Málaga escalada 1969-1974

16 March 2017 Texto: Francisco Daniel Medina. Fotografía: Varios Autores. Fotos de la presentación del libro: Adriana Berrocal.

‘Los arrieros, cabreros o vecinos del pueblo eran la red social del lugar’.

Alix Books se estrena como editorial con una referencia que gira en torno a los orígenes de la escalada en Málaga. En esta entrevista, charlamos con José Antonio Berrocal y Loreto Wallace que nos cuentan una parte de la historia de esos pioneros malagueños. Aunque ahora quede ya un poco lejos e incluso nos resulte extraño, hubo una época en la que, para irte a escalar o a hacer una excursión en plena naturaleza, no había que pedir permiso alguno. Podías aparcar en cualquier parte, montar tu tienda, y pasar la noche tocando la guitarra a la luz de la luna y una fogata. Como en casi todos los inicios, el romanticismo también rodeaba a aquellas primeras escapadas que los aficionados a la escalada, el excursionismo o la espeleología, llevaron a cabo en Málaga en entornos ahora míticos como El Torcal o El Chorro. Entonces no había smartphones ni GPS de manera que la información acerca de las rutas que podías seguir la ofrecían los pastores, los guardias civiles o los arrieros. En todos los tiempos y en todos los lugares, el ser humano siempre ha experimentado la necesidad de explorar la naturaleza y tratar de superar los retos que ésta le planteaba. La montaña, de alguna manera, siempre ha sido una inmejorable metáfora del ansia de libertad y de superación del ser humano

¿Cómo surge la idea de armar este libro?
José Antonio: El germen es un poco mixto en el sentido de que ya teníamos una colección de fotos más o menos estructurada con la intención o la necesidad de  deshacer un entuerto. La Federación Andaluza de Montañismo ha publicado una historia del montañismo andaluz que no se corresponde con la realidad en los orígenes y, a raíz de eso, nosotros habíamos recopilado una serie de material que completase lo que ellos habían obviado consciente o inconscientemente, y con esa intención empezamos a documentarnos. Por tanto, el material ya existía y cuando el editor de Alix Books lo vio consideró que dicho material tenía el interés suficiente como para recopilarlo en un libro.
Loreto: El libro al que José Antonio hace referencia, el cual puede encontrarse en las librerías especializadas en la materia, se titula ‘Historia del montañismo andaluz’. Dicho libro llegó a mis manos, y cuál fue mi sorpresa cuando hablan de la primera vez que se escala en El Chorro y se omiten algunos nombres importantes. La primera vía, al menos que se tenga constancia, la abrimos Antonio Morales, Juan Luis Bellido y yo en junio del 72. Mencionan a otras personas de nuestro mismo club pero a mí me molestó que no se mencionase a otras que también tuvieron un papel protagonista en dicha historia. Aciertan en cuanto a las fechas pero no en cuanto a los protagonistas.
José Antonio: Por tanto ya teníamos ese material a mano y luego Alix llegó e intuyó que esas imágenes y esa historia merecían ser publicadas.
Loreto: Es que se da la paradoja de que, en Málaga, las paredes más emblemáticas, no la empezaron a escalar escaladores montañeros, o alpinistas como se decía, sino que empezamos a escalarlas espeleólogos como una manera de practicar nuestras técnicas. Y ese dato o esos primeros años son los que la historia de la Federación ha quitado de en medio.

 

¿Había aquí en el sur una cultura de montañismo o material e información al respecto?
José Antonio: Aquí no tanto pero en otros lugares de España sí había ya grandes alpinistas y también teníamos referentes importantes en nuestro país vecino Francia. Yo digo en un momento del prólogo que ya habíamos leído ‘El primero de la cuerda’, el libro de Roger Frison-Roche que es una novela cuya trama gira en torno al montañismo y más concretamente al tema de los Alpes y dibujaba la figura del guía de montaña.

A mí, que soy del 75, me ha llamado la atención cuando en el prólogo del libro que nos ocupa veo la fecha 1906 como fecha relevante en cuanto a los albores de esta práctica. ¿Cuándo podríamos situar aproximadamente los orígenes de la escalada en Málaga? ¿Con qué propósito se creó la Sociedad de Excursionistas de Málaga?
José Antonio: La Sociedad de Excursionistas de Málaga es una sociedad que se crea en el contexto de una Málaga socialmente muy desarticulada, con la finalidad de generar una cultura cercana o afín a la excursión, al campo, a la naturaleza, a ese interés nuevo que estaba surgiendo y que ya había germinado con anterioridad en otros lugares. Podríamos decir entonces que hay un primer excursionismo cultural con gente que va a los lugares cercanos en tren o en autobús, pero poco a poco surgen grupos que se van especializando y hay gente que va en motocicleta, caminando, etc. Por poner un ejemplo, el Doctor Lazárraga era un médico que se dedicaba al montañismo y fue el primero que empezó a subir a La Maroma y empezó a hacer ese tipo de excursiones. Como digo en el prólogo: van a “conquistar” las cumbres singulares de la provincia con la ascensión deportiva al Calamorro, Torrecilla y Maroma entre otros’. En esa época La Sociedad de Excursionistas de Málaga estaba formada por grupos de gente que cogían el tren y se iban al Chorro a hacer una excursión con amigos y familiares y pasar el día, que iban a Lucena y hacían un hermanamiento con la Sociedad de Excursionistas de Lucena, iban a los balnearios a pasar un fin de semana. Y en ese núcleo de 1906 hubo alguno, como el propio Miguel Such, que se dedicó más a la espeleología, a explorar cuevas.
Loreto: Y yo quisiera puntualizar que hablamos de gente de una clase alta, una burguesía, que eran los que tenían tiempo y dinero para dedicarlo a cierto tipo de ocio emergente que mezclaba, como bien ha dicho Antonio, el interés cultural e histórico con un interés por la naturaleza. Podríamos decir que se trataba de actividades más elitistas que con el tiempo se han democratizado.

 

¿Podríamos situar entonces el germen de la escalada en 1906?
Loreto: No, ahí estaría el germen del excursionismo.
José Antonio: Correcto. En cambio, para 1915 ya hay un grupo de gente que hace fotografía de los pinsapares, que hace excursiones geológicas por ejemplo a El Torca, y el propio Miguel Such que explora cuevas. Y en el año 1920 ya hay algún grupo de espeleólogos que, además de las excursiones clásicas de las que estamos hablando, ya hace escalada en Málaga. Se trata de un grupo disperso y no tenemos mucha documentación al respecto. Después, en el 36, existe una sección de montaña que se llama Grupo de Escalada de la Sociedad de Excursionistas de Málaga al que le hacen un reportaje en el periódico As titulado ‘En la Sierra de la Huma’ y que se publica a doble página el 30 de marzo de 1936. Meses después estalla la guerra, y ya no volvemos a hablar hasta que nosotros reaparecemos a finales de los años sesenta que son los años que documenta fotográficamente este libro.

Contadnos algo acerca del proceso de recopilación y selección de imágenes para el libro. Y qué criterio seguisteis a la hora de ordenarlas.
Loreto: El proceso ha sido relativamente sencillo por lo que te comentaba antes de que ya teníamos el material recopilado. Además, a mí me ha gustado siempre llevar una especie de diario visual y escrito de todo lo que hacíamos con lo cual tenía ese material bastante presente y a la mano. Yo acostumbraba a registrar lo que habíamos hecho, quiénes habíamos ido, y luego pegaba las fotos en un álbum junto con esa información. Otras fotos eran de Antonio Gálvez pero las tenía yo. Y en los casos de las imágenes que no estaban en nuestro poder, tampoco ha sido demasiado complicado porque las tenía gente de nuestro entorno cercano.
José Antonio: Como Loreto ha dicho modestamente, el hecho de que ella conservase los álbumes y los diarios ha sido crucial a la hora de sacar el proyecto del libro adelante. En cuanto al orden de aparición de las imágenes en el libro, hemos seguido un criterio principalmente cronológico.

 

Cuando existe poco material con respecto a un tema, supongo que no te puedes permitir ser muy exigente a la hora de cribarlo. ¿Qué criterios habéis seguido? ¿Se ha quedado material en el tintero?
Loreto: Hemos seguido unos mínimos criterios de calidad y, en base a eso, se han quedado fuera fotos que nos gustaban pero que, o bien estaban oscuras o desenfocadas, y por tanto no reunían las condiciones mínimas para aparecer publicadas en un libro.
José Antonio: Hemos manejado alrededor de trescientas imágenes y, como comenta Loreto, algunas tenían un valor temático pero no cumplían los requisitos técnicos mínimos.

¿Podríamos hablar de una secuela?
José Antonio: Podría haber una edición completada o mejorada en la que incluyéramos a más escaladores que no eran de nuestro círculo inmediato; de hecho, en esta versión ya lo hemos hecho para tratar de dibujar un fresco lo más riguroso posible de esos orígenes. Pero, a partir del 74, la historia ya le correspondería contarla a otros.
Loreto: Yo ampliaría más los datos, el relato, ya que este libro es más como un álbum visual con una visión romántica.
José Antonio: A Loreto lo que le pasa es que le gusta más la literatura y a mí más la imagen; de ahí que ella haga hincapié en la posible idea de ahondar más en el relato.

¿Mantenéis contacto con este mundo y con la gente de entonces?
Loreto: Mantenemos contacto aunque cada uno haya tomado caminos diferentes. Yo, por ejemplo, sigo vinculada al 100% con la espeleología y sigo formando parte de la Sociedad de Excursionistas y ahora salgo con mis hijos y nietos.

 

¿Y el panorama era mejor antes que ahora? Es decir, la escalada se ha popularizado y se han multiplicado sus practicantes y en Málaga, sin ir más lejos, contamos con una instalación indoor muy bien equipada.
Loreto: Yo no creo que sea mejor ni peor una época que otra sino sencillamente muy distintas y, por tanto, no creo que sea justo compararlas. Yo no cambiaría lo que viví. Entonces todo estaba por explorar y ni tan siquiera teníamos consciencia real de lo que estábamos haciendo. No nos considerábamos ni alpinistas ni escaladores ni nada por el estilo. Éramos jóvenes que salían al campo a vivir aventuras y eso sí creo que se ha perdido un poco ahora que todo está ya tan explotado. Pero también las nuevas generaciones pueden disfrutar de instalaciones y medios increíbles. Nosotros para ir a La Maroma teníamos que coger un autobús y tirarnos dos horas en la carretera o cuando íbamos al Chorro teníamos que descolgarnos rápido rapelando por las paredes, porque alguien recordaba que el último tren pasaba a las siete de la tarde y no lo podíamos perder. Eran otros tiempos. Yo trato de vivir con igual intensidad y pasión el antes y el ahora, hablo de espeleología porque yo ya no escalo. Ahora veo demasiada comodidad y demasiado turismo, demasiada burocracia que le resta magia al asunto. Tú antes te ibas al Chorro que es la pared más emblemática de Málaga y de toda Andalucía y no sabías por dónde atacarla; ahora es diferente y existen múltiples vídeos en YouTube, etcétera.

¿Tuvisteis en algún momento la noción de ser unos privilegiados por poder disfrutar en una soledad absoluta y sin trabas de aquellos parajes paradisiacos?
José Antonio: Nosotros nunca tuvimos la conciencia de ser unos privilegiados. Supongo que cuando tu presente es ése y no sabes cuánto va a cambiar el entorno en el futuro, no puedes adelantarte a esa sensación. Nosotros simplemente estábamos allí, vivimos el momento que nos tocó vivir, y con el paso de los años nos hemos dado cuenta de lo afortunados que fuimos por poder hacer un fuego de campamento por la noche, pudiendo acampar con nuestra tienda y nuestra guitarra en cualquier lugar sin tener que pedir permiso alguno.

 

Hablamos de actividades que, por su propia naturaleza, entrañan cierta dosis de riesgo y hablamos de una época en la que no había demasiados medios y los lugares eran desconocidos. ¿Habéis puesto en alguna ocasión en peligro vuestra propia integridad física?
José Antonio: Yo los llamaría deportes de aventura y la pregunta que me haces se responde fácilmente. Tú haz la lista de todos los contratiempos que te puedas imaginar y todos nos han sucedido. Desde incidentes como no llevarte la comida y pasar más hambre que un caracol en un espejo, no tener agua, tener que dar marcha atrás por haber tomado una vía equivocada o que sencillamente no sabíamos adónde llevaba, y tener que rapelar con la cuerda al cuerpo, perderte en El Torcal y tener que dormir unos encima de otros en mitad de la noche con un frío considerable, haber dormido dentro de un sumidero y que te sorprenda una tormenta y tener que salir de allí porque veíamos entrar el río y que el nivel del agua subía por momentos. En fin, como te he dicho antes, nos ha pasado de todo lo cual era lo normal teniendo en cuenta la edad que teníamos y donde nos metíamos. Antes nos informaban los pastores, los cabreros, los arrieros, nada de gps ni de blogs del tema. A veces la guardia civil nos sorprendía en mitad de la noche porque no era normal pasar la noche en el campo como forma de ocio pero, en cuanto comprobaban que no éramos más que unos jóvenes que no entrañaban ningún peligro y no contrabandistas, nos dejaban en paz e incluso nos ayudaban si teníamos alguna duda acerca de dónde estábamos o adónde queríamos llegar, etcétera. Eran otros tiempos.
Loreto: Recuerdo la anécdota del sumidero y fue duro. Hemos tenido desde percances leves hasta cosas más graves.
José Antonio: También quiero recalcar que en nuestro grupo, por fortuna, siempre hemos sabido gestionar bien el riesgo. Nunca hemos tenido madera de héroes; nosotros hemos llegado a un enclave, hemos visto que la pared era muy complicada, y nos hemos bajado, hemos comido un par de chorizos en plena naturaleza, hemos tocado la guitarra y adiós muy buenas. A menos que te pille como nos ha pillado en La Sierra de La Concha en Marbella la lluvia y la niebla en plena pared, a cincuenta o sesenta metros de la cumbre, con la pared vertical y resbaladiza, y son esos momentos en los que uno pensaba que tal vez estaría mejor en su casa, pero tirábamos para adelante y siempre resolvíamos la papeleta; de hecho, aquí estamos contándotelo.

 

¿Y vuestros padres eran realmente conscientes de lo que hacíais?
Loreto: No. Ellos sabían que íbamos al campo pero siempre les manteníamos al margen de lo que verdaderamente hacíamos. No le contábamos nada de lo que te hemos relatado antes.

¿Y por qué zonas os movíais principalmente?
José Antonio: Nos movíamos en el entorno cercano a la ciudad porque no teníamos muchos medios y, como hemos comentado antes, dependíamos mucho de las rutas del autobús y del tren.
Loreto:
Aún así nos hemos movido por toda la provincia de Málaga. Teníamos un amigo que tenía un Seat con el que explorábamos todos los rincones de los que teníamos constancia. Pero si te refieres a desplazamientos para escalar, principalmente era la parte de San Antón, La Cala, el Monte Coronado y El Chorro por la facilidad del tren, y también hacíamos escapadas más esporádicas a Marbella. Y también hicimos unos cursos que entonces impartía La Escuela Nacional de Montaña. Los hacíamos en Granada y, gracias a ello, empezamos a contactar con aficionados de otros puntos de la península.

Ahora cualquier persona con un smartphone puede hacer una foto que sirva como portada de una revista, pero no era vuestro caso. ¿Qué material empleabais?
Loreto: Yo siempre he sido aficionada a la fotografía y tenía un equipo modesto pero suficiente para inmortalizar aquellos momentos. Pero no íbamos con una mentalidad de fotógrafo ni con la intención de hacer fotos artísticas. En aquel momento, si me llegas a decir que algunas de aquellas fotos pasarían a formar parte de un libro no me lo habría creído. Las fotos se hacían para recordar los ratos que pasabas con tus amigos, como hacía casi todo el mundo, con la salvedad de que, como lo que nosotros hacíamos era irnos a la montaña, pues eso era lo que retratábamos.
José Antonio: El único que podríamos decir que poseía un cierto criterio de perdurabilidad era Antonio Gálvez, que era un poco mayor que nosotros, y él siempre se preocupó de que en el grupo llevásemos una cámara de una cierta calidad. De manera muy colateral, creo que él sí parecía tener ya una intuición de que documentar aquellos momentos podía tener algún interés de cara a generaciones futuras. Y también ahora que lo recuerdo, Loreto compró una Kodac Instamatic que eran baratas pero la de ella era de una gama más alta. Era un modelo metálico y robusto que dio mucho juego durante aquellos años.
Loreto: Es cierto, y yo la compré porque mi abuelo era muy aficionado a la fotografía y por tanto de ahí surge mi afición también. Pero lo de la cámara buena era anecdótico; yo ganaba algo de dinero porque trabajaba en una oficina, pero entonces, en términos generales, nos veían como unos desarrapados que iban mal vestidos y llenos de barro y más bien despertábamos miradas recelosas. Y si comprábamos algo de material específico era en Deportes Zulaica.

 

Supongo que entonces nadie llevaba pies de gato ni nada por el estilo.
Loreto: Olvídate de pies de gato; entonces se llevaba la bota cuanto más rígida mejor, de manera que pudieras apoyar el pie y te quedaras ahí fijo. Eso era lo que primaba.
José Antonio: Exacto, se buscaba que la bota, al apoyarla, hiciera las veces de una tabla que sostenía establemente tu cuerpo. En Montserrat escalaban con alpargatas que podríamos considerar el precedente de los actuales pies de gato.

¿Se conserva algún vídeo?
José Antonio: Yo sí conservo una película de Super 8 de unos diez o quince minutos de duración en la que estamos entrenando subiendo escala y rape y el torno en el Monte Coronado. La película es de Paco Cantos que me ha pasado el vídeo y tengo intención de subirlo a YouTube.

¿Qué cualidades reúne Málaga para haberse convertido en un referente para los escaladores?
José Antonio: El clima y que es la segunda provincia más montañosa de Andalucía después de Granada. La gente conoce más El Chorro, que tiene una importancia internacional, pero la zona de Villanueva del Rosario es también brutal. Ahora Málaga es una industria potencial. Tenemos el clima y tenemos las condiciones físicas.

Se hizo una presentación para los medios en Deportes La Trucha. ¿Cuál está siendo la acogida general?
José Antonio: La acogida está siendo muy positiva porque el libro, además de contar en imágenes una historia, posee el encanto de que se trata de imágenes en blanco y negro, imágenes espontáneas que conectan automáticamente con el recuerdo y la nostalgia. Y también opino que fijan un punto de referencia sobre el que pueden pivotar historias futuras.
Loreto: Yo cuando veo el libro no siento nostalgia de un pasado mejor. Como dije antes, a mí siempre me gusta vivir el momento en el que estoy y el libro para mí significa la corroboración de que aquellos años de juventud fueron muy buenos y no los cambiaría por nada, aunque entiendo que para otros pueda significar algo así como el punto de conexión con un pasado que quedó atrás. Tal vez mi visión sea sutilmente distinta porque yo he seguido y sigo al cien por cien en activo.
José Antonio: Ella sigue tan activa que, sin ir más lejos, el domingo pasado estuvo en la cumbre de La Maroma.

 

José Antonio, y a ti como fotógrafo profesional, ¿te sigue interesando la montaña como tema?
José Antonio: A mí nunca me ha interesado. Yo me he ganado la vida como fotógrafo comercial porque tenía que vivir de algo pero para mí, cuando salía de ocio al campo, llevar la cámara colgada al hombro suponía un estorbo.
Loreto: Yo sí estoy interesada en la fotografía subterránea y soy autora de un blog llamado ‘Memoria subterránea’.

¿Y cuál es la principal particularidad de esa modalidad de fotografía?
Loreto: Pues que hay una carencia total de luz y la iluminación la tienes que trabajar tú toda. Hay que iluminar, buscar el ángulo, transportar el material a un lugar de difícil acceso, donde luego tienes que trabajar sobre un piso que no es estable sino más bien resbaladizo, hace frío, y los espacios pueden ser estrechos, etcétera. Pero insisto en que, ahora mismo, es el tipo de fotografía en el que estoy interesada y, a pesar de las dificultades, lo hago porque me gusta. En toda fotografía hay un factor sorpresa y yo aún no he conseguido expresar en una fotografía lo que estoy viendo. Por tanto, se trata también de un reto personal.

¿Pero hablamos de fotografías figurativas?
Loreto: Sí, a mí siempre me ha interesado la fotografía en la que aparecen personas. Además, te sirve a modo de escala para hacerte una idea del tamaño de las formaciones y, además, porque a mí personalmente me gusta el factor humano en la foto, el tratar de incluir las emociones y la historia de las personas.

Y para ir terminado con la charla, ¿qué actos hay planeados a corto plazo?
José Antonio: Pues tenemos ya prevista una presentación en el Ateneo de Málaga, donde la idea es llevar a cabo una charla tomando el libro como excusa y acompañar la charla con la proyección de imágenes. También nos gustaría que la presentación sirviera para que, todos los que vivimos aquella época y estuvimos de alguna manera vinculados a la montaña, nos volvamos a reunir y podamos compartir anécdotas y vivencias para que, como dije antes, este libro pueda servir como punto angular para el nacimiento de otros proyectos o, como mínimo, para volver a recuperar el contacto con gente a la que nos une una misma pasión, en última instancia, por la naturaleza. Y estamos abiertos a llevar estas presentaciones y charlas a todos los espacios que quieran acogerlas. Nos parece importante que se conozca el origen de estas prácticas, y saber lo que significa la escalada en sus orígenes y cómo eran lugares como El Caminito del Rey que ahora se ha convertido en uno de los lugares turísticamente más potentes de la provincia, que ha venido a dinamizar todo el interior. Y ese caminito estaba ahí abandonado por completo y los escaladores lo han convertido en su casa y siempre han estado reivindicándolo y potenciándolo, abogando por su conservación y restauración. Posiblemente, de no haber sido por esa presencia de escaladores y de otras gentes a los que les interesaba aquello, es muy probable que El Caminito del Rey hubiera pasado desapercibido y seguiría siendo un lugar olvidado.
Loreto: Yo rubrico totalmente lo que acaba de decir José Antonio y animo a todo aquél que sienta interés ya sea por la escalada, la espeleología o las excursiones al aire libre, a que se pase por el Ateneo a compartir sus experiencias con nosotros. Al final este libro es una visión parcial y todo argumento o dato que ayude a completar la historia será bienvenido.

 

 

MALAGA ESCALADA 1969 – 1974

 

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