Lo de este trío canadiense es de traca. Se supone que, sobre todo hoy en día, los grupos que comienzan haciendo punk, pronto van suavizando sus aristas, al menos si quieren ir acercándose a públicos más amplios. Estos comenzaron ya por todo lo alto como enemigos de todo el mundo y en Sup Pop con un “Metz” homónimo realmente incendiario. Dos años después llegó un “Metz II” con más mala hostia aún. Todo podía hacernos pensar que al titular el nuevo y tercer disco como “Strange Peace”, su furia y violencia, tanto en discos, como, más aún, en sus violentos y sangrientos directos, la cosa podía cambiar. Sí, ahora suenan menos sota, caballo y rey, pero dan cera de la linda y aunque han alargado algunas de sus canciones, no dejan títere con cabeza ni en letras ni en música.
El nuevo disco está grabado con Steve Albini y con él no valen las bromas, Sigue presente el sonido y la influencia de sellos como Amphetamine Reptile y de bandas como The Jesus Lizard, Melvins, Helmet o Shellac. Al mismo tiempo también han avanzado sin miedo. Antes pocas canciones sobrepasaban los dos minutos y ahora se van hasta los 36 minutos y la última es una locura que sobrepasa los 6. Comienzan con su proverbial violencia, sucios y punks con un “Mess of Wires” en la que resuenan atronadores casi como los Swans, algo que también se puede decir de “Lost in the Blank City”. También tenemos singles impecables y rotundos como “Cellophane” o un “Drained lake” que convierten en un lago lleno de venenosas guitarra. Se marchan arreando de los lindo con “Raw Materials” haciéndonos gritar junto a ellos como posesos. Cantan que siguen con vida y juegan con guitarras de índole noise-punk, agitadas con otras más delicadas y con matices a los que no nos tenían acostumbrados. ¡Junto a sus compañeros de sello, Downtown Boys, de las mejores patrillas punks de la última década!. (8,5)