Lagartija Nick

1 February 2018 Texto: Angel Ignacio . Fotografía: Rafabilly.

Sala StageLive, Bilbao, 2 de febrero de 2018

Talento y violencias de la otra Andalucía.

¿Y qué pasa si entre tus principales influencias conviven, con alta pasión y sin ningún esfuerzo; Leonard Cohen, los Clash, el Maquis, Lou Reed, Motörhead, los aromas gitanos del Sacromonte, Bauhaus, Salvador Dalí, Patti Smith, Federico García Lorca, Enrique Morente, Pablo Ruiz Picasso, Sonic Youth, José Val Del Omar, los Pixies, o las lágrimas de Boabdil alejando la Alhambra? Pues que Lagartija Nick puede ser una de tus bandas favoritas.

¿Y si eres uno de los miembros del grupo? Pues que eres demasiado inquieto como para disponer de huecos; ni entre los cuarenta subnormales, ni en cualquier otra plataforma que te lleve al éxito y a ponerte un ratito de modas. Lagartija Nick no nació ayer, han tenido sus posibilidades y nunca han pactado con el mercado. Pero es que además no se trata de una pose rebelde bienqueda, aquí no hay atisbo de imposturas malditistas. Que también vende muchas portadas y disquitos (no hay más que mirar a la granbretaña). La banda granaína sositene y defiende una impertinente coherencia creativa. Tras seis años de silencio discográfico, ya desde el nombre de su nuevo trabajo, “Crimen, Sabotaje, Creación” van dejando claras las cosas. Título por cierto, dedicado a Jesús Arias, que se fue hace poco más de dos años…

Y el hermano de Jesús, Antonio Arias, no es un rocker al estilo clásico. Quizás lo fue una vez, sí. Pero ya no. El multiverso de Antonio ha ido incorporando demasiados amigos íntimos de otras tierras y otros mares. Y ahora viaja del flamenco hasta el noise, desde el punk a la electrónica, desde Manhattan hasta el Albayzín. Y desde siempre. Porque Lagartija Nick siempre ha sido su centro de gravedad, siempre su criatura, su monstruito. También su tabla de salvación, frente a los impulsos y desganas, a las peleas y a los cambios. Con los egos y las adicciones, luchando por y contra el aburrimiento, con la sustancia del entorno y los cantos de sirena apagados. Antonio es un andaluz inquieto y perseverante, a veces genial. Granaíno de malafollá y méritos enormes.

 

 

Y con el tiempo, esa perseverancia le ha dado la razón. Para el concierto en la sala Stage Live de Bilbao, Lagartja Nick recuperaba su formación más identificable, la que todos los que seguimos a la banda deseamos. Es decir; Miguel Angel Rodríguez Pareja y Juan Codorniú a las guitarras, Eric Jiménez a los parches, y Antonio cantando y tocando el bajo. Además, el añadido a los teclados y computerizaciones de JJ Machuca, que ya giró junto a Antonio Arias en la gira presentación del disco de Soleá Morente, “Tendrá Que Haber Un Camino”.

Con estos ingredientes y un público entusiasta arrancó un bolo que duró alrededor de hora y media, incluidos dos bises. Avisado el público de que la actuación se centraría en los temas de su nuevo trabajo, fueron cayendo; “Analema”, “La Ira De Noviembre”, “Mapa De Canadá” (con un estelar Machuca), “La Soledad Es Política”, o “Nuda Vida”, con intercalados de –por ejemplo- “Lo Imprevisto” (de su disco homónimo de 2004). Para continuar con una arrolladora “Agonía, Agonía”, que es puro sonido Lagartija de siempre.

Calmaron el sudor agradecido con el medio tiempo “El Teatro Bajo La Arena” o “Europa, Europa”, en la que un Antonio totalmente himnótico se luce muy a gusto. Y como todo olía a Lorca, aprovecharon para homenajear doblemente a dos inspiradores perdidos; al inolvidable frontman de The Clash; y a Jesús Arias, con “Strummer/Lorca”, un inédito rescatado de los Quásar, y que prometieron grabar en adelante. -“¡Viva Joe Strummer!”, gritó con ganas Antonio. Tras ella brotaron; la lucha perdida pero heroica de los míticos rebeldes contra el régimen franquista, con el temazo “La Leyenda De Los Hermanos Quero”; y otro imperdonable de los Nick, “Tan Raro Tan Extraño Tan Difícil” (de su primera placa, “Hipnosis, 1991).

Sin compasión y con un desatado Juan Codorniú (¿nuestro Lee Ronaldo local?), llegó el primer recuerdo a Enrique Morente y su colaboración en uno de los mejores discos del siglo XX, “Omega”, de la mano del apocalíptico “Vuelta De Paseo”. Y en absoluto desmadre emocional se marcaron dos violentas versiones de su segundo trabajo, “Inercia” (1992). La que abre el disco, “Nuevo Harlem” y el temarraco “Satélite”. Con un enchufado y burrísimo Eric Jiménez. Luego llegó la despedida de Antonio: “Eskerrik asko, Bilbao. ¿Ha sido muy intenso, verdad?”.

 

 

Pero una brevísima pausa dio paso al primer bis, que arrancó como había terminado. Es decir, tirando del noventa y dos para rememorar “Esa Extraña Inercia (Anfetamina)”, con la ayuda de Nando, bajista de Los Carniceros Del Norte. Después, otro lujazo de “Omega”: “Ciudad Sin Sueño”. –“Pues claro, ¿quién carajo puede querer dormir con este pedazo de bolo que están dando?”, dijo uno que agitaba la cabeza a mi lado. Para el segundo bis (casi inesperado, porque la música ambiente ya sonaba y los granaínos no tenían ni puñetera gana de irse) se reservaron otra de sus grandes canciones del “Inercia”, la estupenda “Universal”. Una gozada. Y sin más, cerraron el bolo con “Exilio/Adagio Súbito”, tema que cierra su nuevo plástico.

Gran noche en definitiva. Emocionados aplausos sinceros para una banda que está en plena forma. Sin duda, en uno de sus mejores momentos. Conciertazo de Lagartija Nick, unos tipos andaluces con tanta personalidad que, si viniesen del guiri, llenarían un estadio sin problemas. Solo dos pegas se le pueden poner al concierto: Un juego de luces absolutamente antipático (para el público y, sobre todo, para los fotógrafos), y un sonido que en ningún momento estuvo a la altura del grupo. Aunque visto lo visto, y oído lo oído, está claro que sobre el escenario, la banda se escuchaba de maravilla.

Decía Antonio en una entrevista reciente que si el entorno de Lagartija Nick era violento, su música abandonaba la paz. Pues digo yo que ojalá que el entorno salga de la crispación pero su música siga despojada de paz. Porque esta violencia es en defensa de la Andalucía real, siempre acosada. Esta violencia activa es para defender a una banda de criminales canciones necesarias, cuyos sabotajes en concierto son obligatorios, y cuya andaluza creatividad es un bien universal. O como decía Malcolm X: -“Cuando la violencia es en legítima defensa, yo no la llamo violencia. Prefiero llamarla inteligencia”.

 

 

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