The Jon Spencer Blues Explosion

17 November 2015 Texto: Angel Ignacio. Fotografía: Asier Abio.


La incansable trituradora

Sala Fever (Santana27). Bilbao, 6 de noviembre de 2015

El señor Jonathan Spencer es un tipo respetable y a respetar. Su currículum se sostiene desde hace ya décadas por la pasión y la honestidad de su propuesta musical, una curiosa montaña rusa de estilos que ha creado escuela. Y él disfruta del estupor que crea a sus críticos porque es un provocador desde que decidió abandonar los estudios de semiótica para dedicarse a aporrear su guitarra eléctrica con la misma determinación con que sigue haciéndolo hoy. Cualquier día callará a los pocos detractores que le quedan, entrando por la jeta en el Hall of Fame.

Lo que sin duda no es prioritario para este menudo y excéntrico enfermo de distorsiones selectas. Recién cumplidas las cincuenta primaveras, sigue sin buscar reconocimientos masivos, insistiendo a gritos allá donde le quieran escuchar. Si acaso, aspirando a ocupar la vacante más ruidosa y cazurra que los Ramones dejaron. Porque el rock’n’roll es más longevo que sus representantes, y locos como Little Richard, Eddie Cochran, Chuck Berry o el propio Elvis tienen sucesores que lo mantienen vivo y rebelde desde hace ya más de sesenta años. Jon Spencer es uno de ellos.

Nació en Hanover, localidad norteamericana perteneciente a New Hampshire, uno de los estados pequeños que hacen frontera con Canadá. En el seno de una familia culta y de cierto nivel social, creció empapándose de éstos y otros muchos iconos de los cincuenta. Pero su principal motivación llegó a través de perversiones posteriores, como The Stooges, Nick Cave o las bandas de garaje rock. Y sobre todo, a partir del encuentro con Julia Cafritz y Cristina Martínez (su pareja desde el 89 y cantante de otro de sus proyectos, los estupendos Boss Hog). Con ellas arma el combo Pussy Galore , una banda de noise suicida que arranca en los 80, vomitando cacofonías descontroladas hasta su último suspiro, “Historia de la Música Rock” (Caroline Records, 1990). Un disco cuya portada imita la primera enciclopedia de rock acompañada de discos que se editó en España tras la dictadura. Sí, has leído bien, aquella por fascículos con portada azul, vulgares fotos de marco naranja y vinilos de gramaje y prensa lamentables. Esa que aún sobrevive en los saldos de cualquier puesto de segunda mano. Así de cutres se querían mostrar los Galore. Pocos meses después, ya en Nueva York, nace The Jon Spencer Blues Explosion (o JSBX). Trío que forma junto a Russell Simins y Judah Bauer, con los que había tocado en la banda Honeymoon Killers.

Así que el viernes se juntaban varios números redondos. Si la bilbaína sala Fever (espacio principal de la macro Santana27) celebró sus primeros diez años, la banda de Nueva York cumplió veinticinco. Quizás por eso no les ubicaron en una de las salas menores. Hubiese sido más adecuado, ya que el trío suele ocupar un lugar muy reducido, además de evitar alguna saturación en el arranque del bolo. Pero es lógico que los organizadores quisieran celebrar el aniversario con todos los honores. En cualquier caso; Simins, Bauer y Spencer; arrancaron como ya es costumbre. Atronando al público con esa trituradora de larsen y ritmos repetitivos que es su marca y sello.

 

Gemma Ray

Gemma Ray

Antes, la telonera Gemma Ray –británica de Essex- no consiguió entusiasmar. Seguramente porque su pop lánguido y pelín oscuro no era del gusto del público asistente, pero fundamentalmente porque, ni ella ni el baterista que la acompañaba, fueron capaces de entrar en calor hasta sus últimos temas. Tras el tibio y algo soso aperitivo, la banda afincada en la ciudad de los rascacielos comenzó a descargar un arsenal que siempre cuenta con una hinchada adicta y que sabe ponerse a tono sin mucha floritura. No en vano, Europa ha sabido apreciar sus canciones desde que empezaron. Imposible olvidar aquellos salvajes conciertos del año 97 (cuando muchos les conocimos en directo) o el incendio sonoro que protagonizaron dos años después en Benicassim, ante un público mayoritariamente desprevenido.

Pero de eso hace ya mucho tiempo y lo que JSBX entregan en 2015 ¡es exactamente lo mismo! Y lo digo en el mejor sentido. La actitud –ese ingrediente imprescindible en cualquier cazuela de rock- sigue siendo patrimonio del trío. La pausa entre temas prácticamente no existe. Simins se sigue cebando borricamente contra unos parches abrumados, mientras bombo, platos y cajas se retuercen sobre sus desdichadas patas. Bauer y Spencer, desafiantes, sitúan guitarras a los flancos. El primero, hierático e inmutable como siempre, monta la mundial como si la cosa no fuese con él. Y Jon se contorsiona, arrodilla, vocea, aúlla… y termina papeándose el micro. BluesssszssssXplossion!!!!

A sus espaldas se proyectaba un estupendo collage, confeccionado a base de imágenes de clásicos del cine en blanco y negro, gloriosa serie b de aquí y allá, escenas de terror sin fecha, referencias contraculturales de todo tipo, más sangre, comedia, animación, recortables, comics… En cuanto al repertorio, hicieron exhaustivo repaso a su nocivo nuevo álbum “Freedom Tower. No Wave Dance Party” (2015). Incluyendo: “Betty”, “Do The Get Down”, “Bellevue Baby”, “Funeral”, “Wax Dummy”, “Cooking For Television” o “The Ballad Of Joe Duck”. No perdonaron una miradita a “Orange” (1994), con las magníficas “Ditch”, “Blues x Man” y la muy celebrada “Bellbottoms”. Además de currarse una estupenda versión de Beastie Boys (“She’s On It”) y una despedida demencial con el también clásico “Identify”, incluido en su trabajo del 96, “Now I Got Worry”. Todo ello en algo más de una hora, bis incluido. No podía ser más, teniendo en cuenta que el concierto estuvo al borde de la suspensión, debido a que Judah Bauer sufrió un ataque de asma antes de la actuación. (Escribiendo estas líneas me entero que, tanto la cita en la sala Bikini de Barcelona al día siguiente, como el resto del tour europeo, han sido cancelados por la banda “por motivos de salud”)

 

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En ese tiempo también hubo lugar para marcarse las habituales caricias al theremin … La verdad es que se echa de menos algún éxtasis más con las antenas ululantes pero también es cierto que estas cosas no salen forzadas, deben ser espontáneas. De no ser así, puede quedarse en autoparodia. Y si algo no cabe en la filosofía JSBX es autoparodiarse. ¿Cómo podrían parodiar la parodia? Estos tíos nacieron como homenaje y mágica caricatura de la cultura musical de su país. La Explosion es como una brillante mascarada de sus propias pasiones, resultando una las apuestas de rock’n’roll con más morro de las últimas décadas. Blues, Funk, Rock, Soul, Hip Hop, algún detalle electrónico,… todos los ritmos y todos los riffs de guitarra del mundo encadenándose con descaro… para acabar percibiéndose como una trituradora sónica de cuidado.

Personalmente, creo que hay una generación poco reconocida como tal -y en algún caso, poco reconocida a nivel individual- en la que incluiría a The Jon Spencer Blues Explosion. Me refiero a esa que conforman bandas como; Living Colour, Fishbone, Red Hot Chili Peppers, Kortatu/Negu Gorriak, RATM, Urban Dance Squad, Sublime, los primeros Mano Negra, o los majestuosos Fabulosos Cadillacs. Todas ellas surgieron a finales de los ochenta y son culpables de explorar a muerte en la fusión desde distintos puntos de vista. En esta terna que algunos críticos agruparon bajo el sello crossover debería incluirse a JSBX, porque creo que también pusieron y ponen el acento en una idea de rock sin límites estilísticos… totalmente desprejuiciada. Pletóricos de una energía cuya mejor versión siempre se dio sobre la tarima de un escenario.

Terminado el concierto, Spencer, como si de un recién llegado se tratase, permanecía algo serio tras la mesa de venta de sus discos. Me acerco a él y le comento: -“Gran directo una vez más, Jon” y él me pregunta si soy de Bilbao. Le cuento que no, que vengo del sur y que no le veía en directo desde el 2000, en un concierto absolutamente límite de Boss Hog. Me insiste: -“Pero, ¿vives por aquí?”. Le contesto que sí y él replica: -“Pensé que esta noche habría gran ambiente… ¿sabes por qué no se ha llenado más la sala?”. Solo se me ocurre decirle que la crisis no es solo un titular de prensa, que la gente no anda muy sobrada de euros… Nos despedimos con un apretón de manos y allí le dejo pensativo… Mientras salgo de la sala pienso que hay poquitos músicos con su trayectoria que se muestran tan accesibles y fieles a su esencia. Así que solo me queda añadir que deseo larga vida a JSBX. Si no hubiese llegado a existir, habría que inventarlos.

 

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