El último mono no es una cafetería al uso. Es un equipo, una familia, un estilo de vida. Y eso se nota cada vez que vas y pides un zumo, un café, un muffin o una galleta, todo natural y hecho por ellos. Como sus propios fundadores dicen, es un lugar en el que puedes estar cinco minutos o cinco horas, en el que te sientes como en casa. Uno de esos sitios diferentes, de los que recuerdas cuando vas a una ciudad, siempre quieres volver y respiras con tranquilidad cuando ves que sigue ahí.
¿Cómo empezasteis en este mundo? Habladnos de vuestra trayectoria profesional.
Todos los que formamos el equipo de El último mono habíamos trabajado antes en el mundo de la hostelería/restauración, y además lo hacíamos compaginándolo con nuestros estudios universitarios. Hemos viajado y vivido fuera, parecía que estábamos teniendo vidas paralelas y sabíamos que de una forma u otra nos juntaríamos.
Los dos socios fundadores estudiamos LADE – Licenciatura en Administración y Dirección de Empresas- y lo hicimos con la clara idea de que ‘montaríamos algo’.

¿Qué ofrecéis a vuestros clientes que os distinga del resto de establecimientos del mismo tipo?
Ofrecemos pasión a nuestros clientes. No sabemos si eso nos diferencia o no del resto de establecimientos y, sinceramente, no préstamos atención a ello. Hacemos las cosas guiándonos más por el corazón que por la cabeza o por la billetera. Intentamos ser nosotros mismos, cosa que, aunque parezca fácil, no es tan sencillo. Se tiende a salirse del carril, a que la vorágine te empuje…, pero luego, nos miramos en el equipo y alguien dice: “joder!, esto no es el mono”. Así, intentamos mantenernos ‘independent and proud’ y trabajar, trabajar muy duro. En la pared principal de la zona de trabajo pone “go hard or go home”. Al final de la jornada quedamos exhaustos, no sólo por el trabajo en sí, sino también por la locura de situaciones y risas, eso te deja el cerebro frito XD.
¿Cómo surgió la idea y qué proceso has seguido para poner en marcha este proyecto?
No recordamos exactamente como nació la idea, pero hay un correo por ahí que se podría decir que es el punto de salida, un “vale, esta es la historia”, si bien al final es un refrito de dos cabezas. Queríamos montar ‘el sitio al que nos gustaría ir a nosotros’: un lugar donde estar 5 minutos ó 5 horas, en el que te sintieras bien, y consiguieras desconectar de la vida de ahí fuera.
El proceso fue largo, desde 2009 que salta la chispa, hasta que en 2012 prende la llama y subimos la persiana por primera vez. Una cosa muy importante y que nos costó bastante hacer fue el ‘Plan de Viabilidad’, sobre todo teniendo en cuenta que algo así no existía y que no había mucha literatura y datos para trabajar. A ver, cafeterías y restaurantes había, pero este refrito y takeaway no. Hicimos el Plan con objeto de presentarlo en entidades bancarias para buscar financiación, pero al final pensamos que para hacer esa operación con gente que no conocíamos, era mejor hacerlo con préstamos privados de familiares y pagarles a ellos los intereses; total, si íbamos a tener que pedirles que nos avalasen, mejor pagarles por asumir el riesgo.

¿Qué obstáculos y ayudas os habéis encontrado en el camino?
Lo primero es agradecer el apoyo de esas personas que han estado a nuestro lado. Que pusieron un plato en nuestra mesa y trabajaron duro para que pudiésemos montar esta locura. A los amigos cercanos, por ayudarnos cada vez que ha sido necesario. Sin ese amor, todo lo demás no importa, da igual el dinero y las cosas materiales, alguien tiene que creer en ti y, sobre todo, hacerte saber que tienes que creer en ti mismo.
Y respecto a los obstáculos, muchos y absurdos. Cómo puede tener el centro de Málaga los alquileres más altos de España?!!!! , es una estupidez; estuvimos dos años buscando locales, peleando y hasta decidimos montarlo en otro sitio, concretamente en Sevilla. Sí, Málaga todavía tiene mucho que aprender de otras ciudades.
No tenemos nada en contra del libre mercado, creemos en la ley de la oferta y la demanda, pero también en la ética. No debes querer vivir del trabajo de otro sin exponer nada, y lo que ya es un disloque es que alguien pague los precios sin hacer números antes. Al final, la ciudad no crece porque es imposible, hay cientos de locales vacíos o con ciclos de negocios, lo que es una picadora empresarial, pero claro, “con lo que pedías de alquiler y la fianza te daba para vivir otra larga temporada hasta que llegara otro”.
Además, el público está acostumbrado a seguir una ruta, y hay calles colindantes que están vacías u olvidadas, por ejemplo la nuestra, que, aun estando en el núcleo, todavía hay gente que pregunta: “¿esto es nuevo?, es que no paso nunca por aquí “. Pero si te sales del ‘sendero conocido’, asumes el riesgo de perder visibilidad y pones en juego una idea que lo mismo es un bombazo.

Por otro lado estaban aquellos que decían que la idea no funcionaría, que “Málaga es muy tradicional”, “zumos y café, ja! “…, pero eso más que frenarnos nos alentaba, un poco cabezones sí que somos XD.
Por último, lo mejor es haber encontrado a mucha gente que nos ha ayudado y que les tenemos devoción, como la peña de Brida o los Culoactivo Canela, y clientes que son parte de la familia, ellos saben quiénes son y que deben recordarnos que no cambiemos.
¿Estáis satisfechos con el resultado? ¿Y qué opinan vuestros clientes?
Estamos satisfechos con el resultado, pero esto todavía es un embrión, queda mucho por hacer. Una prueba de ello es salir en este medio, nosotros degustábamos las páginas de la Staf gracias a que nos las pasaba Álvaro (mucho antes de que abriese Griptape) y alucinábamos con las cosas que se hacían por ahí.
Tenemos amigos en casi todas las partes del mundo, pegatinas en murales de Japón, Sidney o Berlín, y un equipo de chavales que se dejan esponsorizar. Que gente de NYC o Seattle se flipen con el local y el ambiente nos sigue dejando hechos polvo. Es indescriptible esa sensación, se te erizan los pelos y te brillan los ojos. Que gente que domina muy buenos cafés te mande muestras y quiera intercambiarlas con las nuestras (ahora tostamos nuestro propio grano) te hace seguir pensando que lo estamos haciendo bien.

Desde vuestro punto de vista, ¿cuál es la situación y el nivel de este sector en la ciudad?
Es un tema complicado. Por un lado, es importante que haya nuevas propuestas, pero tenemos miedo de que el centro quede colapsado de negocios de restauración . Sería bueno que todo esto venga acompañado de nuevas ideas, ya sean de tiendas de ropa, diseño o coleccionismo. Esas cosas que hay en otras ciudades, que te hacen “bajar al centro” a enriquecerte culturalmente, a lo que sea, y acabar comiendo, y no al revés.
Como hemos dicho antes, los alquileres no ayudan, y quienes pueden pagarlos suelen ser caprichosos y/o ilusos, y cuando ven que algo funciona o que está lleno, deciden intentar clonarlo. Eso al final hace que al menos durante un tiempo parezca que lo que haces “está de moda”, y sí, por un momento te lo tomas como una falta de respeto.
Pero en general, la ciudad está creciendo mucho y eso es bueno para todos, para los que vivimos en la provincia y para los que vienen de fuera. La competencia sana es buena y es lo que impulsa el crecimiento.
¿Tenéis algún nuevo proyecto en mente?
Tenemos muchos; ahora mismo seguimos creciendo a lo alto y ya veremos como hacerlo a lo ancho. Poder ayudar a otros a hacer realidad su sueño, como otros lo han hecho con nosotros, sería muy bonito.
¿Qué le aconsejaríais a alguien que quiere montar un negocio?
No tenemos edad suficiente para dar consejos (risas) para aquellos que están empezando; pero lo que sí sabemos es que si no lo sientes dentro, si no tienes esa pasión, no lo hagas. Nadie ha inventado nada, se pueden hacer cosas, pero todo depende de lo que estés dispuesto a exponer, “un hijo no se hace en un día”.
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