Jamboree Jazz Club, Barcelona. 30 de septiembre 2016
Luther Dickinson es uno de los grandes renovadores del blues del Delta del Mississippi, tanto en su faceta en solitario como al frente de los exitosos North Mississippi Allstars. No en vano, este joven guitarrista se crió en el seno de una familia completamente abocada a la música (su padre era el legendario músico y productor Jim Dickinson) y desde joven tuvo contacto con los grandes bluesman que todavía actuaban en los jukejoints del sur de los Estados Unidos. Por este motivo sus canciones permanecen fieles a una tradición que se remonta a principios del siglo XX en las plantaciones de algodón sureñas, cuando los trabajadores afroamericanos empezaron a acompañar sus lamentos y sus odas sexuales con su humilde guitarra. Aunque, como hijo de su época, el mayor de los hermanos Dickinson tampoco a dudado en ensuciar ese blues de raíces con estallidos de rock sureño (de ahí que militara en The Black Crowes durante un lustro) e incluso con elementos de hip hop. Aunque la noche del 30 de septiembre se presentó en el Jamboree de Barcelona en su versión más minimalista, acompañado únicamente por Gianluca Giannasso, el batería italiano que se ha convertido en su fiel escudero para las giras europeas.
Lo que en un principio se presentaba como una noche de blues de alto voltaje, se vio empañada por el retraso del vuelo que lo traía desde Italia y que casi obliga al promotor a cancelar el concierto a útima hora en la Ciudad Condal. Este percance hizo que el músico tuviera que hacer la prueba de sonido frente a una sala llena hasta la bandera y que se palpara el nerviosismo entre el respetable. Aunque Luther Dickinson sacó a relucir su alma de trovador y amenizó la media hora de pruebas con comentarios divertidos, además de mostrar sus ganas de catar algún licor típico catalán. Todo esto marcó el inicio del concierto con una descafeinada “Hurry Up Sunrise” en la que se le veía más pendiente del amplificador que de la interpretación… aunque, poco a poco, fue remontando el vuelo gracias a la complicidad con el batería y su evidente destreza a las seis cuerdas. Porque si una cosa no le falta a este joven guitarrista es mojo e incluso bromeó con el sueño de hacer una gira conjunta por Europa mano a mano con el gran Derek Trucks: “el Miles Davis de nuestra generación” en sus propias palabras.
Si bien es cierto que el concierto no llegó a despegar del todo, si hubo momentos de auténtico esplendor que nos trasladaron a otra época. En “Highwater (Soldier)” recurrió a una guitarra enlatada para ofrecer la primera muestra de blues distorsionado de la noche y en “Horseshoe” demostró que tiene una voz envidiable con ecos de soul. Tampoco dudó en revisitar el cancionero de Bob Dylan con una pequeña versión de “Stuck Inside Of Mobile With The Memphis Blues Again” como claro homenaje a su ciudad de origen, que enlazó con el “Hear My Train a Comin” de Jimi Hendrix, además de rendir tributo a sus maestros con una emotiva versión de “Candy Man” de Mississippi John Hurt.
Este concierto demuestra una vez más el compromiso de los programadores del Jamoree con la música afroamericana en todas sus variantes y logró congregar a la plana mayor de los aficionados al rock n’ roll y el blues de la capital catalana. Puede que todos esperaran un concierto fácil y complaciente, pero ya se sabe que en los jukejoints nada es lo que parece y se necesitó un poco de paciencia para disfrutar de un show que fue de menos a más gracias a la sabiduría musical de Luther Dickinson y sus hermosos pasajes instrumentales, que adornaron un repertorio intachable, basado en su fabuloso álbum “Blues & Ballads – A Folksinger’s Songbook: Volumes I & II”.