Del Duero a Oporto:
Un viaje entre viñedos, historia y sabores

10 March 2025 Texto: Marta Álvarez . Fotografía: Juanjo M. Fuentes, excepto indicadas * por Luis Ferraz del archivo compañía de Porto Cruz.

/

{english below}

Recorrer el Valle del Duero es adentrarse en un paisaje modelado por siglos de esfuerzo y tradición. Es un viaje pausado, donde la naturaleza y el tiempo se conjugan en un ritmo propio. Este río, cargado de historia, ha sido testigo del incansable trabajo de generaciones que han esculpido sus laderas en busca del equilibrio entre el hombre y la tierra. De esa relación nacen algunos de los vinos más emblemáticos del mundo: los fortificados. Su origen es una casualidad transformada en legado, fruto de una técnica de conservación con aguardiente que permitió a los vinos del Duero sobrevivir a largos viajes en barco.

El Valle del Duero tiene algo especial, algo que solo quienes han estado aquí pueden comprender. Sus viñedos se aferran a las pendientes, enraizados en un microclima único donde el río y la tierra dialogan en un lenguaje que solo el tiempo ha perfeccionado. En este entorno nació algo más que un vino: nació un símbolo. La Casa Porto Cruz no es solo una marca reconocida en todo el mundo, es una narrativa tejida entre la historia y la innovación. Su adquisición por La Martiniquaise, junto con la Quinta de Ventozelo, ha consolidado un binomio donde la herencia centenaria y la creatividad contemporánea conviven en un delicado equilibrio.

 

Ventozelo Hotel & Quinta. Valle del Duero

 

 

 

 

Pinhão: El corazón del valle

Pinhão es uno de esos lugares en los que el tiempo parece transcurrir de otra manera. Situado en el corazón del valle, su estación de tren adornada con azulejos cuenta la historia del viñedo con la belleza de un poema visual. Aquí, las bodegas familiares siguen siendo el alma del pueblo, abriendo sus puertas a quienes buscan descubrir el Oporto desde su origen más puro. Pinhão es también un punto de partida ideal para recorrer el río en barco, disfrutando de la vista de los viñedos que trepan por las laderas de las colinas.

 

Pinhao

 

 

Ventozelo Hotel & Quinta

 

 

A unos escasos 10 km de Pinhão, se encuentra la Quinta de Ventozelo, una finca que reposa en la orilla izquierda del río Duero, cuya historia se remonta siglos atrás, cuando los monjes cistercienses comenzaron a trabajar estas tierras, estableciendo las bases de lo que hoy es una de las grandes cunas del vino. Son 400 hectáreas, de las cuales 200 están dedicadas a viñedos que producen algunas de las mejores uvas del valle. Aquí, el terroir es diverso, con altitudes y exposiciones solares que permiten obtener vinos de una riqueza excepcional. Pero Ventozelo además de un viñedo es un santuario natural, un espacio donde la vid convive con bosques de robles y olivos y senderos que serpentean entre bancales centenarios.

 

* Ventozelo Hotel & Quinta

 

* Ventozelo Hotel & Quinta

 

* Ventozelo Hotel & Quinta

 

 

Nuestra llegada es nocturna. Apenas intuimos la grandeza del paisaje, pero sabemos que al amanecer la recompensa será inigualable. Y lo es. No hay fotografía ni descripción que capture la magnitud de Ventozelo al despertar. Nos alojamos en Ventozelo Hotel & Quinta, donde la historia y el confort coexisten sin esfuerzo. Desde habitaciones majestuosas hasta antiguas cabañas convertidas en espacios acogedores, cada rincón invita al descanso. La bienvenida es un guiño cálido: café, pastas y una botella de su emblemático Oporto.

Tras instalarnos, paseamos hacia el restaurante, la Cantina de Ventozelo, aquí, el concepto de cocina de cercanía se lleva a su máxima expresión: los ingredientes vienen de su propia huerta, situada justo a los pies del restaurante. Probamos el pulpo y la ensalada de remolacha, maridados con un Dalva blanco, mientras el sumiller más que servir vino, cuenta historias embotelladas. Acabamos la noche paseando por la finca, donde rincones perfectamente cuidados, te invitan a sentarte y simplemente estar.

 

 

* Ventozelo Hotel & Quinta

 

* Cantina de Ventozelo

 

* Cantina de Ventozelo

 

 

A la mañana siguiente y tras un desayuno pausado, a la carta y con productos de su propio huerto, el día transcurre de forma orgánica entre senderos que serpentean los viñedos y catas que revelan la esencia del terroir. Una actividad que puedes ajustar a tus ganas y nivel de actividad y que te llena el día sin necesidad de salir de la quinta, porque dentro tienes todo lo que necesitas para el relax o la actividad. Nosotros optamos por la actividad y empezamos con una visita guiada por los viñedos y tras conocer sus variedades de uva, cuidados y formas, pasamos a una cata con vistas al río, donde lejos de tomar fortificados, se abre un amplio espectro de vinos, que nos alejan del típico-tópico.

Aquí, podríamos quedarnos muchos más días, porque la tranquilidad y el silencio es tan protagonista, que da pena pensar en volver a un núcleo urbano, además las opciones son muchas,  desde seguir explorando a pie los senderos que atraviesan los viñedos, navegando el río en un paseo en barco, visitar su museo recién inaugurado, descubrir los productos de su tienda, o simplemente contemplando cómo la luz cambia el paisaje a cada hora, pero de momento, y aunque deseando volver, ponemos el foco en Oporto.

 

 

* Ventozelo Hotel & Quinta

 

* Ventozelo Hotel & Quinta

 

 

 

De la calma del Duero al pulso de Oporto

El trayecto de la Quinta de Ventozelo a Oporto es un viaje en sí mismo, decidimos tomar la carretera secundaria, aquella que sigue el cauce del río, donde los viñedos parecen no tener fin. Es un paisaje domesticado por el hombre, pero que sigue conservando su esencia salvaje. A medida que nos acercamos a la ciudad, el ritmo cambia. Dejamos atrás la calma del valle para sumergirnos en la vibrante energía de Oporto.

Nuestro refugio es el Gran Cruz House, un hotel boutique de solo siete habitaciones situado en la histórica Ribeira, el barrio que abraza el Duero con la pasión de quien nunca quiere soltarlo. Aquí, entre fachadas de colores deslavados por el tiempo y balcones de hierro forjado que han visto siglos pasar, se encuentra el Hotel Gran Cruz, un refugio para quienes buscan vivir la ciudad desde su esencia más profunda.

 

* Gran Cruz House

 

* Gran Cruz House

 

Ribeira es un rompecabezas de callejuelas empedradas que descienden enredadas hasta el río. Todo aquí huele a historia y salitre, a bacalao secándose al sol y a barricas de vino que un día surcaron estas aguas en los antiguos barcos rabelos. Desde las ventanas de Gran Cruz House, la vista es un espectáculo que cambia de matices con las horas. El Duero es un espejo en el que se reflejan los tejados rojos y las fachadas desgastadas por la brisa atlántica. Al otro lado del río, Vila Nova de Gaia, cuna de las bodegas de Oporto, parece observar con calma el bullicio de Ribeira.

Las calles alrededor del hotel esconden los mejores rincones, lo más auténtico, los que te hacen sentir que estás en Oporto real, porque esta ciudad no se entiende sin Ribeira. Y Ribeira no se entiende sin el Duero. Es un barrio que se vive con los pies en sus adoquines, aquí, en este laberinto de piedra y río, el tiempo se ralentiza y la historia sigue escribiéndose en cada atardecer. Dejarse llevar por las calles y sus cuestas es lo más divertido, sobre todo cuando la recompensa es la llegada a lo más alto, donde la catedral y las vistas te esperan.

 

 

 

 

 

Oporto es una ciudad que se descubre a pie, callejeando entre suelos empedrados y fachadas de azulejos. Aunque es un destino muy turístico, aún guarda rincones donde la autenticidad sigue intacta. Entre ellos, el barrio de Miragaia, con sus calles estrechas y fachadas coloridas, o la zona de Bonfim, donde las tabernas locales sirven el Oporto más castizo, aquel que no se ha visto alterado por la modernidad. No hay cosa que nos guste más que que una taberna de barrio, en la que el menú es básico y delicioso: su famosa sopa portuguesa de verduras, buñuelos de bacalao caseros, bifana con un buen pan, y el postre a base café solo con pastel de nata. No tengáis reparos en sentaros en estos sitios, vas a comer bien y barato, eso si lleva efectivo, no suelen aceptar tarjetas. En nuestra exploración culinaria, descubrimos la Cervejaria Gazela, donde los cachorrinhos —pequeños perritos calientes con salchicha fresca y queso derretido— se han convertido en un emblema gastronómico. Un bocado honesto que resume el espíritu de la ciudad.

 

Gazela

 

 

 

 

Y tras tantas subidas y bajadas y explorar el barrio, volvemos al Gran Cruz House, nuestra casa en estos días. El encanto de este hotel está en la combinación de un diseño contemporáneo con una conexión directa con la ciudad: cada ventana ofrece una vista privilegiada del Duero, cada habitación es un pequeño homenaje a la cultura portuguesa. Aquí se duerme bien, y las vistas son, de verdad, las más deseadas de toda la ciudad, pero el verdadero lujo es despertarse y bajar al restaurante Casario, donde el desayuno a la carta se disfruta con vistas al río y la quietud de la mañana en una zona en la que la mayor parte del río, la vida se vive muy intensamente, sobre todos por los visitantes, que buscan la romántica postal de la rivera. Aquí, el día comienza con café recién hecho, pan artesanal, frutas de temporada. Un placer que invita a quedarse un poco más. Es en Casario, donde además de desayunar, disfrutamos de uno de los mejores menús degustación en mucho tiempo. No solo por la calidad de sus platos, si no por la ubicación, vistas y el trato de su personal, que nos hacen sentir como en nuestro bar de confianza. Un verdadero lujo y apto para todos los públicos. Sin duda el arroz con pescado, de los mejores en mucho tiempo. enhorabuena al chef.

 

* Restaurante Casario

 

* Restaurante Casario

 

 

Al día siguiente, cruzamos a Vila Nova de Gaia para descubrirlo y ver la ciudad desde sus ojos, y tras andar por sus empinadas calles y hacer piernas, nos dirigimos al Espacio Porto Cruz, y aquí nos recibe Joao, que será nuestro sumiller y guía de este templo moderno dedicado al vino de Oporto, esta vez, más enfocado en los fortificados. Inaugurado en 2012, este edificio combina la memoria de sus muros de piedra con la vanguardia de la tecnología y el diseño. Aquí, el vino no solo se bebe, se explora. Pantallas interactivas, exhibiciones sensoriales y catas que desvelan los matices de cada botella nos sumergen en un universo de Tawny, Ruby y White Ports. Tras una cata y cena en el propio espacio, el Oporto nocturno se despliega con vistas 360º como un tapiz de luces sobre el agua. En la copa, un “Cruz Rosemary”, un cóctel perfumado con hierbas frescas, que más allá de un cóctel es una declaración de intenciones.

 

* Espacio Porto Cruz

 

* Espacio Porto Cruz

 

Oporto es una ciudad que se vive en los detalles, en observar la rutina de sus gentes, más allá de una ciudad de un creciente reclamo turístico, y esto lo hemos visto a cada paso. Estamos en una ciudad en donde lo tradicional y lo contemporáneo casan tan bien, que parece una fórmula propia, aquí lo cotidiano es protagonista: la ropa tendida que ondea en los balcones, en las conversaciones que se mezclan con el sonido del tranvía, en los cafés donde el tiempo parece detenerse. Es un lugar que invita a caminar sin prisa, a perderse por sus calles empedradas y a dejarse sorprender por su autenticidad.

 

 

 

 

 

Foz de Douro: El Oporto que mira al Atlántico

Para completar la experiencia, nada como una visita a Foz de Douro, donde el Duero se encuentra con el Atlántico. Nosotros llegamos a pie, la fórmula que más nos gusta para conocer un sitio, a cada paso, se va notando al cambio y la transición a una zona más residencial y elegante, Foz de Douro es perfecto para disfrutar del atardecer por su paseo marítimo, nosotros llegamos a tiempo, y el sol nos hipnotizó, entrando naranja fuerte por los huecos de las calles y guiando el camino a la desembocadura y el mar. Aquí, los restaurantes y cafeterías con vistas al mar ofrecen el refugio perfecto para una tarde tranquila, alejados del bullicio del centro histórico.

 

 

 

Nos vamos con la certeza de que esta ciudad fluye como el Duero: serena pero imparable, siempre con algo nuevo que mostrar. Y también con la seguridad de que, tarde o temprano, volveremos.

Queremos tener un sentido agradecimiento a todo el equipo de Quinta da Ventozelo y su Cantina, a Gran Cruz House, Restaurante Casario y Espacio Porto Cruz. Es imposible hablar de esta experiencia sin reconocer a quienes estuvieron detrás de cada detalle. Durante tres días, nos acompañaron con una dedicación y calidez que superaron nuestras expectativas, haciéndonos sentir cuidados y valorados en todo momento. Sus formas, siempre atentos, han dejado una huella imborrable en nosotros.

 

 

 

 

 

Más información:

 

Ventozelo Hotel & Quinta – Ervedosa do Douro, 5130-077 S. João da Pesqueira. Tel: 351 254 732 167

 

Espacio Porto Cruz – Largo Miguel Bombarda 23, 4400-222 Vila Nova de Gaia – Tel: 351 22 092 5401

 

Gran cruz House – Restaurante Casario – Praca da Ribeira, Viela do Buraco 19, 4050-132 Porto – Tel: 351 22 766 2270

 

 

 

Ventozelo Hotel & Quinta

 

* Espacio Porto Cruz

 

* Espacio Porto Cruz

 

* Gran Cruz House

 

* Gran Cruz House

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ENGLISH:

From the Douro to Porto: A Journey Through Vineyards, History, and Flavors

Traveling through the Douro Valley means immersing yourself in a landscape shaped by centuries of effort and tradition. It is a slow journey, where nature and time merge into their own rhythm. This river, steeped in history, has witnessed the tireless work of generations who have sculpted its slopes in search of balance between man and land. From this relationship, some of the world’s most emblematic wines are born: fortified wines. Their origin is a coincidence turned legacy, the result of a preservation technique using brandy that allowed Douro wines to survive long sea voyages.

The Douro Valley has something special, something only those who have been here can truly understand. Its vineyards cling to the steep slopes, rooted in a unique microclimate where the river and the land converse in a language perfected by time. In this setting, something more than a wine was born: a symbol. Casa Porto Cruz is not just a globally recognized brand; it is a narrative woven between history and innovation. Its acquisition by La Martiniquaise, along with Quinta de Ventozelo, has consolidated a partnership where century-old heritage and contemporary creativity coexist in delicate balance.

Pinhão: The Heart of the Valley

Pinhão is one of those places where time seems to flow differently. Located in the heart of the valley, its train station, adorned with azulejo tiles, tells the story of the vineyards with the beauty of a visual poem. Here, family-run wineries remain the soul of the town, opening their doors to those seeking to discover Port wine in its purest form. Pinhão is also an ideal starting point for a boat ride along the river, enjoying the view of vineyards climbing the hillsides.

Just 10 km from Pinhão lies Quinta de Ventozelo, an estate resting on the left bank of the Douro River, whose history dates back centuries to when Cistercian monks first cultivated these lands, laying the foundations of what is now one of the world’s great wine regions. It spans 400 hectares, 200 of which are dedicated to vineyards producing some of the finest grapes in the valley. The terroir here is diverse, with varying altitudes and sun exposures that result in wines of exceptional richness. But Ventozelo is more than just a vineyard—it is a natural sanctuary, a place where vines coexist with oak forests, olive groves, and winding trails among ancient terraces.

We arrive at night, barely sensing the grandeur of the landscape, but knowing that dawn will bring an unparalleled reward. And it does. No photograph or description can truly capture the magnitude of Ventozelo at sunrise. We stay at Ventozelo Hotel & Quinta, where history and comfort blend effortlessly. From majestic rooms to old cottages transformed into cozy retreats, every corner invites relaxation. The welcome is warm: coffee, pastries, and a bottle of their signature Port wine.

After settling in, we walk to the restaurant, Cantina de Ventozelo. Here, the farm-to-table concept reaches its highest expression—ingredients come straight from their own vegetable garden, just steps from the restaurant. We savor octopus and beet salad, paired with a Dalva white wine, while the sommelier does more than just pour wine—he shares bottled stories. We end the night strolling through the estate, where perfectly curated corners invite us to sit and simply be.

The next morning, after a slow, à la carte breakfast featuring fresh produce from their garden, the day unfolds organically between trails winding through the vineyards and tastings that reveal the essence of the terroir. An activity you can adjust to your mood and energy level, filling the day without needing to leave the estate, as everything needed for relaxation or adventure is within reach. We opt for an active day, starting with a guided vineyard tour. After learning about the grape varieties, their care, and cultivation methods, we move on to a tasting with views of the river, where, far from fortified wines, we explore a wide spectrum that breaks away from the usual clichés.

Here, we could stay many more days, as the tranquility and silence take center stage, making it hard to think about returning to an urban center. The options are endless: from further exploring the vineyard trails on foot, sailing the river on a boat ride, visiting their newly inaugurated museum, discovering local products in their shop, or simply watching how the light transforms the landscape every hour. But for now, eager to return, we set our sights on Porto.

From the Calm of the Douro to the Pulse of Porto

The journey from Quinta de Ventozelo to Porto is a trip in itself. We choose the scenic road that follows the river’s course, where the vineyards seem endless. It is a landscape domesticated by man yet still preserving its wild essence. As we approach the city, the rhythm changes. We leave behind the valley’s calm to immerse ourselves in Porto’s vibrant energy.

Our refuge is Gran Cruz House, a boutique hotel with just seven rooms, located in the historic Ribeira district—the neighborhood that embraces the Douro with the passion of one who never wants to let go. Here, among facades worn by time and wrought-iron balconies that have seen centuries pass, stands Hotel Gran Cruz, a haven for those who seek to experience the city in its purest essence.

Ribeira is a puzzle of cobbled streets winding their way down to the river. Everything here smells of history and salt air, of cod drying in the sun and barrels of wine that once traveled these waters on the old rabelo boats. From the windows of Hotel Gran Cruz, the view is a spectacle, shifting hues with the passing hours. The Douro is a mirror reflecting red rooftops and facades weathered by the Atlantic breeze. Across the river, Vila Nova de Gaia—the birthplace of Port wine cellars—watches Ribeira’s bustle with quiet patience.

The streets surrounding the hotel hide the most authentic corners, the places that make you feel like you are in the real Porto, because this city cannot be understood without Ribeira, and Ribeira cannot be understood without the Douro. It is a neighborhood to be experienced with feet on its cobblestones, where time slows down and history continues to be written with each sunset. Wandering its streets and slopes is an adventure, especially when the reward is reaching the top, where the cathedral and its breathtaking views await.

Porto is a city best discovered on foot, weaving through its stone streets and tiled facades. Though a popular tourist destination, it still holds pockets of authenticity. Among them, the Miragaia district, with its narrow streets and colorful facades, or Bonfim, where local taverns serve the most traditional Port wine—unaffected by modern trends. There’s nothing we love more than a neighborhood tavern with a simple yet delicious menu: Portugal’s famous vegetable soup, homemade cod fritters, bifana in good bread, and a dessert of espresso with pastel de nata. Don’t hesitate to sit in these places—you’ll eat well and affordably, but bring cash, as cards are often not accepted.

In our culinary explorations, we discover Cervejaria Gazela, where cachorrinhos—small hot dogs with fresh sausage and melted cheese—have become a gastronomic icon. A simple bite that captures the city’s spirit.

After exploring the neighborhood, we return to Gran Cruz House, our home for these days. The hotel’s charm lies in its blend of contemporary design with a direct connection to the city: every window offers a privileged view of the Douro, every room a small tribute to Portuguese culture. Here, you sleep well, and the views are truly the most coveted in the city. But the real luxury is waking up and heading down to Casario restaurant, where an à la carte breakfast is enjoyed with river views and the morning stillness before the city’s rhythm takes over. Casario is also where we enjoy one of the best tasting menus in a long time—not just for the quality of the dishes but for the location, the views, and the warm staff who make us feel like regulars. A true luxury for all. The seafood rice? Easily one of the best we’ve had in years.

Foz do Douro: Porto Facing the Atlantic

To complete the experience, nothing beats a visit to Foz do Douro, where the Douro River meets the Atlantic Ocean. We arrive on foot—our favorite way to explore—feeling the gradual transition to a more residential and elegant area. Foz do Douro is perfect for enjoying the sunset along its seafront promenade. We arrive just in time, as the sun casts a deep orange glow through the streets, leading the way to the river’s mouth and the ocean.

We leave with the certainty that this city flows like the Douro: serene yet unstoppable, always with something new to reveal. And also with the certainty that, sooner or later, we will return.

SHARE THIS

¿Te ha gustado este artículo?

Dale a me gusta al Facebook de Staf y síguenos en Bluesky, y Instagram

Enjoyed this article?

Like Staf on Facebook and follow us on Bluesky, and Instagram,