Caleta Palace. Revolución y tragedia en Málaga

29 January 2024 Texto: Redacción. Fotografía: Archivo Caleta Palace.

El Caleta Palace conoció entre 1936-37 un bullicio único, que es comparable al del hotel Florida de Madrid. En su American Bar se cruzaban corresponsales de muchas las nacionalidades, asesores militares e incluso algún espía. Se alojaron la noruega Gerda Grepp, el escritor Arthur Koestler, y hasta es posible toparse con el gobierno militar en pleno: el coronel Villalba y el general Kleber. De sus salones salen las crónicas que se publican en periódicos de toda Europa. La Málaga asediada se ha convertido en centro de atención y su salvación en una prioridad mundial.

La película “Caleta Palace” completa el avance que ya fue el cortometraje “Paraíso en llamas” (2020), que obtuvo varios reconocimientos: premio Carmen, en la primera gala del Cine Andaluz, premio Imagenera, y una nominación al premio Goya a mejor cortometraje documental. Entonces se centró en 1 episodio: los últimos días de la Málaga republicana, con 3 personajes… ahora van 8 personajes, habiendo dejado fuera a otros 4 (inicialmente eran 12) aunque testimonios literarios de aquellos 7 meses de Málaga hay unos 25. Y esto ya es excepcional y poco conocido incluso en nuestra ciudad.

Sin duda, el director José Antonio Hergueta, además de contar una historia increíble, ha hecho un film necesario, contar lo que ocurrió durante una época en nuestra ciudad Malaga, y que apenas se conoce (y mucho menos por los lectores de Staf Magazine). Así que hemos decidido preguntarle un poquito por su nuevo documental “Caleta Palace”.

 

 

Jose Antonio, cuéntanos un poco sobre tus labores. ¿A qué te dedicas? ¿De donde viene tu pasión por la historia de malaga, el cine documental…?

Como cineasta siempre busqué la manera de construir relatos que se salieran aunque fuera un poco de la narrativa habitual o profundizaran de alguna manera en lo que se cuenta. De hecho, empecé en la videocreación, que había abierto un hueco entre el cine -que no consideraba mucho la experimentación- y las artes plásticas, donde llegué a exponer videos y videoinstalaciones en algunos festivales importantes o el mismo Reina Sofía. Curiosamente la guerra civil me acompañaba ya entonces desde algunos de mis primeros trabajos de videoarte y fue protagonista del el primer vídeo que podría considerarse documental creativo de mi filmografía: “La tierra de la madre” (1993). Trataba de los llamados “niños de la guerra”, tema en que descubrí los archivos hasta convertirme en experto; y el azar quiso que cuando una década después volví a vivir en Málaga, donde había nacido, apareciera un submarino hundido frente a mi casa. Esa historia la conté en “Operación Úrsula” (2006) y fue durante la investigación que apareció la clave de “Caleta Palace” (2023). Me fascina la historia en general, pero es que además, a menudo, ofrece un reflejo muy vivo del presente que es lo que más me atrapa.

 

 

¿Por qué una película sobre esa época de Málaga? ¿Y porque el punto de vista de los extranjeros que vivieron o pasaron por aquí esos años en Málaga?

La guerra civil es, a nivel narrativo, un pozo sin fondo del que se podrían estar contando relatos sin fin. Cualquier otro país lo haría en su literatura, cine, teatro… porque, como cualquier guerra, está llena de conflictos humanos, situaciones en que cualquiera es llevado al límite, y sale lo mejor y lo peor del ser humano. En el caso de Málaga, los primeros siete meses de guerra ofrecen un estallido revolucionario que, aunque ilusionante, se va torciendo por la falta de organización y objetivos, cierta indolencia y el sangriento ajuste de cuentas que, al mantenerse durante meses, llega a ser denunciado por el propio Gobierno republicano. Es verdad que ese gobierno abandona al frente sur y Málaga jamás recibirá ayuda ni refuerzos, mi sensación es que la dieron por perdida casi desde primera hora, y eso es otra tragedia. Más cuando los primeros bombardeos sistemáticos se dieron en Málaga, antes incluso que en Madrid; y también la primera intervención militar extranjera masiva: la conquista por un ejército italiano que Mussolini había enviado a Cádiz desafiando todos los tratados de no intervención. Todos estos elementos hicieron ya atractiva a Málaga para la mirada internacional, pero es que además la ciudad ya tenía ese carácter cosmopolita y una importante colonia extranjera que se reunía en el hotel Caleta Palace, entonces punto de encuentro de militares, intrigantes, corresponsales de guerra, espías y contrabandistas. Lo propio de cualquier foco bélico y más dramático aún si te imaginas una ciudad sitiada.

 

 

Cuéntanos un poco del planteamiento de hacer este tipo de documental. Es un formato que no se suele ver mucho en documentales… ¿Contento con el resultado? 

Lo que me parecía excepcional de Málaga es la profusión de relatos sobre un episodio que siempre se ha considerado menor en el relato general de la guerra civil, hasta el punto de ni siquiera mencionarse a Málaga en muchos manuales y libros de Historia. Pero resulta que no son pocos los extranjeros que quedaron tan impactados por lo que vieron y vivieron como para necesitar dejar sus experiencias en libros y diarios, algunos de los cuales se empezaron a publicar en ese 1937. Ese era ya un motor para que esta historia necesitara ser contada. ¿Qué fue eso tan fuerte que les dejó tocados? Sus observaciones, independientemente de sus afinidades políticas, entran más de lleno en la emoción, la humanidad de quienes les rodean y las reacciones ante situaciones tan críticas. Eso era lo que yo quería preservar y es por eso que busqué una fórmula que se apoyara en ellos, en sus relatos y sus voces, y de ahí surgió este híbrido, especie de falso documental, algo ya inventado y que he adaptado para que emerjan por encima de mí y de todo lo demás del relato. He tenido que adaptarme a lo que la realidad me ha permitido rodar pero sí, he quedado contento porque, además, he podido contar con un elenco extraordinario.

 

 

¿Cómo llega a ti esta historia, llevabais tiempo dándole vueltas?…

Pese a ser yo malagueño fue un norteamericano, el historiador Willard Frank, que había descubierto la Operación Úrsula, que desvelaba el destino de un submarino español hundido en Málaga durante la guerra civil, quien me señaló el tema y me regaló varios libros que todavía entonces no habían sido traducidos, como “Mi casa en Málaga”, de Sir Peter Chalmers-Mitchell, que es quien mejor retrata la Málaga de 1936-37. En ese momento yo estaba saturado de guerra civil, pero el asunto me intrigó: que hubiera varios episodios que se contaban desde distintos puntos de vista, y que apenas se conociera más que a algunos, como Gerald Brenan. Incluso en Málaga apenas había consciencia de esto. Durante los siguientes años fui tirando del hilo y salieron más de una docena de libros, algunos de una calidad incontestable, como el de Gamel Woolsey (“El otro reino de la muerte”, conocido como “Málaga en llamas”), el de Arthur Koestler (“Diálogo con la muerte” y también sus memorias) o la novela “Monte Sancha” de Mercedes Formica, exquisita, y que aún toca más la fibra en sus memorias (“Pequeña historia del ayer”) con una sensibilidad fuera de serie. También fue encontrando otros testigos que no escribieron pero hacían fotos, algunas tan excepcionales como las de Walter Reuter, que luego será fotógrafo oficial de la República. E incluso aparecieron personajes que estuvieron de paso como André Malraux, cuya escuadrilla España hizo la última misión aérea en vísperas de la caída de Málaga, y casi murió aquí al ser su avión derribado en la costa granadina. Lo de Málaga es una conjunción impresionante comparable a lo que pasó en el madrileño hotel Florida, aunque sea en otra escala.

 

 

¿Cómo te planteas toda esa labor? ¿qué tiempo para realizar todo el trabajo, de que equipo contáis…?

Cualquier investigación requiere tiempo para avanzar y también para rumiar lo avanzado. Normalmente un documental supone una involucración de unos 5 años, de los cuales al menos 3 para producirlo, pero todo arranca mucho antes. En este caso, lo vi claro fue en 2017, así que en total ha sido un poco más, aunque en medio hayamos sufrido un confinamiento que supuso una paralización general en la búsqueda de financiación. Es verdad que en el camino decidí que, antes de producir “Caleta Palace”, haríamos un cortometraje que sirviera para probar el dispositivo de “falso documental”. “Paraíso en llamas” salió muy bien, incluso hemos podido reutilizar parte de lo grabado entonces en el montaje del largo, tal como previmos. Lo cierto es que obtuvo varios premios y estuvo nominado al Goya, lo que fue una gran satisfacción, pero sobre todo sirvió para presentar el tema y enfoque que quería darle.

 

 

¿Qué dificultades has encontrado en la realización del mismo?

Soy productor independiente y, aún con 25 años de trayectoria y amplia experiencia en coproducción internacional, MLK Producciones no deja de ser una productora independiente en un paisaje siempre difícil: financiar y distribuir películas documentales en un país que no acaba de creer en ello. Es verdad que el interés hacia el documental no deja de crecer, pero son pocas las ventanas a las que dirigirse, casi todas públicas y siempre mal dotadas de fondos. Es una contradicción, pese a la curiosidad de la audiencia, que se mantenga así de frágil la producción es una pena, y tampoco desde el ámbito privado hay un verdadero impulso. Hacer buenos documentales requiere una estructura profesional y recursos que a menudo se nos regatean. Es lamentable porque refleja la capacidad de un país de contarse a sí mismo: su pasado, su presente, su futuro… mediante el audiovisual, que es la más atractiva y universal de las escrituras. Gracias al respaldo de las televisiones públicas, primeramente Canal Sur y después Televisión Española, hemos podido levantar un proyecto que también se ha servido de otras líneas de ayuda e inversión privada, pero es casi un milagro conseguir financiar y después distribuir una película así. En ese sentido la nominación al Goya está siendo un gran impulso para poder llegar a más públicos.

 

 

¿La mayor alegría para ti del documental y el momento quizás más duro?

Siempre hay momentos duros e incluso muy duros que, cuando la película está ya terminada y empieza a tener vida propia, se van olvidando. El camino de cualquier producción está lleno de baches y dificultades a veces extremas, pero es parte del juego para convertir una idea en guion, y luego en cine. En alguna de esas curvas estuve a punto de renunciar a tener los actores en imagen y casi acepté que estuvieran en off, locuciones, básicamente por motivos económicos. Felizmente lo pudimos sortear y organizar un rodaje nada fácil y muy apretado, pero suficiente para tener el resultado final. Quizá la mayor alegría fue proyectarles la película terminada en un pase privado y comprobar que la apuesta no sólo había valido la pena, sino que estaban estupendos todos, los ocho intépretes -que, desgraciadamente, no habían podido coincidir en el rodaje y tenían hasta ese momento una visión muy parcial de la película. Comprobar que les gustaba fue una gran satisfacción.

 

 

¿Qué no has podido meter en la película que te hubiera gustado?

He tenido que dejar fuera a varios personajes: inicialmente eran 12 los testimonios reales y, pese a su valor e intensidad, resultaban demasiados para un largometraje. De hecho, los ocho presentes ya suponen el límite de lo que cabe en una historia coral, y así me lo repetía Regina Alvarez, mi coguionista, con toda la razón. Entre los cuatro que tuve que sacar se encontraba alguno tan especial como la soldado rusa Elizabeta Parshina, que asiste a la caída del alto mando militar en Málaga, y sale luego por la carretera hacia Almería, la famosa Desbandá, que también está se aborda en “Caleta Palace” pero brevemente y con gran delicadeza. Es importante que lo recalque, porque siendo el episodio más conocido hoy de Málaga, mucha gente espera que ocupe más espacio en la película y es una decisión muy consciente: precisamente por la importancia que tiene no podía desarrollarlo más aquí, porque es una historia diferente que requiere una película específica. Y creo que, además, debería ser una ficción dirigida a aun público muy amplio, por ser una historia tan potente y universal. Es algo en lo que ya estoy trabajando.

 

 

Hoy en día en Malaga hay muchos conocidos que quieren trabajar la historia y la investigación. ¿Podrías dar alguna pista para aquellos lectores amantes de la historia de Malaga, y el documental y les gustaría tirarse al barro a hacer un documental y que en muchos casos, saben mucho de realización/montaje… pero no tanto a la hora de conseguir financiación…?

Afortunadamente el interés ha crecido en los últimos años tanto entre quienes quieren saber y quienes quieren contar historias, ahora más viable con las herramientas audiovisuales. Aún así hay que ser consciente de lo diferente que es producir un documental (o un documento, por ser precisos) que sirva para desvelar una historia poco conocida, bien para una difusión online o alternativa, frente al coste y dificultad de hacerlo para la televisión o plataformas. Mi consejo a cualquiera que quiera dedicarse a esto sería, en primera instancia, que hay que ver mucho cine: películas, documentales, archivos… es imprescindible ver lo que otros han hecho antes, sean quienes sean, estudiarlo. Y luego, decidir qué contar y cómo hacerlo. Hoy por hoy todos esos archivos están disponibles y en su mayoría online, por eso no veo excusas a saber lo que otros han hecho o intentado, y encontrar el enfoque adecuado para cada historia. Antes de tirarse al monte (y eso también conviene hacerlo) es importante documentarse, sobre todo si uno se pretende documentalista.

Luego, aparte de eso, recomiendo mucho respeto: a la Historia, a las historias, los personajes, las épocas… conviene viajar sin prejuicios, o aprender a ponerse en el tiempo y piel de aquellos sobre quienes se quiere investigar. Pero también respeto al espectador: un verdadero documental ofrece contenidos, quizá pueda orientar en una dirección o hacia una idea, pero no debe ser conclusivo y sí permitir al espectador que saque sus propias conclusiones. Esto es importante porque, si bien a veces nos mueve la necesidad de sacar episodios del olvido, no podemos dar una solución masticada si de verdad pretendemos abrir nuevas vías de reflexión y romper dinámicas de negación y olvido.

 

 

¿A que otros momentos históricos de Málaga te gustaría hincarle el diente? O… ¿a qué otros momentos de la historia en general te gustaria dedicarle un documental?

Ahora mismo estoy inmerso en otra producción documental sobre tema histórico pero yendo mucho más atrás: a la protohistoria. Un documental sobre Tartessos y los fenicios que también se sitúa en Málaga y todo el sur de la Península Ibérica, y que refleja muchos aspectos de la actualidad, aunque parezca tan lejano. Otro tema y época que me acompaña hace tiempo es la Generación del 27, de la que Málaga fue un foco de luz e inspiración, quizá incluso su capital, sin que esto haya trascendido suficientemente. Estamos produciendo un documental sobre Vicente Aleixandre y en camino está un proyecto mayor sobre ese círculo literario en torno a las revista Litoral y la imprenta Sur. Pero no creo que me abandone la guerra civil, ni Málaga: sigo fascinado con ese momento y con personalidades tan olvidadas como Remigio Verdía y Baudilio Sanmartín, por ejemplo, o la Desbandá, de la que ya he dicho que estoy preparando otro proyecto muy ambicioso.

 

 

 

 

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