“Cuando era pequeño siempre dibujaba y ya sabía que quería ser artista. Mi primer encargo remunerado fue diseñar unas tablas para Dogtown en San Francisco, pero no fue realmente hasta el año 2000 cuando empecé a vivir de mis creaciones”. Así resume su aventura creativa Bwana Spoons, un artista originario de Norcal (San Francisco) que reside desde hace 16 años en la ciudad de Portland y que se dedica a diseñar toys, zapatos y cualquier tipo de utensilio que se cruce en su camino. Un trabajo que enlaza claramente con su espíritu inconformista y que se sitúa en un cruce de caminos entre el arte folk, los libros infantiles y la pasión por la naturaleza.
Cuando le preguntamos qué quiere conseguir realmente con su obra, Bwana sonríe nos cuenta que su mayor deseo es “hacer que la gente pare, mire mis creaciones durante un rato y que se rían o se sientan enfadados. La clave es que piensen en algo y no lo olviden. El arte está cambiando constantemente el mundo que nos rodea, no sé si podría parar una guerra o llevar agua a quienes no tienen, aunque es algo que consigue sacudir la conciencia de la gente”.
A pesar de sus ideales utópicos y de sus ganas de influir de manera positiva en la gente, Bwana también ha participado en proyectos divertidos y extravagantes. Éste es el caso de la instalación que diseñó para la marca Hurley hace unos años. “Era un espacio enorme, lo cubrimos con una red de pescar, le pusimos un tótem y creamos un volcán del que salía humo y en el que se podía patinar”. Aunque el artista no duda en afirmar que la inspiración le asalta de manera inesperada cuando está perdido en medio de la naturaleza escuchando discos de Fela Kuti, cuando viaja haciendo autoestop, cuando está nadando, mirando gusanos o buscando setas. “Me encanta viajar a sitios que no conozco, conocer gente nueva y salir con otros artistas, aunque también adoro practicar skate en lugares inusuales”.
Es curioso comprobar como los artistas tienen una gran dificultad a la hora de decidirse por una imagen utópica que haya marcado su vida. En el caso de Bwana, todo se resume en sueños que le transportan a montañas y a trenes que lo arrastran por grandes superficies de agua.
“Por alguna razón que desconozco, mi interior piensa que tengo demasiadas cosas que hacer, pero ¿qué diferencia hay entre ahora mismo y cualquier otro momento de mi existencia?”. Sea como sea, su hiperactividad y sus sueños no le impiden afirmar que el arte debe estar en todas partes y que debe ser accesible para todo el mundo, ya sea en museos, galerías o callejones oscuros.
Un universo fascinante formado por toys y creaciones artísticas que se ha convertido en su particular manera de ver el mundo (y de ganarse la vida). “Mucha gente dice que esto debería ser sólo un hobby, por este motivo estoy contento de poder afirmar que me gano la vida gracias a ello y que obtengo todo lo que necesito… amigos, felicidad, éxito, fracaso, no podría imaginar mi vida sin todo este arte”.
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