KAMASI WASHINGTON, HASTA EL INFINITO Y MAS ALLÁ

6 June 2018 Texto: GON. Fotografía: Archivo .

Sala La Riviera. 13 de Mayo, 2018

A orillas del manzanares, recibíamos el pasado 13 de mayo, por primera vez en la capital, al aclamado por muchos como una de las grandes promesas del jazz en la actualidad, para presentarnos su nuevo álbum, ‘Heaven and Earth’.

En torno a las 9 de la noche, apareció en escena el gran pope del jazz de la nueva ola, enfundado en una de sus características túnicas africanas. Al angelino le acompañaban siete enormes músicos, entre los que se encontraba el propio Rickey ‘Pops’ Washington, su padre y mentor musical, a la flauta y el saxo soprano.

El casi millar de asistentes (de todas las edades, por cierto) pudimos ser testigos y a la vez partícipes de un viaje a través de la galaxia musical, con temas como ‘the magnific 7’, o ‘leroy and lanisha’, pertenecientes a The Epic, su anterior trabajo; el reivindicativo ‘black man’; ‘truth’; ‘the space travelers lulaby’; o el celebrado ‘fists of fury’, una llamada a la acción y, al mismo tiempo, homenaje de este gigantesco niño prodigio a las viejas pelis de kung fu, y con el que cerró su actuación. Entre medias, tuvo tiempo incluso de dedicar el clásico ‘cumpleaños feliz’ a su señor padre, arropado por el público presente.

 

 

Propulsado por dos baterías que marcaban el groove progresivo del viaje, respaldados a su vez por el dinamismo de Miles Mosley al contrabajo, Ryan Porter alimentaba los motores al trombón aportando su toque, a veces sesentero, a veces jugando con el hip hop, mientras que el mago Brandon Coleman a los teclados aportaba color a las nebulosas por las que se iban adentrando.

Y mientras todo esto ocurría, la explosiva pero cristalina voz de Patrice Quinn, envuelta en una gasa blanca, espectral,  reforzaba por un lado el impacto espiritual de la música, y por otro nos devolvía al planeta tierra, recordándonos, entre otras cosas, los problemas a los que sigue sometido su pueblo, desde una nueva perspectiva, en estribillos como: “Our time as victims is over,” o “We will no longer ask for justice / Instead we will take our retribution.”

Y a los mandos de la nave, misterioso y sombrío, agresivo y espeluznante, a veces acercándose el Sol, el saxo de Washington, iba trazando el camino como quien no quiere la cosa.

Dos horas duró el viaje onírico en la nave de Kamasi, que atravesó el cielo de Madrid con su particular jazz vanguardista, y que probablemente sea recordado en el futuro como el músico que consiguió juntar a varias generaciones de fans del jazz, el hip hop, el rock, el funk… hacia algunos de los sonidos de la nueva era.

 

 

 

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