SUMAC “Love in Shadow”

13 October 2018 Texto: Redacción. Fotografía: Archivo.

Te puedo hablar del nuevo disco de Sumac, Love in Shadow (Thrill Jockey. 2018), por dos vías completamente distintas.

En una de mis versiones estas escuchando el disco mientras sales de la ducha y te pones la ajustada camiseta de esta extraña banda sobre tu piel tatuada con cientos de dolares o euros (el tipo de moneda del consumidor es indiferente).

Sales a tu peculiar mundo social de conversaciones políticas cínicas y charlas de arte post-moderno y hablas de Aaron Turner y su pasado en Isis. Hablas de Brian Cook y los Botch. Hasta puedes hablar del batería Nick Yacyshyn y comentar que escuchabas a Baptists antes que nadie más en tu ciudad (hay otra camiseta de esta banda comprada por catálogo en internet que lo atestigua).

El humo del cigarro mana de tu boca como sabiduría tertuliana mientras citas y hablas de estilos y técnicas musicales. Clavas un par de veces tu dedo indice en el pecho de tu interlocutor como una amable manera de señalar “no tienes ni puta idea, y yo sí”. Gesticulas y sigues hablando de todo lo que se puede saber hoy en día de una banda  de metal pionera en la experimentación. Tres grandes piezas de la escena independiente norteamericana (y, ejem, canadiense) llevando la textura del metal al jazz y la dodecafonía.

Hablas tanto y de tantas cosas que el disco de más de una hora hace ya un buen rato que ha terminado.

La otra vía de la que te puedo hablar es olvidarme de Aaron Turner, Brian Cook y Nick Yacyshyn. Olvidarme de Isis, Botch y Baptists. Y hablar solo de Love In Shadow.

Esta obra es el síntoma de una enfermedad sonora llamada Sumac.

Si hay un referente de identidad musical, y es identificable en muchos rasgos básicos, está compuesta e interpretada como un lobo mordiéndose una pata atrapada en un cepo. Esto tiene tanta profundidad que los egos de los músicos se han ahogado intencionalmente en el primer estrato de la densa brea donde nos estamos sumergiendo.

El arte. El ensayo. Son las costras cómodas de la superficialidad.

Hablar de este disco, y de las formas incomodas de su sonido, hablar de Love in Shadow, del amor en las sombras, es otra cosa.

El amor es una esencia humana. Define nuestra visión, nuestra experiencia. Es el espíritu poético básico del arte. Se ha hablado de su ausencia y su dolor. La perdida. La esperanza y el renacimiento. Incluso del éxtasis y el placer.

Pero hablamos poco o nada del amor que guardamos en las sombras.

De como nos obsesiona. Como lo atrapamos sembrando culpabilidad y remordimientos. De como lo besamos mientras la saliva lo humedece y lo acariciamos y violamos. Como ensuciamos y golpeamos nuestro oscuro objeto del deseo. De como se mastica el cartílago del corazón. Ese amor. El que habita en las sombras. Retorcido y arrítmico. Sacudido y vapuleado como un pensamiento lleno de excusas y razonamientos justificados. Esas sombras tienen sonidos atropellados. Persecuciones huidizas. Elevaciones que explotan en golpes y ladridos guturales. Susurros apretados. Secuestros disfrazados en abrazos. Melodías de quietud llenas de violencia. Cuerdas distendidas y resonancias desequilibradas.

Es crudo. Y sórdido. La respuesta cuerda es reconocer este pedazo de locura. Tan cotidiano como todo lo humano.

Y Sumac y Love In Shadow hurgan esa herida.

No es un sonido amable. No es una verdad encarable: que amamos desde las sombras más veces de las que creemos.

Son dos vías para entenderlo. Una superficial y cómoda. Donde todo es arte extraño y experimental hecho por unos melenudos ceñudos y bien vestidos.

La otra vía puede raspar hueso. Tocar nervio. Infectar.

Si no puedes verlo claro, es que habrá demasiadas sombras (10).

 

 

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