w. Ennio Morricone
Metallica sirven casi como un “McGuffin” a lo largo del documental porque van apareciendo brevemente, hasta el estallido final. ¿Cómo lograsteis entrevistar a James Hetfield?
Queríamos entrevistar a otros fans de “El bueno, el feo y el malo”. Famosos que aportaran algo de luz a nuestra tesis y que, desde la distancia, nos explicaran cómo veían ellos este fenómeno de los fans que peregrinan a la localización de su película favorita. A Tarantino no lo conseguimos (y eso que siempre ha dicho que es su película preferida de todos los tiempos), pero si llegamos a Álex de la Iglesia, a Joe Dante (director de “Gremlins”) y a James Hetfield. Conocíamos esa anécdota (casi spoiler para el que no ha visto el documental) de que comienzan todos sus conciertos desde 1983 con la escena de la llegada de Tuco al cementerio y el “Éxtasis del Oro” de Morricone. Con esa premisa iba preparado para una entrevista de 10 minutos en la que me explicara el origen de esa anécdota y poco más. Pero, para mi sorpresa, Hetfield estaba completamente fascinado con el trabajo de los fans y deseoso de comentar cada escena de una película que adora. Imagino que cuando has dado miles de entrevistas enfrentándote a las mismas preguntas, poder explayarte en algo tan poco frecuente es muy agradecido.
Las partes más entrañables las aportan los colaboradores cercanos de Sergio Leone, sobre todo su montador y su ayudante de cámara. ¿Cómo lograsteis contactar con ellos? ¿Qué imagen tienes ahora del legendario director italiano después de haber hablado con esa gente?
En el caso de Sergio Salvati (ayudante de cámara) conseguimos su contacto gracias a Peter J. Hanley. Cuando le llamamos la primera vez nos dijo: “Estoy a punto de entrar a quirófano en una operación a vida o muerte. Llamadme dentro de una semana y si contesto… es que todo ha ido bien”. Ni en esas perdía el sentido del humor. Es una persona verdaderamente entrañable: cuando le mostré la foto de cómo había quedado el cementerio reconstruido, me plantó un beso en la cara. Estoy deseando invitarle al estreno en España o Italia, lo que llegue primero. A Eugenio Alabiso (montador) lo descubrimos gracias a su nuera Begoña, que es española y se enteró por los medios de la reconstrucción del cementerio. Escribió a la Asociación y nos pusimos en contacto para ir a verlo a Roma. Un par de meses después, en el 50 aniversario de la película, vino a Burgos a la celebración y fue uno de los momentos más emocionantes de aquella noche. La ovación que recibió fue maravillosa. Un homenaje cálido de cinco mil fans rendidos.
La gran sorpresa del documental es la aparición de un sonriente y hablador Clint Eastwood. ¿Cuál fue su reacción al enterarse de qué trataba el documental? Es impresionante cómo guardasteis esa carta para sorprender al público en la proyección de la película…
Lo cierto es que Clint Eastwood es el único al que no logramos entrevistar en persona. Después de 10 meses de cartas, emails, llamadas y hasta un fax conseguimos enviar las preguntas a su productora y ellos grabaron la entrevista para nosotros. Aquello sucedió una semana antes del gran evento de julio de 2016, así que nos guardamos la sorpresa y cuando nadie esperaba más: ¡Boom! Aparece Clint en la pantalla para darles las gracias por el trabajo realizado y mostrarles su admiración y respeto. Es un momento épico e inesperado. El cierre perfecto.
Muchos profesionales afirman que los documentales cobran forma en la sala de montaje. ¿Teníais un guión muy definido al empezar el rodaje o hubo improvisación? ¿Qué dificultades os encontrasteis por el camino?
No puedo estar más de acuerdo. Hay muchos tipos de documentales, pero uno como “Sad Hill Unearthed” es en la sala de montaje donde se cocina. Era imposible tener un guión definido para algo así porque ni siquiera el éxito de la propuesta (reconstruir el cementerio) estaba garantizado. La historia se va abriendo como un camino a medida que lo recorres. No puedes contar con tener una entrevista con Clint Eastwood, pero cuando la consigues tus planes cambian por completo. Así que, durante meses, nos dedicamos a conseguir los mejores ingredientes para que cuando llegara el momento de cocinar pudiéramos hacer la mejor receta posible. Es cierto que conseguir las entrevistas parecía lo más complicado, pero salvado ese escollo, sentimos que todo vendría rodado. Obviamente, nos equivocábamos. Este documental necesitaba un montón de apoyo gráfico, visual y sonoro con derechos de propiedad intelectual: las fotografías de archivo, los clips de la película original, la música de Morricone, las imágenes de los conciertos de Metallica, los archivos del Ejército, etc. Todo es terriblemente caro, pero es que además la mayoría de las veces los titulares de esos derechos no te hacen caso o no tienen todos los derechos. Nos encontrábamos con cosas como que el 50% de los derechos para EEUU y Canadá pertenecen a fulano, el otro 50% a mengano y el resto del mundo nadie sabe quién lo tiene. Es un gasto de energía tremendo y muy poco agradecido porque quién ve el documental lo da por sentado. Es natural querer escuchar “Il Triello” cuando Morricone habla de cómo lo compuso, ¿no?
50 aniversario
Ahora ya estáis preparados para estrenar el documental. ¿Os planteáis presentarlo a festivales o proyectarlo en salas? Siempre he tenido la sensación de que este tipo de obras sobre “cultura pop” tienen más repercusión en el extranjero que en nuestro país…
Nos encantaría estrenar en salas, pero los documentales tienen poca cabida en los cines. Sabemos que en España apenas hay dos o tres documentales cada año que logren una vida digna en cartelera. A pesar de todo, vamos a intentar ser uno de ellos y por eso tenemos nuestro estreno previsto para mediados de octubre de este año. Nuestra ruta por festivales empezó en Tokyo el pasado mes de noviembre (dónde además hemos vendido los derechos por lo que allí también se estrenará en cines). Hemos llevado el documental al Festival de Cine de Santa Barbara (EEUU) y nuestra última parada ha sido el prestigioso festival BAFICI de Buenos Aires hace pocos días. No es como lo habíamos imaginado, pero ha sido en el extranjero donde hemos recibido nuestros primeros reconocimientos. En el fondo no es extraño porque es algo que ya habíamos comprobado con nuestra campaña de crowdfunding, donde recibimos donaciones de más 30 países. La historia de “Sad Hill Unearthed” es universal y es capaz de encontrar seguidores en cualquier rincón del mundo, así que esperamos poder traerla a España muy pronto.
Visto en perspectiva, ¿cuál es el mejor recuerdo que guardas del proyecto y del rodaje? ¿Qué has aprendido en todo este tiempo dedicado a Burgos y al cine de Leone?
Si tuviera que quedarme con una cosa sería la satisfacción del resultado final… y no me refiero al documental, sino al propio cementerio. Sentir que, de algún modo, nuestros pequeños logros han contribuido a alimentar el sueño colectivo de tantos voluntarios hasta hacerlo realidad. Hoy Sad Hill se ha convertido en un lugar de peregrinación para fans de todo el mundo que se maravillan ante la belleza del sitio y, desde hace meses, se trabaja para que sea declarado BIC (Bien de Interés Cultural). Ese nivel de protección es inédito en una localización de cine y sería el broche de oro a esta aventura.
Alex de la Iglesia
Director Guillermo de Oliveira w. Sir Christopher Frayling
Director Guillermo de Oliveira w. James Hetfield (Metallica)
Producer Luisa Cowell w. Ennio Morricone
Sad Hill Cemetery, 2016
Sad Hill Cemetery, 2015
Sad Hill Cemetery, 2017
Sergio Garcia (Asociación Cultural Sad Hill)
Triello, good, bad and ugly, 1966
Sad Hill