Ayer se respiraba un ambiente especial en Arenys de Munt (un pueblo del Maresme, a 60 km de Barcelona). No en vano, se inauguraba oficialmente la recuperación de su legendario skatepark (el primero que se construyó en España) y no faltaron todos los patinadores que habían participado en las duras tareas de excavación. Pero antes de contar todo lo que aconteció en este día tan memorable, lo mejor es cerrar los ojos, recuperar las fotos en blanco y negro y viajar en el tiempo.
La historia de este lugar se remonta al año 1978, cuando un americano llamado John McDonald, que veraneaba en Arenys de Munt, decidió ceder su terreno en la montaña para construir un skatepark, como los que triunfaban en los Estados Unidos. Poco podía imaginar que aquel spot enseguida se llenaría de aficionados al patín (todos ellos muy jóvenes), que se instalaría una tienda de skateboard e incluso que un avispado empresario pediría permiso al ayuntamiento para abrir un chiringuito de refrescos. Aquella cultura nacida pocos años antes en California, había cruzado definitivamente el charco y se había instalado en un pequeño pueblo de España, ante el asombro de los habitantes, que no entendían la pasión que levantaba aquel lugar. Eran los días posteriores a la muerte de Franco y el país aún vivía pendiente de una transición política que trajera color e ilusión después de cuatro décadas en la sombra. A pesar de todo, el fenómeno del patín era algo que aún no entraba en los planes de nadie.
Como se ha repetido miles de veces en los medios especializados, la cultura del patín empezó a desarrollarse plenamente en nuestro país a principios de los años 80, aunque poco después inició un lento proceso de decadencia (hasta el boom definitivo a finales de la década). Entonces fue cuando se empezó a cuestionar el futuro de un skatepark como el de Arenys de Munt, puesto que era el lugar perfecto para el asentamiento de chabolas y el refugio improvisado de yonkis. Evidentemente, los vecinos se quejaban día si, día también, al ayuntamiento y aquel panorama tan desolador sólo tenía una solución: tapar el lugar para que no hubiera problemas. Era el año 1984 y se vivía el final de una época irrepetible.
Han tenido que pasar casi tres décadas y muchas modas para que el destino de este spot legendario empezara a recuperar el esplendor de antaño. Todo empezó hace tres años, cuando algunos skaters locales como Jordi Llamas, José M. Roura, José Noro, Jairo y Enric Tejerina (entre muchos otros que fueron sumándose a la aventura) se obsesionaron con recuperar aquel skatepark del que tanto habían oído hablar y que estaba enterrado en la ladera de una montaña. Aunque el proceso de recuperación ha pasado por varias fases y ha supuesto un gran sacrificio por parte de muchas personas, que han dedicado su tiempo (y su pasión) por el amor a esta cultura.
Hace un año y medio, la gente de Nike SB decidió empezar a apoyar este proyecto tan ambicioso (a petición de José M. Roura), pero con la condición de respetar la motivación original y el carácter altruista que reinaba en las tareas de recuperación del spot desde el principio. Tal como comentaron ayer los responsables de la marca, su implicación consistió en aportar algunas herramientas y material necesario para realizar las excavaciones. En el caso del bowl, fueron 8 metros de profundidad y, en algunos momentos, requirió el uso controlado de explosivos para poder quitar las rocas que había acumuladas. Como si de una excavación arqueológica se tratara, cada día fueron apareciendo objetos que habían permanecido enterrados todos estos años, como latas de Coca-Cola típicas de los 80, flyers promocionales del skatepark original, fragmentos del chiringuito y otros elementos “vintage”, que demuestran que la actividad en aquel lugar fue mucho más importante de lo que se imaginaba en un primer momento.
Todo este trabajó de recuperación culminó hace tres meses, cuando se terminó de desenterrar el bowl y la pista central. Un momento muy emotivo que contó con una inauguración espontanea por parte de los participantes (con botella de champán incluida). Aunque el evento oficial se celebró ayer (7 de marzo) y fue un éxito de asistencia de skaters y medios especializados, que no querían perderse un momento tan simbólico dentro del mundo del patín.
Estaban casi todos los implicados en el proyecto, que no se cansaban de hablar sobre su hazaña y tampoco dejaron pasar la oportunidad de patinar en una mañana tan soleada. Se oían gritos de alegría, se notaban los nervios de hacer público aquel “descubrimiento” y, además, contaron con la visita de una leyenda del monopatín como Lance Mountain que (invitado por Nike) no quiso perderse la fiesta en el primer skatepark de España. No en vano, antes de lanzarse al bowl con el resto de patinadores, Lance fue preguntando a los locales por la historia del spot, disfrutó de la barbacoa improvisada y quedó maravillado del lugar.
Para conmemorar este proyecto tan ambicioso, se ha editado un libro con las mejores fotografías de todo el proceso y también se ha producido un corto documental titulado Digging, que nos cuenta toda la aventura que vivieron estos skaters para hacer realidad su sueño. Tal como comentaron los responsables de Nike SB, la exposición fotográfica, el documental y los objetos que se encontraron durante las tareas de excavación se exhibirán en varias tiendas de la marca durante un año, para dar a conocer el proyecto y difundir los valores que lleva asociado. Aunque debemos recordar que más de la mitad del skatepark original de Arenys de Munt sigue enterrado en la montaña y aún hay mucha historia que desenterrar, igual que en muchos otros pueblos de España…
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