Descubriendo la verdadera Marbella

5 August 2022 Texto: Gon. Fotografía: Juanjo M. Fuentes.

Al leer el nombre de Marbella, cualquiera que haya vivido en este país en los últimos 30 años, pensará irremediablemente en los lujos y excesos de la jet set, y los dispendios políticos de los que se han hecho eco los medios durante varias décadas, ocurridos en este municipio malagueño de 150.000 habitantes ubicado en la Costa de Sol. El imaginario colectivo sigue identificando en cierto modo ‘Marbella’ con Puerto Banús y sus excesos del pasado. Craso error. No hay más que adentrarse y pasear por las floridas calles del casco histórico, rodeado por la antigua muralla medieval, para darse cuenta rápidamente de que hay otra Marbella, menos conocida por el gran público, pero mucho más interesante.

Cruzando la renacentista plaza de los Naranjos, en la que se encuentra el célebre Ayuntamiento, llegamos a la plaza de San Bernabé, en la que se ubica nuestro alojamiento, el Hotel boutique el Castillo, primer establecimiento de cuatro estrellas dentro de las antiguas murallas de la ciudad medieval y declarado Bien de Interés Cultural. Situado en un edificio típicamente andaluz de discreta fachada blanca, perfectamente integrado en su entorno, sorprende nada más entrar el espectacular interior. Desde el mismo mostrador del lobby, formado por una única pieza de cuarcita traslucida, hasta los relojes de la firma QlockTwo que muestran la hora en diferentes formatos e idiomas, pasando por las impresionantes figuras humanas que trepan por cuerdas en dirección al techo acristalado, es evidente que nada está al azar y que el grupo La Ciudadela Marbella cuida en sus establecimientos hasta el último detalle.

 

 

Ese exquisito gusto también está presente en cada una de las 13 habitaciones del hotel, modernas y acogedoras, que combinan a la perfección modernidad con comodidad con el ambiente acogedor del hotel, con múltiples referencias del presente y el pasado de la ciudad. Nada de muebles ni piezas producidas en serie, prácticamente todo es único y hecho de encargo. Nos llamaron especialmente la atención la combinación de madera y piedra, la ropa de cama de algodón egipcio, los amenities de Loewe y Guerlain, los papeles de pared, de Morris & Co., o los icónicos refrigeradores Smeg al estilo de los años 50. Además, el asilamiento acústico con el exterior es total.

Una vez instalado, lo primero es subir al Rooftop, uno de los lugares más espectaculares del hotel. En una de las zonas más altas del casco antiguo, desde esta impresionante terraza se puede ver prácticamente toda la ciudad, así como La Sierra Blanca y el mar Mediterráneo, mientras degustas uno de sus riquísimos mojitos.

 

 

En la planta inferior se encuentra su restaurante AFuego, una propuesta gastronómica de calidad que se decanta por el producto local, fresco, y de temporada. Su carta incluye desde entrantes como ostras aliñadas o salmorejo de mango, hasta una cuidada selección de carnes y pescados a la brasa, pasando por el plato “obligado”, su lechuga Metro 0, que crece en sorprendente cultivo hidropónico en unas neveras-huerto situadas a la vista en la misma sala. También posee una amplia y selecta carta de cavas, vinos, moscateles… tanto locales como de D.O. nacionales e internacionales. En cuanto a los postres, resulta difícil elegir entre la tarta de queso payoyo, el flan trufado, o la torrija de pan brioche braseada. Mención especial también merece la decoración del local, la cubertería, hecha por encargo, así como la vajilla.

Otro de los atractivos de la oferta de La Ciudadela Marbella, es que, además, ofrecen experiencias a sus huéspedes que van desde rutas guiadas por la ciudad, masajes, actividades deportivas, rutas por Sierra Blanca, o una impresionante jornada en barco hasta Gibraltar, (con paella a bordo y actividades nauticas incluidas).

 

 

 

     

 

Indispensable, dada la ubicación del El Castillo, es perderse sin rumbo por las coloridas y laberínticas callejuelas del casco histórico de Marbella, con sus casas encaladas y sus macetas repletas de flores. Por ellas la vida transcurre al ritmo que marcan sus vecinos y los negocios locales, más que el frenetismo y la masificación turísticas. De hecho, por sus calles aun se puede respirar la esencia agrícola, pesquera, y también industrial de principios del siglo pasado.

Siguiendo en el casco antiguo, también resulta interesante curiosear en sus numerosas tiendas de ropa, artesanía, y gastronomía local. Además puede encontrarse monumentos a vecinos ilustres, como el busto de Jaime de Mora y Aragón, visitar el interesante Museo Del Grabado Español Contemporáneo (en cuya colección podemos encontrar obras de Picasso, Dalí o Mirò, entre otros) recorrer los restos de la antigua muralla árabe del siglo IX, etc.

 

 

Entre el casco antiguo y el mar, en el denominado ensanche histórico, se encuentran el Paseo de la Alameda, en el que hay un pequeño y bien cuidado jardín botánico, y la Avenida del Mar, un paseo con jardines y fuentes, con una colección de diez esculturas de Salvador Dalí, que comunica el casco antiguo con la playa y que merece la pena visitar. Como también merece la pena visitar el Mercado Central, verdadero barómetro de la vida local, con los típicos puestos de carnes y pescados de toda la vida, y entre los que llaman la atención de los sentidos las coloridas y bien colocadas las fruterías, en lagunas de las cuales se pueden encontrar, especias, condimentos, frutas secas, dulces caseros y hierbas aromáticas frescas. En muchos de ellos, además de comprar productos locales de calidad a buen precio, también se puede comer.

De vuelta al casco histórico, cenamos en el restaurante Thaissence, ubicado en la planta calle del hotel Maison Ardois, el primero que abrió el grupo La Ciudadela en el casco histórico de Marbella, situado en la calle Ancha, en una casa-palacio que perteneció a la familia Ardois a principios del siglo XX. Hay que decir que La Ciudadela rehabilitó el edificio intentando conservar su singularidad, la estructura original del edificio y parte de su historia. Destacan sus suelos con motivos geométricos, las vigas de madera y bovedillas, pequeños ventanucos que asoman a la estructura original del edificio en cuarcita, así como su Rooftop, no menos espectacular que el de El Castillo. Y al igual que en este y en el Santo Cristo (el tercer hotel del grupo dentro del casco histórico), se ha optado por el diseño y la sofisticación sobríos, adaptándose a su entorno, y con lujo pero sin ostentación.

 

 

 

      

 

La carta de Thaissence, basada en la fusión de cocina tailandesa y peruana, interpretadas a la malagueña, son obligatorias la causa malagueña (reinterpretación de la causa limeña), la croqueta vegetariana, el atún…  Una sorprendente mezcla de sabores ácidos, salados, dulces y picantes. Todo maridado con otra impresionante carta de vinos de la ciudad, pudiendo encontrar vinos de Nueva Zelanda a la Borgoña, o los mejores albariños y godellos gallegos.

Actualmente, el grupo prepara la apertura de su Nuevo hotel, dando “un paso más en la consolidación del casco histórico como un referente para visitantes que buscan mucho más que el típico destino de sol y playa”, y que quieren adentrarse en la historia y la vida de la ciudad.Según sus propias palabras, “se trata de conseguir un equilibrio entre turismo y la vida cotidiana en la localidad, para que todo aquel que nos visite se enamore de nuestra historia, nuestra cultura y, sobre todo, de nuestras gentes, a la vez que los vecinos se sientan parte de un entorno en el que encontrar interesantes propuestas gastronómicas, culturales y de ocio”. Y lo cierto es que de allí nos fuimos absolutamente enamorados de esa otra Marbella, a la que sin duda volveremos muy pronto.

Mas información en:

La Ciudadela Marbella
Thaissance Restaurant
AFuego Restaurant

 

 

 

 

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