Earthless “Black Heaven”

8 March 2018 Texto: Pedro Rodriguez Ruiz. Fotografía: Archivo.

Earthless es una banda poderosamente espiritual. No hay que tener el oído más atento de la tribu para percibirlo. Su nombre es claramente etéreo. Isaiah Mitchell, Mike Eginton y Mario Rubalcaba son como tres tótems que miran hacia dentro en el centro de un inmenso desierto,
altos como columnas de incienso, plegados hacia el suelo con sus instrumentos. Haciendo vibrar la realidad hasta evaporarla y destilar todo su color. Escuchar la compenetración y fluidez de estos tres músicos denota hermandad. Se siente en la complicidad e intuición de sus jams. Con una trayectoria de casi 20 años (la odisea está fechada en 2001) y a lo largo de tres discos y centenares de directos, Earthless ha tocado siempre deteniendo el tiempo, creando una burbuja sonora con un interior tan rico y profundo como todo un universo en ebullición.

En un destello, han subido y bajado del escenario, concentrando las horas en momentos. Sus discos se han desprecintado y ardido en el plato por primera vez y tantas veces, que creo reencontrarme con los mismos sentimientos. En su trabajo hay como un eterno retorno que no es nada la idea de repetición, sino más como una fuerza de conjunto que no puedo expresar con otra palabra que no sea “vitalidad”. Ahora nos presentan su cuarto álbum, “Black Heaven” (Nuclear Blast, 2018) y creedme que aunque lo que os comento son ecos en la sombra y que encima siempre está la música, el 4 es la clave.

Earthless es columna vertebral del rock psicodélico y de la escena de su San Diego natal. Su música fluye por sí misma, se mueve tanto por el rico pasado de bandas míticas de la sicodelia como influyen en las nuevas. Es un circuito natural, tantrico, espiritual, de pasados y mañanas que es a fin de cuentas todo puro rock.

Cuando una banda está en ese flujo de comunión con lo que hace, ser o no instrumental es superfluo. “Black Heaven” son 6 temas donde solo dos (y los más cortos, como “Volt Rush”) son instrumentales. Mario Rubalcaba mismo comenta que el 70% del disco es vocal. Que mientras muchas otras veces los riffs de las jams que han iniciado los temas salían de Mike Eginton, “Black Heaven” ha tenido ese mismo motor de arranque con la guitarra de Isaiah Mitchell. ¿Cuál es parte de esta magia en este disco? Recordad el simbolismo del nº 4: la voz de Isaiah entra en Earthless y estos temas como el cuarto instrumento natural de la banda. Brilla donde el espíritu lo pide. Llámala voz instrumental si tanto necesitas categorizar el álbum, porque honestamente, está mejor incluida que muchas bandas de músicos con un cantante frontman encima.

La otra gran clave que encuentro en “Black Heaven” es su fuerza y claridad. Retomando la espiritualidad que hay en Earthless, tengo que remarcar que no es una banda cuya música sea opaca, mistérica. Su sicodelia no es ambigua o desenfocada. Su idea y emoción es aumentar la percepción. Los tonos y melodías se agitan tanto en nuestros cráneos, que los colores se saturan, se incendian como brillos fuera de las líneas y las formas de los objetos. Earthless nace en la tierra y se aviva en su alma, encuentra la vitalidad y la intensifica, aspira a hacer de lo físico, de nuestros sentidos, algo intenso. Vibran como el viento (“Gifted By the Wind”), incendian como el fuego (“Electric Flame”) y fluyen sobre todas las cosas como un liquido… son los cuatro elementos, son una fuerza. Y este álbum contiene toda esa fuerza como lo han tenido siempre en todos sus temas, porque este es su espíritu. Son sus ganas y razones para tocar. Se nota. Se percibe. El cielo es negro sobre una tierra palpitante en explosión. (10)

 

 

 

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