Otro que está que no para con la pandemia. Así el indie-folk, con momentos pop de Kevin Morby, se acerca al country rock en la continuación del aclamado “Oh My God”, creando una pareja absolutamente recomendable. Otros hablarán de este nuevo disco como el trabajo del Tascam 424, algo que hace hasta el propio Morby. Así lo grabó con esas 4 pistas y su guitarra inclinada hacia la cinta de grabar. Algo que ya experimentaron también con éxito recientemente los holandeses DeWolff y antes de la dichosa pandemia. En su hogar de Kansas y con la visita, más que musical, de Katie “Waxahatchee” Crutchfield. Juntos nos dan su propia visión del Midwest, aunque luego entró la ayuda en la producción y regrabación del disco por parte del prestigioso Brad Cook.
Descubrí la trayectoria de Morby con su buen trabajo de hace 4 años “Singing Saw”, aunque ya le conocía por su faceta como bajista en los interesantes Woods y por alguna otra aventura. Y es que Kevin es un tipo inquieto ya que también tiene otros discos con The Babies junto a la cantante y guitarrista de las Vivian Girls, Cassey Ramone. Ya entonces fichó por el recomendable sello Dead Oceans, en el que continúa, junto a John Vanderslice, Nurses o un tipo con el que tiene mucho en común como es The Tallest Man On Earth. En sus canciones te pueden venir también a la mente nombres como los de Bill Callahan, Bonnie ‘Prince’ Billy, Bob Dylan, Cass McCombs, Bon Iver, pero también otros más comerciales como los de Chris Rea, Steely Dan o James Taylor.
Tras el buen disco conceptual “Oh My God”, aquí podemos disfrutar con canciones y grabaciones más espontáneas, a menudo crepusculares y en otras ocasiones cargadas de mayor intensidad. Kevin suele hablar también de sus canciones de amor sobre lugares. Canciones como el desnudo e íntimo arranque con ‘Valley’. Su acústica y un sutil teclado y recordando a Bob Dylan hasta en la letra. Me encanta el tema titular con su voz y guitarra siguiendo tonos muy Leonard Cohen. Algo que también apreciamos en otros momentos casi narrados como los de ‘A Night At The Little Los Angeles’ en los que también ayuda en esta apreciación los coros de su chica, Katie Crutchfield. En ‘Wander’ destaca también esa narrativa atropellada muy Dylaniana, pero también con ecos actuales al gran Daniel Romano o a Jack Grelle. Buen piano en ‘Velvet Highway’ y emotiva, tierna y cálida despedida con ‘Provisions’. ¡Si quiere hacer otro disco el próximo año sea en esta onda más desnuda o en la de “Oh My God”, por mí encantado! (8)
Dead Oceans / Popstock!