Si comparamos el ritmo de vida normal de una persona en la actualidad con, digamos, el de una persona normal de hace un par de décadas comprobaremos que el ritmo actual es mucho mas frenético y vertiginoso, aunque realmente no nos demos cuenta. La rutina vital de cualquier persona la lleva a hacer varios desplazamientos, ya sean cortos o largos, varias veces por semana, a cumplir con infinidad de compromisos y plazos, básicamente a ir corriendo de un sitio a otro para llegar a su hogar al final del día, descansar un poco, y volver a empezar al día siguiente. Esta forma de vivir convierte al periodo de vacaciones de cualquier persona en algo que mas que disfrutarse se devora, ya que la urgencia de descansar, de disfrutar de los viajes y de las experiencias también sigue llevando un ritmo vertiginoso. Pero, ¿qué pasa cuando decidimos hacer un alto en esa vorágine y decidimos que queremos bajar el ritmo?, ¿qué pasa cuando queremos disfrutar tanto del viaje como del destino?. Todas estas cuestiones, y muchas mas, fueron las que se le pasaron a Martijn Doolaard por la cabeza cuando decidió abandonar su trabajo en una oficina y se echó a la carretera para viajar en bicicleta. ¿Por qué en bicicleta?, pues por la sencilla razón de ser el medio de transporte, si no contamos nuestras propias piernas, que mas nos “obliga” a disfrutar del paisaje. De esta experiencia ha surgido un libro, “One Year on a Bike”, que nos cuenta su periplo desde Amsterdam hasta Singapur, y del que os recomendamos encarecidamente su lectura.
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