Editorial: CAMEO

Estamos ante una película que tiene más concepto de obra teatral que de cine propiamente dicho. Incluso al tratarse de un célebre juicio me recuerda algo a esa gran obra que es “Doce Hombres Sin Piedad”. Aquí la piedad aparece también muy en la lejanía o falta por completo. Eichmann fue uno de los responsables del exterminio de más de 6 millones de judíos por parte de los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Aquí se narra el juicio real al que se vio sometido en Jerusalén en el año 61. Un juicio que fue televisado y radiado para todo el mundo y que hizo que se pudiera hablar abiertamente de los horrores de ese genocidio. Las imágenes reales en blanco y negro del juicio de verdad y las imágenes del atroz crimen que se cometió son una lección de historia que nadie debiera pasar por alto. Tanto Martin Freeman como Antony LaPlagia están muy bien en sus respectivos papeles y así consiguen trasladarnos de mejor manera la conmoción que causó esta retransmisión y de lo que supuso para los judíos supervivientes y para el equipo de grabación que tuvo que vivir esa falta de humanidad y de escrúpulos del criminal Eichmann que, al menos, fue condenado a muerte. ¡Merece la pena verse para quien quiera ahondar un poco más en esta sórdida parte de la historia humana!