Mariola membrives.
Belleza de La Otra Andalucía

26 April 2020 Texto: Angel Ignacio. Fotografía: Las del concierto en Bilbao las ha realizado Rafael Sánchez Merino, y las fotos de retrato David Ruano..


Entrevista y Concierto

1936. De Fuente Vaqueros al madrileño Ateneo, por la Habana y por París o Buenos Aires. Desde Manhattan hasta la Huerta de San Vicente… El mundo recorre sus páginas heridas que huelen a fiesta y a fin. Y él responde rendido pero poeta. O sea, revolucionario. Devolviendo la deuda, regalando modernidad. Federico García Lorca es el fuego latente de una candela ibérica, a la que también alimentan incendios voraces, renovadores… Pablo Ruiz Picasso, Rafael Alberti, Luis Buñuel, María Zambrano, Joan Miró, Miguel Hernández, Salvador Dalí o Clara Campoamor.

En la profunda madrugada del 18 de agosto de ese doloroso año la muerte no duerme en Andalucía. Retrógrados de medio ejército sublevado, garrulos  con uniforme de la guardia civil, ultraderechistas almidonados de la CEDA, falangistas salvadores de una patria inexistente… Todos y ninguno, unidos en la imposible divina misión de callar para siempre la poesía. Yo ví como mataron a Lorca. Todos lo vimos. ¡Por espía, por rojo amigo de rojos y por maricón!

Casi un siglo después, todavía sabemos ignorar dónde patearon y arrojaron los huesos del creador más universal que Granada haya conocido. Pero también sabemos que cinco años antes, Federico había hecho homenaje a la esperanzada sociedad republicana, a través de su seña de identidad más popular: las canciones de la calle y el camino, las que se escuchaban por el barrio, la fábrica o las tabernas. Lo hizo sentado al piano, acompañando la voz inolvidable de la bailarina y cantante Encarnación López La Argentinita. Diez coplillas del pueblo, impresas en la pizarra de cinco pequeños microsurcos de 7 pulgadas. Y el pueblo las aplaudió y tarareó por todos los rincones de una tierra que respiraba efímera libertad.

Ahora esos temas han vuelto a la luz, recopiladas y actualizadas en la voz de una mujer cordobesa, Mariola Membrives. Y con un aliado de lujo, el guitarrista de New Jersey, Marc Ribot. Un trabajo pleno de momentos brillantes y emotivos, al que han titulado “Lorca, Spanish Songs” (Karonte, 2019). Aprovechando su paso por Bilbao, quedamos para charlar sobre estas versiones contemporáneas y otras cosas que nos apetecen.

 

Angel. Lo primero que me pregunto es cómo has llegado a la música, así que cuéntame un poco de dónde le viene el gusanillo a Mariola. Si hay antecedentes en tu familia.

Mariola. Aunque bailo desde los cinco años y siempre he escuchado cante, digamos que se ha retrasado mucho mi salida del armario por haber tenido un enemigo que me ha hecho parar muchas veces: el pánico escénico. Y lo digo en pasado porque creo que ya no está…

Y es que, en realidad se puede decir que siempre he estado estudiando. Desde pequeña. Recuerdo que el único sitio de la casa con pestillo era el cuarto de baño. Eramos siete y yo me metía allí a cantar… horas. No paraba. También recuerdo como un sueño un concurso de villancicos en el cole. Alguien me había escuchado cantar y me pusieron de solista en “Los Campanilleros”. No sé muy bien que pasó pero nuestro coro ganó y yo tardé mucho tiempo en atreverme a cantar en público.

No había profesionales en mi familia, pero mis abuelos, mi madre, mis tías… siempre cantaron. Flamenco y de todo, eh. Mi padre tenía una tienda de electrodomésticos y discos. Recuerdo un mueble blanco de formica, que estaba muy alto y no llegaba yo a los discos que él vendía allí. Tenía un poco de todo. Había flamenco pero también  cosas de Pink Floyd, Police, éxitos del momento… Además, él coleccionaba música clásica y opera, que le gustaba mucho. También había cine. No sé cómo fue a parar a casa una versión original de “Jesucristo Superstar”. El caso es que los hermanos nos la aprendimos de memoria en inglés, porque la poníamos en bucle una y otra vez. Ahí me enamoré de la voz de Ivonne Elliman.

Y la pasión por el flamenco tampoco viene de familia. Quizá el que más, mi abuelo Pedro, aunque no compartía mi gusto por Camarón de la Isla (risas).

 

Angel. ¿Es Camarón tu referente?

Mariola. No, tengo muchos referentes. Yo escucho “Potro de Rabia y Miel”, “Soy Gitano” con la sinfónica… y es entrar en otro mundo. Mi abuelo era más de Marchena, Valderrama, el cante anterior a la guerra… que es el que más me gusta a mí. Y sobre todo Pastora, que es muy fuerte. Sus grabaciones, como las de Tomás, es como si estuvieran vivas. Escucharlas una y otra vez es como reeducar el oído para poder ir descubriendo constantemente cosas nuevas…  Eso no pasa con todo el cante, sólo algunos son capaces.

Aunque el disco que marcó mis 13 años fue “Nuevo Día”, de Lole y Manuel. Recuerdo que era un disco viejo que mi padre puso en el coche, camino del Cabo de Gata. Cuando escuché la voz de Lole ya no podía dejarlo, lo estudiaba. Hay muchos discos que me encantan pero ese quizás por la edad… Antes me había atrapado, por ejemplo, con Sade. Que no es flamenco pero es flamenca. No sé, tiene mucha alma.  Luego, con el tiempo, vas descubriendo un montón de música que igualmente te apasiona. Desde Porrina de Badajoz o La Paquera de Jerez hasta Guadalquivir, Smash,… Por supuesto Enrique Morente también cantando a Chacón. Pero como te decía antes, un día descubrí a La Niña de los Peines y ya no había otra cosa que hacer… Na más que escuchar a La Niña de los Peines. (risas)

 

Angel. Hace unos años, en una entrevista a Kiko Veneno, le preguntaban por el auge de la fusión en el flamenco y lo importante que él había sido. Como pionero, tanto en solitario, como junto a Raimundo y Rafael Amador. Y él respondía, con esa mezcla de ironía, guasa y humildad tan suya, que escuchando la radio, a veces se preguntaba si algunas de esas fusiones de moda serían “culpa suya”.

Mariola. (risas)Ay, pobre. Kiko es un grande. El padre de Veneno, de “Volando Voy”, de tantos himnos… es un referente. Yo veo cosas muy buenas. Se fusiona con cualquier cosa; Tarantela, Chançon, música hindú o pakistaní… Y hay proyectos interesantes. Yo me he formado en el flamenco y soy muy purista. El equilibrio entre el respeto y el rupturismo es delicado…

 

 

Angel. En ese entorno rupturista hay gente, como el Niño de Elche, que ha llamado mucho la atención. ¿Qué opinas de él?

Mariola. Pues tengo sentimientos encontrados. Me parece muy culto, un gran conocedor del flamenco, con mucha personalidad, y en ese sentido le admiro. No tanto en esa intención de molestar, ese cierto regodeo en el antipurismo. Si haces tu música y crees en ella, defiéndela en el escenario, la provocación es un efecto colateral. Pero si es el leitmotiv ya no me interesa tanto. Me parece lícito el hecho de querer provocar, el arte de provocar… solo que a mí no me emociona tanto. Creo que tiene mucha potencia y es un gran performer. Parte de genio y algo de caradura.

Desde hace algún tiempo, lo mainstream es ser antisistema. Es la estrategia de marketing de muchos artistas, y muchas campañas de multinacionales se apoyan en ello. Me parece una contradicción ¿Cómo va a promover el sistema algo que van en contra de él?. Creo que no se sostiene demasiado, porque el público al final lo que quiere (queremos) es que nos cuenten la verdad. Con esto no quiero decir que no haya artistas maravillosos detrás de grandes campañas. Sólo que al vino, vino, y al pan…

En cuanto a la fusión, que antes me preguntabas, se ha intentado fusionar el flamenco con todo tipo de músicas, para mí la fusión más orgánica es que la que se genera con músicas americanas y con los instrumentos proceden de allí. Otros intentos, como fusionar con música hindú, no ha terminado de cuajar.

Hay grandes músicos de jazz haciendo cosas muy chulas con flamencos, y flamencos acercándose al jazz. Me encanta Chano Domínguez, el trabajo de Marco Mezquida con Chicuelo, el “Flamencotrane” de Guillermo McGuill… Lo que pasa es que esto no es lo que más se escucha. En cuanto a fusión de cualquier forma, para mí Enrique Morente es el gran salto. Es el que “da los permisos”, porque abre y transforma dentro del mismo flamenco, generando otras texturas sin dejar de ser flamenco.

 

Angel. Hablando de Morente. Fuiste la primera que se atrevió a revisar su mítico disco con Lagartija Nick, “Omega”. Un proyecto para quinteto de jazz y guitarra flamenca que llamaste “Omega 20.16”, y que fue seleccionado para el circuito Jazz En Ruta de la AIE, en 2017.

Mariola. Fue una propuesta de Pedro Barragán tras haber visto mi proyecto con Masa Kamaguchi. Acepté con la boca chica (risas) y decidí sustituir la distorsión de las guitarras, las palmas y los coros… por trompetas, por intenciones, por abrir armonías y crear espacios sonoros muy “libres”. Dando mucho protagonismo a la batería, y contar también con guitarra flamenca y contrabajo. Después del estreno hicimos un primer concierto en La Térmica, en Málaga, que fue un antes y un después. Estaban todos los “omegos” allí. Antonio Arias, Borja Casani… muchos emocionados. Qué responsabilidad sentía. Qué nervios. Finalmente recibió buenas críticas pero parecía que no iba a funcionar… En el arranque, que era muy íntimo, dejaron todo encendido. La gente en la barra parecía escéptica, como pensando: “a ver qué va a hacer ésta”. Y bueno, fue a más, a más… y terminó siendo muy potente. A partir de ahí arrancó una gira que duró hasta que decidí no hacerlo más. Era una experiencia muy intensa, casi dejaba secuelas físicas. Era un trance. Me tiraba al suelo, llegaba a desafinar. Un día soñé que Enrique me hablaba… Fue brutal. En aquel sueño yo no quería salir al escenario y él, en el camerino, me dijo: “Dales un besito”. Y salí. Quizás algún día lo grabe con el permiso de los autores, a mucha gente le gustaba. Era una revisión del gran “Omega” de Morente y Lorca, de Cohen, Lagartija Nick y todos los grandes artistas que participaron en ese proyecto. Aunque yo lo viví desde la poesía, bajo un concepto musical mucho más free.

 

Angel. En este punto me vas a permitir un tópico casi odioso: ¿Camarón o Morente?

Mariola. Son dos mundos diferentes, dos grandezas diferentes. A mí me ha marcado más Morente, porque es un poeta y un buscador. No digo que Camarón no lo sea pero a mi es otra cosa lo que me llega de él. Más radical, más con la tierra. Morente abre un mundo de posibilidades, por su curiosidad… En el Taller de Musics, Luis Cabrera tiene una grabación de él con Max Roach, que no sé si algún día llegará a salir.

Para mí hay cosas en todos sus discos que parece que estén a medio hacer. Se ve que está probando, buscando… Hay cosas que parecen fallidas en las que él de repente se impone con un vozarrón. No va a lo seguro, eso me parece tan valiente… Creo que Estrella al principio también tenía eso.  Y “Omega” es bastante más que los temas impactantes. Ahí está “Adán”, que no se puede hacer una soleá más preciosa. Que no parece una soleá, que trasciende a eso. Yo siento “Omega” dentro de mí. Enrique Morente fue otro Lorca en el sentido de catalizador.

 

Angel. Antes has mencionado tu proyecto con el japonés Masa Kamaguchi, que supuso tu debut discográfico: “Llorona” (Whatabout Music, 2014). ¿Qué tal ese primer salto al vacío? ¿Cómo fue trabajar con él?

Mariola. Masa es un genio. Era mi experimento, mi salida del armario, mi trabajo más profundo. Yo quería dejar salir llantos muy antiguos e imitarlos cantando. No cantar para lucirme, simplemente hacer catarsis, encender una bombilla con cada canción y acompañada de semejante artista. Que no te lo pone nada fácil. Y sin embargo, eso es todo lo que necesitas. En principio no iba a ser un disco. Fue un espectáculo que después presentamos a un concurso (Infusiona’t 2013). Y ganó. Y de ahí creció… y yo con él.

 

Angel. Así que, aunque tu formación ha sido en el flamenco, a la hora de expresarte musicalmente, hasta ahora has elegido otros caminos. De hecho, en cada entrevista te esfuerzas en repetir que lo tuyo en este nuevo disco no es flamenco.

Mariola. Es que no he hecho un disco de flamenco, no lo pretendía. Ni mi directo tiene que ver con él flamenco. Hay una raíz que es folclórica y que digamos es de donde puede nacer una parte del flamenco, pero yo la he usado para buscar en mi paranoia, mi tránsito personal en torno a mi presente y a la infancia, a la identidad… sin hacer ningún tipo de estilo o etiqueta. En las actuaciones voy con dos guitarristas que tocan rock y lo que les echen, y con un trombonista que es un genio y que está como una cabra (risas). De pronto suena un grillo en el escenario, una corriente de agua… son vivencias que convierten mi sueño en realidad, que me hacen sentir la magia del proceso artístico.

 

Angel. Hoy se tenía que haber celebrado la entrega de los MIN de la música independiente y tú estabas nominada por “Lorca, Spanish Songs”.

Mariola. Así es. Y agradezco mucho estar seleccionada en la categoría de flamenco, pero es lo que te comentaba: una vez más tengo que decir sinceramente que no lo puedo considerar un disco de flamenco. Y aunque huyo de las etiquetas, aquí se está poniendo una que yo respeto con todo mi ser… Hay gente que ha hecho discos de flamenco, que gusten o no, son formalmente flamenco. Como el de David Lagos -con el que coincidí en el festival de flamenco de Nimes-, que ha hecho uno precioso. Me hubiese resultado más cómodo que lo enmarcaran en la categoría de world music o folk.

Respeto mucho el flamenco y quizás alguna vez lo haga, ahora estoy buscando otras cosas, otros sonidos, otras texturas….No digo que mi disco sea menos ni más. Simplemente no es un trabajo de flamenco. De igual modo, hay entrevistas en las que empiezan diciendo que es música de minorías y yo pienso: “Pero esperaos, ¿no?. Todavía no se sabe”. Y desde que empezamos a girarlo el 5 de junio (curiosamente el día en que nació Lorca) ha ido bien y no he parado de trabajar. Al no tener una gran infraestructura detrás, la repercusión no es muy larga, y en las entrevistas tengo la sensación de que es como si todo el tiempo estuviera empezando. Pero los medios me están tratando muy bien, encuentro mucho cariño y muchísimo respeto por mi trabajo. A pesar de haber grabado con una discográfica independiente, el disco está obteniendo muy buenas críticas a nivel nacional y se está vendiendo estupendamente.

 

Angel. Reconozco que antes de meterle oído a tu nuevo trabajo, lo primero que me llamó la atención es que no había piano, como en la grabación que Lorca y La Agentinita hicieron en 1931. El acompañamiento instrumental es de Marc Ribot, uno de mis guitarristas favoritos.

Mariola. A mí también me encantan sus maneras. Cómo integra todo, cómo es de verdadero… Yo andaba buscando en las voces antiguas, exploraba con la música judía. Más que una revisión yo quería hacer un viaje. Y Lorca estaba ahí, en ese viaje. Mi abuela cantando, mi abuelo en el campo… Algo más allá de un repertorio que estaba ya hecho maravillosamente por muchos artistas. Un viaje con Marc y su sonido tan de otro lugar. Meter las cosas que me gustaban en otro contexto y otro ambiente sonoro, y a ver qué pasaba. Nunca pensé en el instrumento porque este trabajo era con Marc, con su forma de sentir y de expresar.

Desde el primer momento él accedió encantado. Primero escuchó “La Llorona” y le gustó mucho. Y luego, cuando le dije de hacer Lorca, le pareció una grandísima idea. Fue muy difícil para ajustar las fechas pero luego se arregló y, aunque se grabó en Nueva York por un lado, luego en Barcelona, las mezclas en Madrid… resultó muy intenso. Marc es una persona muy cercana. Incluso en los pasajes más libres de la grabación fue muy respetuoso con las grabaciones originales. La verdad es que yo creía que se iba a volver más loco y no fue así. Se contuvo bastante sin perder nada de lo personal. Muy orgánico, muy generoso. De todas formas, mi productor (Daniel García Diego), que sí es pianista, lo puso muy fácil y guió el proyecto de una manera exquisita.

Está pendiente un directo con él, pero tiene mil proyectos y es complicado. Cualquier día me voy a presentar en su casa y le voy a decir: “Bájate a tocar, que estoy aquí en la cafetería de al lado” (risas). Porque si no hay mucho intermediario… O igual viene él. Como te digo, el disco se está vendiendo muy bien en una compañía independiente. La parte buena es la libertad, a cambio de ella por ahora renunciamos a otras cosas.

 

Angel. Te voy a cambiar de onda. Dejamos la música y te pregunto por temas sociales de actualidad. Sé que te has formado en Cataluña y, desde fuera, se entiende poco lo que está pasando. Me decía un colega que ha trabajado en el parlamento europeo que ese discurso de “España nos roba” suena insólito, porque incluso va en contra de la filosofía de equilibrio y solidaridad entre los pueblos que se van incorporando a la unión.

Mariola. No sólo me formé, también ha sido mi hogar durante quince años. Me tocó dentro. Justo me aparté de allí cuando empezó el lío. Pero sigo estando allí y me siento un poco catalana. Hay detalles muy delicados, con una base histórica, que generan mucha susceptibilidad. Y depende de quién los haya tratado, así los ha llevado a su terreno, a veces manipulándolos a su manera. Luego están los matices de cada uno y ahí se complican los sentimientos nacionalistas. ¿Dónde está la línea de la patria?. Si estoy en China y me ponen una sardana o escucho una txalaparta, lo voy a sentir como propio y me voy a emocionar. Pero si se trata por ejemplo de un fandango, quizás se me va a escapar una lagrimilla mayor. Más allá de eso, y respetando los sentimientos patrióticos de cada cual, no los comparto cuando tienen que ver con el dinero. Eso de “España nos roba”, “que no se lleven lo nuestro”, “nosotros damos más”,… O incluso peor, eso de que no tienen que aguantar a los andaluces porque ellos no trabajan. No sé, para mí es un discurso que demuestra poco nivel cultural o un rango bajo de humanidad. Y ahí ya no me interesa la conversación, no me parece relevante. Porque una cosa es el sentimiento patriótico y otra la ignorancia.

Algunos de éstos (afortunadamente, no muchos) necesitarían una lección de historia, recordarles que en los años 70, más de la mitad de la población barcelonesa eran andaluces y extremeños… trabajando para sacar adelante su industria del aceite o textil. En todo caso, gastar energías en delimitar o distanciarse por el hecho de vivir en un lugar me parece absurdo. En círculos neoliberales y de derechas puedo entender el deseo de querer gestionar su patrimonio, pero me cuesta asimilarlo en un entorno más progresista, más culto… teniendo en cuenta que todo está tan globalizado.

Tampoco me cuadra lo de escudarse en el republicanismo. Creo que todos los pueblos de España son en su mayoría republicanos, y solo dejan de serlo por culpa de un golpe de estado, una dictadura y la imposición posterior de una monarquía. Es verdad que todo el mundo la aceptó en su momento porque suponía un factor estabilizador pero no creo que Andalucía, por ejemplo, sea monárquica. Más bien, todo lo contrario. Andalucía es un pueblo muy trabajador y muy libre. Por nuestra historia han pasado muchas civilizaciones, muchas culturas… Creo que no necesitamos reivindicar nada. Aunque es verdad que, en algunos momentos de la historia, ha interesado hacernos de menos, que han dicho que nuestras palabras están mal dichas, que somos poco productivos, que solo servimos para hacer gracia y amenizar, que no valoran nuestra capacidad para crear, para engrandecer a los demás. En definitiva, creo que no hay que atender a determinadas críticas.

 

 

Angel. Frente a ésta y otras reclamaciones, tengo la impresión de que damos dos pasos hacia adelante y uno hacia atrás. Muchos países experimentan un auge de la ultraderecha. Parecen querer frenar los avances sociales y alimentan el odio sin rubor con proclamas fascistas, sexistas, racistas, xenófobas. Aquí no somos ajenos: tienen una presencia importante en el congreso y han conseguido co-gobernar en pueblos tan de izquierdas como es el andaluz.

Mariola. Es muy fuerte, no lo entiendo. Por un lado, creo que en Andalucía caló mucho el discurso del cambio tras un gobierno de muchos años. Y luego está la emigración, que genera una forma de propaganda que asusta una barbaridad. Ha sido muy de repente. Mucha gente que no votó y mucha ignorancia que no se basa en ideas políticas, sino más bien en un pronto, en un hartazgo puntual…. De no ir a votar, o hacerlo sin ideología más allá del “no quiero moros en mi casa y éstos los van a echar”. Hay que tener en cuenta que hay pueblos andaluces que son totalmente magrebíes o africanos. Esto requiere mucho trabajo, una política de comunicación para la integración. Aún no se ha hecho. Todo ha ido muy rápido y de momento es un shock. Se genera el miedo y eso es muy complicado de gestionar sin educación. En zonas de Almería hacen falta migrantes para los invernaderos, pero no así. La mayoría trabajan de forma inhumana, por cuatro euros la hora. Viven y duermen en malas condiciones, las chavalas prostituyéndose…

No están quitando trabajo a nadie, pero se genera la molestia y el miedo. Hay que arreglar ese choque cultural. Creo también que es cuestión de tiempo. Cuando los hijos de estos emigrantes empiecen a ir juntos al colegio… ya sabes, normalización. También en los países de origen. Tengo un hermano que creó un orfanato en Camerún para niños de la calle, la última escoria social. Niños solos, quitándose el hambre esnifando pegamento. Todo eso en el marco de una sociedad que mira a occidente, que quiere tener una casa y un móvil. Al final se crea un caos de valores, con la avaricia del primer mundo y unos gobiernos que permiten el desastre… Cuando en realidad todos tenemos un fondo bueno.

Hay un auge de la ultraderecha en todo el mundo; en Brasil, en Grecia, en Alemania, Trump… En Italia por ejemplo es de locos. No sé si es una cuestión de modas, porque creo que no va a durar. O de un poder fáctico que mueve hilos en la sombra por cuestiones económicas. Parte de una rueda por la que tenemos que pasar ahora. Es muy raro. Tan raro como esta gran crisis vírica. De todas formas, creo que la extrema derecha de ahora no hace demasiado daño ideológico. Tiene un discurso pobre, populista… basado en necesidades y reacciones muy actuales, pero desde la provocación más evidente.

 

Angel. Salió el tema del coronavirus. Un ataque masivo invisible. A día de hoy, nadie sabe cómo empezó esta locura. Pero lo peor es que tampoco sabemos cómo va a acabar. No sé cómo lo vives.

Mariola. Pues además de estar sacándome temas de los Beatles con la guitarra (risas), estoy creando una enciclopedia interior en crecimiento, porque cada día surge en mí algo diferente. Lo que peor llevo es tener el mar tan cerca y no poder acercarme a él cada día. Yo soy del campo, pero desde pequeña mi padre nos llevaba al mar y yo lo relaciono con el descanso y, sobre todo, con la sanación. Nunca hubiera imaginado que la policía patrullara paseos marítimos. No lo crítico, eh. Creo que; gobierno, políticos, autoridades, la vecina que vigila desde su balcón; todos hacen lo que creen mejor. Y si todo esto está orquestado por alguien, creo que se sale de nuestro control… casi del control humano.

Creo que lo mejor que podemos hacer es mandar mucho amor, alegría, buena onda, rezar el que sepa, y centrarnos en lo positivo y en lo constructivo. Y cuando esto se acabe, ya veremos cómo nos remangamos y hacia dónde vamos. Porque una cosa está clara, vamos a tener que ayudarnos los unos a los otros. De hecho, creo que eso está siendo ya un cambio muy poderoso. Veo que hay un cambio de paradigma en cuanto a quién tiene el poder, qué es el poder. Si es tener muchas armas o más bien tener muchas defensas frente a la enfermedad. O ser parte de un grupo muy fuerte en todos los sentidos. Igual luego nos quieren obligar a todos a vacunarnos mucho todo el rato. No lo sé. Puede haber alguien con mala intención, pero también puede que les salga el tiro por la culata, porque va a depender también de nosotros.

 

Angel. ¿Cómo ves la situación actual de la mujer? Hay un movimiento feminista con gran fuerza, como también hay mucha confrontación (más política que social) en torno a las propuestas, a las formas y a la legislación necesaria para conseguir la igualdad real.

Mariola. La verdad es que a veces me siento un poco perdida. Creo que es fundamental que de todo esto resulte algo más profundo que una moda o una extraña forma de consumismo. Es un tema que tiene que ser menos de consumo rápido. Hay un trabajo por hacer que es muy lento. Para entenderse, perdonarse, educar. No se cambian las cosas de la noche a la mañana. Hablamos de padres y abuelos que traen cierta escritura en el adn. No puedo pedir a mi tío de 70 años que entienda ciertas cosas…

Ahí están los mitos de la virgen María, de Tiamat, de María Magdalena, de La Llorona… Desde el principio de los tiempos hay una mujer que ve morir a un hijo, o un hijo que la mata a ella. La mujer  es la creadora y es el caos. Esos símbolos nos quieren decir cosas, también que lo femenino acepta el rol de sometimiento. No sé, es difícil explicarlo porque estoy muy metida en ese tema en este momento. Será con poesía o será con gritos. Vamos a explicarlo todo lo que se pueda, invertir y pedir todo lo que se pueda. A mí me parece muy positiva e indispensable toda esta corriente de feminismo, pero no me siento identificada con todas las opiniones. Por ejemplo, creo y estoy a favor de la abolición de la prostitución, pero eso choca con algunos discursos feministas de “mi cuerpo es mío”. Y en ese caso, esto que digo parece muy moralista, super facha, reaccionario. Es complejo, un mundo. Se mezclan los derechos con una forma de esclavitud, severa y antigua.

 

Angel. Volviendo a la música, entiendo que este confinamiento, de muchas maneras, lo limita todo. Aparte de los conciertos para presentar tu disco, también el avance en los proyectos futuros. ¿En qué andas pensando para cuando se normalice la situación?

Mariola. Estoy ahora creando “La Babilonia”. Textos originales, mitología sumeria aplicada al siglo XXI. Hay cosas muy intensas en ese momento histórico. Creo que entrar ahí es empezar a llamar a los duendes de la transformación. El código de Hammurabi… Las leyes de esa primera civilización impresionan, en algunas cuestiones van muy por delante de las nuestras, de por dónde vamos nosotros ahora… pareciera que hemos involucionado. Cómo se legisla lo que no se ve, lo que no se entiende… Los misterios, los hechizos…. Cómo se acepta que existen cosas inexplicables. En el poema de Enûma Elish, Tiamat, la primera creadora, representa el caos, el principio femenino. Y a todas las primeras mujeres, que casi siempre son matadas por la espada de un hombre. Asumimos ese estereotipo en tantas leyendas…

 

Angel. Hemos hablado de tus influencias, pero ¿qué músicos de ahora te gustan? ¿Qué me recomendarías?

Mariola. Escucho de todo. De lo que oigo ahora me gusta mucho el pianista Toni Vaquer, un talentosísimo bicharraco que hace unas composiciones y unos arreglos brutales. Me encantaría trabajar con él y espero que sea muy pronto.

En la danza también José Maldonado, mi José… una belleza insoportable, un pájaro divino, un ser que aún con su masculinidad al bailar, trasciende los géneros por su belleza y su imaginación. He aprendido muchísimo de él.

En lo que se refiere al flamenco, creo que el cante, el baile y la guitarra están mejor que nunca. En el cante, me parecen buenísimos Israel Fernández o Arcángel. Creo que están a gran altura. En el baile está Rocío Molina… y los demás estamos a años luz. Es una monstrua. De los guitarristas casi no podría elegir, hay verdaderos talentos en este país. Tantos…

Y luego está el día a día, la gente no profesional. Creo que hay una gran cultura popular, la gente sabe. Me preguntas cómo es cantar en Córdoba y te digo que me causa un gran respeto. En Córdoba, una peluquera o la señora en la frutería, van y te cantan por fandangos que flipas. Hay muy buena educación.

 

Angel. Educación, cultura… temas recurrentes. Lo hemos hablado respecto a la música, pero también en un ámbito más amplio. Estoy de acuerdo contigo pero me pregunto: Si la solución de tantos retos sociales que enfrentamos está ahí, digo yo que el arte y, en consecuencia los músicos, tienen algo que decir. ¿Crees que tenéis una responsabilidad? ¿Algo que aportar?

Mariola. En mi opinión, el mundo de los artistas y concretamente el de los músicos parece haber estado un tanto apático. Preocupado de no molestar, de ofrecer unas voces dóciles y bien afinaditas. Pero está cambiando. Veo cierta transformación y parece que empezamos a dar caña, más “rebeldes” de vocación, y no de moda. En el tema profesional necesitamos que haya más circuitos. No sólo uno y mainstream. Eso tiene que cambiar, necesitamos más riesgo y más independencia. Y una buena base es que consigamos el entorno adecuado. Tiene que haber una buena red de locales pequeños y medianos, y que estén bien apoyados. Eso ayudaría muchísimo. Y por supuesto hace falta que los programadores se despoliticen totalmente. O mejor, que hagan una política “más artística” y no tan populista. Arriesgando con cosas que aparentemente no son populares. Yo he invertido en mi disco lo que gané haciendo teatro en dos temporadas seguidas. A lo mejor algunos piensan que es estrellarse porque no encaja en la definición de lo que es muy comercial, pero creo que este es el camino. No conozco otro.

Así que es importante dar más posibilidades a la libertad en todos los ámbitos que afectan a la cultura. Hay que dar lugar a lo local y también a los nuevos creadores y pensadores. Porque es imposible hacerlo si sólo hay un circuito, y en ese circuito has de competir con campañas de marketing de multinacionales, que gastan cientos de miles de euros. Solo unos pocos pueden, y creo que hay demasiado talento en este país como para dejarlo de lado. Dinero y espacios hay, pero falta valor y -sin duda- corrientes paralelas. Tienen que convencerse que es rentable en muchísimos aspectos.

 

Angel. Hace años, cuando empezaba a imponerse la comunicación digital y la industria discográfica temblaba, Neil Young mandaba un mensaje que me pareció muy lúcido, muy interesante. Decía que se acababa el negocio del disco y empezaba el de la música.

Mariola. Así parecía y así ha sido. Ha habido una gran crisis de la industria musical cuando el disco cayó, pero ahora el lucro viene del streaming, de internet, de las descargas,… y también de los directos. Las multinacionales ganan un porcentaje de los conciertos de los artistas. No de todos, claro. Algunos se niegan y otros directamente se desmarcan.

El tema de los directos es otro, complicado para según quién. El pequeño local no puede sostener la supervivencia de los músicos, y no puede ser que todo dependa de promotores privados. Yo estoy convencida de la importancia del apoyo institucional, creo que tiene en su mano la posibilidad real para hacer que las cosas cambien. Y no hablo sólo del ministerio, me refiero a los alcaldes. De las ciudades y de los pueblos pequeños, con sus pequeños presupuestos para cultura. Sus iniciativas a la hora de programar en sus entornos, a través de festejos locales y fiestas populares, son clave. Apostar por artistas locales, por sus nuevas y jóvenes generaciones, que están deseando poder crear y ser artistas… y que por supuesto necesitan espacios y posibilidades, también para equivocarse.

Pero qué sabré yo que sólo soy un músico, o una voz buscando… y equivocándome.

 

 

 

Cronica Concierto en Bilbao, Sala BBK

Veinticuatro horas después, y dentro del ciclo “Emakumeok” –dedicado a la mujer-, la sala BBK acogía el que, por ahora, es el último concierto que se ha celebrado en la capital bizkaitarra. Una ciudad que ya conocía su trabajo con nombres tan potentes como La Fura Dels Baus o Chano Domínguez. Así como su colaboración con Masa Kamaguchi (habitual en las sesiones de jazz de La Bilbaína). Y generaba buena curiosidad su revisión de aquellas canciones populares grabadas por Lorca y La Argentinita.

Pero hasta el último momento se mantuvieron las dudas sobre la celebración del bolo. Se hizo. Y quizás haya sido la última oportunidad de asistir a un espectáculo de música en directo durante bastante tiempo. El precio de tanta información contradictoria, así como la cancelación de muchos espectáculos programados repercutió en la afluencia de público. De casi 300 entradas vendidas, se presentaron poco más de 50 personas. Seguro que muchos de ellos, viendo el confinamiento obligado que ha venido después, están arrepentidos de no haber invertido hora y media de sus vidas asistiendo a la nueva propuesta musical de Mariola Membrives.

A ella, seguramente aliviada por subir al escenario tras casi tres días de incertidumbre, también se le notó cierto nerviosismo al inicio. Pero esta cordobesa no es una adolescente recién salida de una academia de triunfitos, y su actitud no tiene nada que ver con una colección de gorgoritos de cantantes –que diría el maestro Franco Battiato-. Mariola es una mujer que canta lo que quiere y que ha elegido sus pasos en el mundo de la música. Así que es capaz de encontrar los estímulos necesarios para ofrecer la fuerza musical e interpretativa que lleva dentro.

Porque imbatibles parecen sus armas naturales para concentrarse y emocionar o emocionarse. Incluso sabiendo que en esta actuación improvisaban ciertos arreglos y pasajes, obligados por los cambios en la formación que viene presentando en directo los temas del disco. Algunos felices, como la participación lujosa del pianista Daniel García Diego (que es además productor de “Lorca. Spanish Songs”). Y otras no tanto, como la ausencia de la cantaora Mayte Martín, que no pudo acudir a la cita por enfermedad.

 

 

Al final, lo cierto es que disfrutamos de una actuación bellísima, llena de energía y buen gusto. Hora y pico de música inspiradora. Con las sinuosas armonías de guitarra de un Javier Pedreira que -sin ser Marc Ribot- no dudo de que en hipotético dúo, se repartirían esos juegos de cuerdas con placer. Y por supuesto, la impresionante aportación de Vicent Pérez, un trombonista diferente. Un músico inconformista, capaz de llenar los huecos y los vacíos (si los hay) con un repertorio de sonidos raros y sugerentes, cacofonías y ruidos tan evocadores como revoltosos. Una cascada de distorsiones, que te sorprenden o te sacan una sonrisa cuando menos lo esperas. Y que resultan un contrapunto perfecto del piano de García Diego y el dramatismo vocal de Membrives.

Así fueron cayendo como agua de manantial esas coplas de toda la vida. Abrió la actuación con el “Romance Pascual de los Pelegrinitos” y la anticlerical “Sones de Asturias”. Luego, con gran protagonismo de piano, arrebató al publicó con inspiradísimas y contenidas versiones del mítico “Café de Chinitas” y de la “Nana de Sevilla”. Caliente ya el escenario, sonó entre dulce y desagarrada ese himno de la resistencia que es “Anda Jaleo”. Donde se fundieron casi iconoclastas los sonidos de trombón, el extasiado lamento de Mariola y un adosado homenaje final a la visión del Lorca neoyorkino en “Ciudad Sin Sueño”. Que tuvo continuidad en el “Omega” Morentiano con “Pequeño Vals Vienés”. Una joya musical del siglo XX que parece estar ya instalada en el lírico inconsciente colectivo, y a la que Mariola dota de una sonoridad casi fantasmagórica.

En el tramo final, presentó su personal musicalización de una de las “Canciones Para Terminar”, que Federico dedicó a Rafael Alberti. Una gozada. Tras la que sonó ese “Zorongo Gitano”, que ha elegido como carta de presentación de su disco. Todo arrebato y pasión. Para cerrar con una emocionante “La Tarara”, de rockero guitarreo desatado. Que en realidad no fue el cierre, porque para el bis nos quedaba ese pequeño prodigio de la era y el terruño que es “Los Cuatro Muleros”.

Un concierto para olvidar los miedos víricos, para irse a casa cuarentenado pero con la sonrisa puesta. “Lorca, Spanish Songs” es toda una sorpresa. Un disco que merece la pena tener. Y regalar. Pero que en directo es, si cabe, aún mejor. Debe ser -como dijo ella misma- por la importancia de “ser testigos”.

Insiste Mariola Membrives en que ella, ni ha hecho, ni ha querido hacer un disco de flamenco. Y es cierto. En su trabajo, enlatado o en vivo, se encuentran el jazz y el rock con las voces del pueblo llano. Pero creo que esa es la parte obvia, no el todo. Para completar este cuadro musical hay que sentir además la atmósfera que transmite, el aroma de sus ancestros. La herencia de esa otra Andalucía que respira gitano y payo sin prejuicios, con la libertad y la universalidad que nos enseñaron Lorca o Blas Infante. Mariola, creo que lo llaman flamenco –aunque no lo sea- porque tú lo eres. Porque llevas en el alma su alboroto y su elegancia. Y hagas lo que hagas, eso vive en ti.

 

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