Escuchar “Grief´s Infernal Flower” (Relapse, 2015) es darse cuenta de que Windhand es una banda que no ha parado de trabajar desde su fundación en 2009 y no ha mostrado ni un ápice de cansancio o deterioro. Todo lo contrario. Una maquinaria de madera y piedras con arena de desierto perfectamente engrasada.
Su lanzamiento en 2010 fue una demo de dos temas que los comparaba a los Electric Wizard y los entroncaba naturalmente en el árbol genealógico de hijos y nietos de Black Sabbath. En 2012 su álbum homónimo de debut fue muy bien acogido en la escena y al año siguiente firmaron con Relapse Records, sacando el Split con Cough titulado “Reflection of the Negative“. Antes de terminar 2013 sale su segundo álbum “Soma“, llegando a ser considerado uno de los tres mejores lanzamientos de metal en las publicaciones del medio. Todo este tiempo no han parado de girar, asistiendo a grupos como Sleep, High on Fire, Dead Meadow y Kvelertak. Y han tocado en grandes festivales de todo el mundo como el Roadburn, SXSW, Scion Rock Fest, Day of the Shred o el Maryland Deathfest. Antes de terminar 2014 sacan un split con el grupo sueco Salem´s Pot y en 2015 tenemos “Grief´s Infernal Flower” dándonos en la cara con nueve temazos sin que a ninguno de sus miembros le sude la frente ni pierda el aliento.
Windhand nos ha traído un disco de stoner doom grueso y fuerte como la columna vertebral de un gorila. Producido por Jack Endino (Nirvana, High on Fire o Soundgarden, entre muchos), Windhand demuestra un trabajo profundamente vinculado con el sonido raíz del stoner que llega incluso hasta el grunge. La voz de su cantante Dorthia Cottrell luce natural y sin desgarros entre los fuertes graves de bajo de Parker Chandler, mostrando belleza y sentimiento, tanto en tonos arrastrados y muy cadenciales (“Crypt Key”) como haciendo escalas melódicas sencillas pero muy efectivas (“Forest Clouds”). Incluso una pequeña joya folk desgarra pechos como “Sparrow” o el cierre del disco con el tema “Aition”, ambos interpretados en acústico por ella misma. La batería de Ryan Wolfe cimenta con el bajo la oscura base doom del disco (ese principio en “Hyperion”, con redobles abiertos y crudos o arrastrados como en “Hesperus”). Y las guitarras de Asechiah Bogdan y Garret Morris son la vida y memoria del grupo, con arreglos y solos que no han dejado de funcionar en toda la historia del metal y explotan saliendo muy naturales tras la muralla de solidez de las bases.
En mi modesta opinión uno de los mejores discos de 2015. Windhand están ciertamente tocados por el viento. No inventan la rueda, pero la usan de formato tractor y la tiran ardiendo colina abajo. (9)
Relapse
www.windhand.band