Tras cada nuevo álbum, para un grupo como Queens of the Stone Age la primera y mayor batalla es siempre contra si mismos. Lo fue en su debut contra sus orígenes en Kyuss y lo fue recientemente en 2013 con su anterior trabajo “…Like Clockwork”. Cada nuevo paso de esta banda es un golpe seguro y firme que agrieta la tierra. Y acostumbrados a un estilo y actitud que viaja por desiertos, Queens of the Stone Age avanza sin caminos o carreteras fijados. “Villains” (Matador Records, 2017) es tan natural al alma de la banda como a Joshua Homme ajustarse el cuello de la chaqueta de cuero.
Y si hay alguna idea sobre Queens of the Stone Age más consolidada que la batuta de mando en las manos de Mr. Homme, es su indudable talento, crudo y polémico pero puro y bruto talento musical al fin y al cabo.
Homme introduce ritmos programados, dando un colchón eléctrónico al resto de sonidos de instrumentos (recordad que el otro miembro más constante, Troy Van Leewwen siempre ha sido un fiel guitarra pero también un loco de los efectos de sonido), y esta idea base podrá ser la más común y comentada sobre este álbum, junto a lo bailable de sus ritmos y temas. Y no hay error en estas ideas, pero entendiéndolo solo así nos quedamos cortos. Esto es nuevo y puro rock n´roll de garito turbio y grandes chicos malos. Ritmos de chasqueo de dedos y susurros obsesivos de asesino penitente y pecador como en “The Way You Used to Do”. Un ritmo febril, continuo y decorado de escalas, que fácilmente evoca sueños turbios de chicas peligrosas que bailan solas y dedos nerviosos sobre la mesa del bar de hombres oscuros que observan. Coreografías enloquecidas que terminan con alcohol derramado y vasos rotos… Un retrato completo de la pose regodeante de la decadencia maldita del rock. Y rotundamente sí, a ritmo de baile, como irónicamente dice el primer tema “Feet Don´t Fail Me”. ¿Cuando ha dejado Josh Homme en sus directos de mover la cadera a golpe de guitarra? Al igual que cada disco ha ido ganando en melodía vocal, los temas de “Villains” entran sutiles y se disparan sin control en el cerebro. Cuando llegas a “Domesticated Animals”, el tercer tema, ya estas invadido. Los arreglos de cuarteto de cuerda ya son acompañamientos acostumbrados en elaboraciones tan cuidadas con grupos de esta talla. Y no hay que negarlo, sirven en el momento adecuado para construir espacios muy melancólicos, como en “Un-Reborn Again”, una espiral que se apaga suavemente aunando un simple tarareo, voces y solos de guitarra.
Y otra mención importante es que repite en el diseño del álbum el artista urbano Bone Face. Impactante portada con Homme cegado por un diablo que habita sobre sus hombros, pero cuyas manos le dan ojos. Y con un pequeño crucifijo dorado entre la chaqueta abierta. Puro buen mal chico. Maldad con encanto y música hipnótica y sexual. Malditos villanos, lo han vuelto a hacer condenadamente bien. (9)
