En la década de los ‘90 hubo un nombre en el mundo del surf Andaluz que destacó por encima del resto. Un tipo inquieto e inconformista. Emigró a Venezuela casi siendo un bebé y regresó aún de niño. Allí probó, siendo muy pequeño, eso de cabalgar olas sobre una tabla. Consiguió ponerse de pie a la primera, y el colega que le prestó la tabla alucinó al ver las maneras de un joven imberbe y novato que ya tenía estilo en su primer “stand up”. Desde entonces sigue conectado al surf y al mar, del que vive, y con el que convive. Se ha codeado con Tom Carroll, Burton Lynch, ha estado en el pico con Kelly Slater pillando olas de tú a tú. Lleva más de treinta años surfeando, y la pasión y el amor que siente por la ola no se apaga. Dejó la competición el día que comprendió que el surf era el camino, y no el fin en sí mismo. Conectar con el mar y la naturaleza es lo que hace años le enriquece de este estilo de vida, y con ello encuentra el equilibrio mental y espiritual. Por muchos años.
Quedo con David en Puerto Marina, Benalmádena, a escasos metros de la mítica playa del Puerto, donde compitió por primera vez, y donde, casualmente hoy hay olas.
¿Es posible que en los ‘80 ‘90 hubieran más olas en Málaga, o es una leyenda local?
Sin duda alguna, antes había más olas. Había meses que estaba todo el mes con olas. La media eran 10-15 días de olas al mes, incluso en verano. Era un Levante detrás de otro, de mar de fondo, no de viento. Y había más tamaño también. Era como más natural. No sé por qué ahora no funciona así. Imagino que será por el cambio climático. Pero bueno, ahí tenemos Cádiz, que funciona siempre muy bien. Y ahora lo que hay son más días de poniente, con lo que entran olas en la parte de Granada, la Herradura, por ahí. A mí las olas del Mediterráneo me gustan mucho, las entiendo muy bien. Pero nada que ver con Cádiz, con ese mar oceánico. Son cosas distintas.
¿A qué edad surfeaste la primera ola?
Fue en Venezuela, en playa Los Cocos. Yo tendría 11 años. Resulta que conocía al campeón de Venezuela, eramos amigos. Le llevaba dando el coñazo un tiempo para que me dejara una tabla, y un día en la playa me dejó que pillara una ola, y resulta que muy bien. Douglas, el chico, me dijo cosas muy buenas: que me dedicara a ello. Y bueno, ya después de eso, al poco, nos vinimos para España. Me quedé con el gusanillo.
¿Vinisteis directos a Málaga?
Sí, y aquí en Málaga, pues lo típico: “Mamá, quiero una tabla”. Pero que va. A mi madre le daba miedo. Así que me hice con una colchoneta, le corté la almohada y hacía lo que podía. Luego me encontré un Body, e intenté surfear con él. Todo esto que te cuento fue en la antigua casa donde vivíamos, en Torremuelle.
¿Y la primera tabla, cuando?
Calculo que en el ‘85. Primero me la pillé yo, luego otro amigo de Torremuelle, con el que me movía en motillo para venir a ver a la gente del Puerto (Benalmádena), y luego mi hermano, y otros amigos. Al final hicimos un grupo de 8 o 9 allí en el barrio.
¿Pero por el Puerto si había gente surfeando ya, no?
Sí, sí… Estaba Manolo (de la Carihuela)… creo que Manolo era el más antiguo que surfeaba por aquí.
Y Juan Ramón, Lanceta, Lorenzo… la gente del Kárate de Torremolinos.
Sí, ellos fueron una generación después de Manolo. Pero también casi de los primeros.
¿Recuerdas algún momento clave en el que dijeras “esto es lo mío”?
Cuando vivía en Venezuela y veía a Douglas (el amigo que le prestó la tabla por primera vez) sabía que aquello me atraía de manera especial. Pero el gancho serio fue cuando me compré mi primera tabla. Ahí sí ya dije “de aquí no me saca nadie”.
¿Y como llegó la competición?
Pues resulta que el Surf empezó a ponerse muy serio por aquí. Empezaron a abrir tiendas: Javi Polop, Martín, Agustín Larraza, mi mentor, que tenía Málaga Surf, Fun, y Top Surf… Ahí empezaron las competiciones serias. Incluso bajaba gente del norte a echar un ojo. La cosa empezó a ebullir. En las discotecas ya se veía gente vistiendo ropa Rip Curl, chanclas surferas, etc… fue un Boom. Y ojo, que las tiendas de antes no eran como las de ahora. Ahora hay mucha ropa y pocas tablas. Antes era justo al contrario, más tablas que ropa. Era más auténtico y mucho menos comercial. Cada año se metían 15 personas nuevas al agua. La coyuntura propiciaba este ambiente. Como te dije al principio de la entrevista, teníamos 15 días de olas buenas al mes. Para que te hagas una idea, Andalucía era quien hacía el máximo de facturación de las marcas a nivel Español.
¿Recuerdas tu primera competición?
Pues he estado mirando las copas, y he visto que la primera es del ‘89. Y pone Junior, fue aquí, en Puerto Marina. Tenía 17 años. Quedé primero. Para esa campeonato Agustín llamó a todas las revistas, y se lió una buena. A partir de ahí ya se organizaron un montón de campeonatos. Uno detrás de otro. Agustín consiguió aglutinar a todas las tiendas y al poco empezaron los campeonatos en Cádiz. Aquello ya tenía valor a nivel Andaluz. Quedé primero de Andalucía unas 5 veces. Una vez que esto cuaja (las competiciones a nivel Andaluz) empiezan a abrir más tiendas, en Almería, Sevilla… y empezó a surfear muchísima gente nueva.
¿Vivías del surf en aquellos años?
Sí, sí. Arreglaba tablas, y las hacía. Y aparte tenía buenos sponsor que me daban muchísimo material. Más las tablas que ganaba en las competiciones. Lo vendía todo. Además, a esa edad vivía con mis padres, y no tenía gastos.
En un momento dado regresas a Venezuela.
Sí. Después de este periodo de competiciones a nivel de Andalucía, y tras algún amago para irme a surfear al norte de España para engancharme a la nacional, me fui a Venezuela otra vez. Allí terminé mis estudios de mecánica naval y hablé con mi padre, por si conocía a algún contacto en Venezuela para currar allí. Yo conocía aquello, y me gustaba, y era la oportunidad perfecta de trabajar de lo mío y tener olas todo el año.
¿Surfeaste fuerte también allí?
En Venezuela esa vez estuve dos años. Todas las mañanas entrenaba, antes de ir a trabajar, y muchas veces coincidía con gente pro de allí, el primero, el segundo del país… y bueno, ellos me veían que estábamos al mismo nivel, y me animaban a que hiciera algo. Así que al segundo año de estar allí, y aprovechando que tengo la doble nacionalidad, me apunté al nacional. Quedé tercero (año 1994). A raíz de aquello me fichó Quiksilver y me convencieron para entrenar con ellos en vista a competir en el Panamericano. El tema es que al final, hablando con mi padre, me convenció para que volviera a España. Me vine y empecé a trabajar.
¿Y qué tal el regreso a España?
Me pilló en una época en la que cambié un poco el chip. Seguía surfeando y compitiendo, compaginando con el trabajo, pero ya las competiciones me resultaban muy ruidosas. Hasta el punto que una vez, en una competición en Cádiz capital en el ‘97 o ‘98, agobiado con el jaleo y eso, me dijeron unos colegas que en el Palmar estaba perfecto, y me fui de la competición sin ni siquiera empezar. Estuve surfeando con mis amigos todo el finde en El Palmar, y aquello fue como una respuesta a una pregunta que hacía tiempo que me estaba rondando la cabeza: ¿quiero seguir compitiendo? Ya no volví a competir nunca.
¿Sigues surfeando?
Pues mira, tengo 15 púas de erizo clavadas, de ayer, que estuvimos metidos en La Herradura y en Maro.
¿A qué te dedicas en la actualidad?
Pues llevo 20 años con el tema de la venta de barcos. Tengo mi propia empresa, y me permite tener tiempo para mí, para surfear y para disfrutar de mis hijas.
Te voy a hacer un test rápido, para ver cuales son tus preferencias en relación a varios temas.
OK, vamos.
Una película: Uf, ni idea. No he sido mucho de tele ni cine.
Un libro: “Si hubiera un mañana”, y “El poder del presente”.
Un color: Azul
Un país: España
Una playa: Una en Venezuela, que parecía de otro planeta. La recuerdo con el mar transparente, cristalino, coralino a tope, unas palmeras al fondo, y una derecha rompiendo todos los días. Se llama “Los Caracas”. Una maravilla.
Una ola: Hay una en Maldivas, se llama “Coke”. Es una derecha que me encanta.
Si no surfearas ¿qué deporte harías?: Pesca submarina.
Una comida: El sushi, y el Cebiche.
Un surfero actual: Gabriel Medina.
Y un surfero de todos los tiempos: Para mí siempre será Kelly Slater. Antiguamente mis favoritos eran Tom Carroll y Martin Potter.
David, cuéntanos, para terminar, alguna anécdota curiosa que te haya pasado un día de olas.
Pues mira, hay una buena en Costa Rica. Conocí a unos chicos que me recomendaron una playa muy buena, con unas olas increíbles. Había que cruzar un río para llegar a ella, y por la tarde, a última hora, cuando ya nos disponíamos a salir, la marea había subido, y el cruce del río estaba infestado de cocodrilos. La cuestión no era como cruzarlo para evitar los cocodrilos, sino que el tema era que no había que pensar. Había que cruzarlo corriendo sin pensar. Sabíamos, sí o sí, que los cocodrilos nos estaban esperando, por lo que sólo había un plan, correr todo lo que pudiéramos y lanzarnos deslizando por el río con las tablas para cruzarlo a la mayor velocidad posible. Cuando empezamos a correr para superar la gesta, empezamos a ver que había muchos más cocodrilos de los que habíamos visto en un principio porque, con su perfecto camuflaje, a muchos de ellos no los vimos hasta que daban el salto al agua para ir a nuestra caza. Corrimos sin mirar atrás, y afortunadamente salimos vivos de esa.
Una historia perfecta para terminar. Pues eso es todo ¿Quieres añadir algo para despedir?
Bueno… (se lo piensa un momento). Pues animar a la gente a que deje de lado las cosas superficiales, y se miren un poco hacia adentro, y conecten con la naturaleza.