Es evidente que “Casamance: La Banda Sonora de un Viaje” es una película muy musical. Es la historia y la banda sonora de un viaje. El viaje a sus raíces del gran Depedro (Jairo Zavala). Un Depedro que acaba de entregar, por cierto, su nuevo disco en solitario, “El Pasajero” (DRO / Warner Music). Un trabajo que no hubiera hecho jamás, o al menos así, si no hubiera realizado este viaje-aventura. Un Depedro que sigue militando en los excitantes Calexico y que compuso para Amparanoia o Los Coronas, además de liderar La Vaca Azul o 3000 Hombres. Un músico cuyo prestigio le ha hecho también tocar junto a Los Lobos o el gran Tony Allen, batería de una leyenda de la música africana y mundial como Fela Kuti. Sus influencias latinas por parte de su padre eran muy conocidas, pero es que también las tiene africanas por el lado se su madre. Pero eso ha sido “Casamance” tan trascendental para él, musical y personalmente. También lo ha sido para la joven directora Paloma Zapata pues este es su debut como directora de un largometraje después de haberse labrado una gran reputación creando videoclips entre Londres y Barcelona. Los ha hecho para músicos tan dispares como los citados Calexico, Juan Magan, Corizonas, Depedro, Both, Cyan, Oliver Nelson, Los Coronas o Izal. No cabía duda que su estreno tenía que ser una película musical. Con la inestimable ayuda de La Fábrica Naranja ha hecho esta película que ha tenido bastante buena acogida en los lugares en que se ha podido ver. Hablamos con Paloma sobre la película y también sobre futuros proyectos.
Está claro que tu paso a la gran pantalla tenía que ser con una película musical. ¿Pero por qué “Casamance: La Banda Sonora de un Viaje”?. ¿Está la música africana entre tus preferencias de siempre?
Pues la verdad es que, al contrario que Jairo que creció escuchando este tipo de música, yo tuve que viajar a África para descubrir el paraíso musical que es Senegal. Había escuchado a sus músicos más emblemáticos, como Youssou Ndour o la Orquesta Baobab, pero no tenía ni idea de la importancia que la salsa y la rumba habían llegado a tener en Dakar en los años 60. Decenas de bandas se juntaban para tocar en los locales del barrio de la Medina, y aun hoy se pueden encontrar en algunas tiendas grabaciones en vinilos de estética pop (y en cintas de cassette, que es lo que más se consume allí), con músicas de corte latino aderezadas con ritmos de percusión africana, cantadas en wolof (idioma local) y en una especie de español inventado. Uno de los músicos más conocidos fue Laba Sosseh, que sólo tocaba música de origen latino, y llegó a viajar a Nueva York para grabar con algunos de los más grandes.
Supongo que a Jairo y a los Calexico los conocerías al haber realizado algún videoclip para ellos. ¿Tenías muy claro que Jairo tenía que ser el aventurero musical protagonista de este viaje tan especial?
Jairo es un músico excepcional, y tiene un magnetismo que atrapa a todos los que colaboran en algún momento con él. Además es un viajero incombustible; su música se nutre de influencias de distintos lugares del planeta, como se puede concluir escuchando, por ejemplo, el disco que acaba de publicar, titulado no en vano “El Pasajero” (DRO / Warner Music). Algunas de sus canciones tienen además un toque cinematográfico (los Calexico son también grandes compositores de música para cine); de hecho, y como explica él mismo, cuando inició su trayectoria musical, pensaba en “componer canciones para bandas sonoras imaginarias”.
La historia de este documental surgió a partir de un primer viaje que realicé a Senegal para rodar un videoclip. El país me fascinó, quise investigar más, y empecé a darle vueltas a la idea de rodar un proyecto más grande. Se me ocurrió contarle a Jairo lo que tenía en mente, y entonces me habló de sus raíces africanas, no tenía ni idea. Entonces surgió la magia…
Ahora estoy segura de que acerté: Jairo es un “musicazo”. Con tan sólo una simple guitarra, ha sido capaz de generar química con cada músico que hemos encontrado por el camino, de forma casi espontánea.
Además de Jairo Zavala y el resto de músicos africanos de los que luego hablaremos hay otros personajes clave, relacionados con la música, para seguir la historia. Uno es el periodista Ángel Carmona que hace las veces de narrador. Háblanos un poco de él y de su trabajo en la película.
Ángel Carmona es un personaje entrañable, gran amigo de Jairo de toda la vida, ambos forman una pareja genial, son complementarios. Además tiene un gran talento para desenvolverse con la gente, involucrarse con ellos, hacer que cuenten sus historias… su voz radiofónica ha sido una pieza clave para darle cuerpo al documental.
Ángel (que también es músico, además de periodista) viajó a Senegal con una pequeña guitarra; su intención era encontrar algún niño a quien regalársela. Esta idea tiene precedentes… también es promotor de la creación de una escuela de música para niños en las favelas de Brasil, llamada “Leåozinho”.
Otro personaje europeo clave es el productor griego Adamantios Kafetzis que tiene hasta un sello discográfico como Teranga Beat. ¿Sin su ayuda hubiera sido posible la creación del film? ¿Qué opinas de su labor como restaurador y recuperador de rarezas musicales en Senegal?
Cuando descubrí la historia de este griego me pareció apasionante, y pensé que debería estar contada de algún modo en el documental. Se trata de un amante de la música africana que comenzó a viajar a Senegal en busca de rarezas. No había tiendas, y buscaba en almacenes de chatarra o trasteros, para encontrar verdaderos tesoros. Y un día dio con una gran cantidad de grabaciones inéditas de los años 60 que hubieran desaparecido de no ser por él, que las restauró y editó. Entre ellas estaban las canciones de una banda fascinante, que nunca había llegado a grabar un disco: los Dieuf-Dieul de Thies.
¿Por cierto, es una impresión meramente particular mía la de que Senegal es, junto a Malí y Nigeria, el país con más trascendental música de África o simplemente de allí vienen los nombres con mayor proyección en Europa y todo el continente es pura música y ritmo?
Yo he ido aprendiendo sobre la marcha, y aún me queda mucho por conocer de África y su música. Pero lo que es cierto es que precisamente desde la isla de Gorée en Dakar (capital de Senegal), salieron la mayor parte de los barcos que llevaban esclavos de toda África occidental hacia América, transportando consigo sus historias y su música. Más tarde, esos ritmos evolucionaron hacia la mayoría de las músicas modernas que conocemos.
Cuando escuchábamos a los Dieuf-Dieul de Thies tocar ritmos de rumba o reggae, melodías psicodélicas con sus guitarras, nos preguntábamos qué influencias tendrían. Ellos aseguran que NO son influencias, sino que su música ha realizado un viaje de ida y vuelta: el rock, el soul, la salsa… esa música es “su música”.
Pasando ya al elenco africano, la figura del periodista Djibril Gaby Gaye parece que fue clave para entender ese fenómeno de ida y vuelta que se produjo entre la música de Senegal y el son cubano.
Este personaje de figura espigada, traje y sombrero es una auténtica biblioteca andante. Gracias a él comenzamos a escuchar términos como “negritud”, un movimiento que en los 60 reivindicaba el “orgullo” de la cultura negra en África. Su mayor exponente fue Shengor, el primer presidente de Senegal tras su independencia, que además era escritor y poeta. Shengor fue fundador además del festival de “Las artes negras”, que congregaba a grandes del mundo africano, como Duke Ellington o Joséphine Baker.
En este sentido conocíamos de sobra en Europa la gran música de La Orquesta Baobab. No así nos ocurría lo mismo con Dieuf-Dieul De Thiés. ¿Qué tiene está banda de especial u original para ser básicos en esta historia?
La historia de este grupo es una de las que Jairo conoce en su viaje desde Dakar a Casamance. Los Dieuf-Dieul de Thies eran unos auténticos desconocidos. Hasta ahora. Como comentaba, Adamantios descubrió aquellas antiguas grabaciones y las restauró. Su música es increíble, guitarras psicodélicas, con ritmos de salsa y percusión africana en canciones larguísimas… Las grabaciones, con un sonido vintage, son deliciosas.
¿Habrá sido muy difícil volverles a unir después de tantos años, no?
Los Dieuf-Dieul llevaban más de 30 años sin tocar juntos. Adamantios buscó a los músicos, ya ancianos, casi todos seguían vivos y en activo, y les propuso volver a tocar. Es maravilloso ver a estos músicos tan veteranos tocar con tanta ilusión, espero que pronto comiencen a grabar más discos, hacer giras etc.
Tenemos que afrontar el otro elemento musical clave de esta historia que no es otro que el Griot. Explícanos bien en qué consiste esta figura y quién fue el legendario Lamine Konté.
El Griot, de origen mandinga, es una figura de gran trasfondo espiritual. Encarnada por venerables hombres y mujeres, su oficio consiste en transmitir la historia, la cultura y las tradiciones a través de la música. Normalmente tocan la kora, un arpa de 21 cuerdas hecha con una calabaza hueca, y la piel de una vaca y el tronco de un árbol.
Lamine Konté fue un Griot que nació en Casamance, y que Jairo escuchaba cuando era niño. Su madre lo ponía en casa como cualquier otra música… igual escuchaban a los Led Zeppelin, que a Lamine Konté. Fue bastante conocido en Europa, grabó con Stevie Wonder, fue precursor del estilo conocido como “Músicas del mundo”, sin embargo se sabe poco de sus orígenes. El Leit Motiv del viaje de Jairo es la búsqueda de algunas pistas sobre la música que escuchaba de pequeño, y que ha influenciado su estilo: encontrar algún rastro de Lamine Konté, y de paso conocer mejor sus raíces musicales.
Jairo tenía de niño en su casa el disco “La Kora del Senegal” que hizo Lamine Konté. Tras su emocionante labor de búsqueda encuentra a un grito más joven del mismo nombre. ¿Puedes contarnos algo más de eso o prefieres que veamos la película para no desvelar parte de su encanto?
En Senegal los apellidos están unidos a un oficio. En el caso de la música, Konté es un apellido ligado a la kora, originario de Casamance, una provincia al sur de Senegal. Durante el viaje musical de Jairo, encontramos diversos griots pertenecientes a célebres castas, como los Cissokho. Pero cuando descubrimos al joven Lamine Konté, un virtuoso Griot del pueblo de Abénè, surge la duda ¿será familiar del músico que Jairo escuchaba de pequeño? ¿qué relación tiene con él? Pero prefiero dejarlo ahí, en la película están las respuestas…
Perdona que te pregunte por ello, Paloma, pero no sé qué tipo de difusión ha tenido el film. ¿Habéis llegado a algún Festival importante? ¿Se ha estrenado en algunas salas especializadas? ¿Hay edición física en DVD para poder disfrutarla
Justo ahora estamos iniciando el camino, la película acaba de salir del horno, estamos comenzando a enviar a festivales y buscando distribución nacional e internacional… ¡veremos qué ocurre!
En todos estos aspectos supongo que la importancia del equipo de producción habrá tenido bastante trabajo. ¿Satisfecho con lo que te han entregado?
El proyecto ha sido fruto de dos años de duro trabajo, sin ningún tipo de ayuda ni financiación, más allá de un pequeño crowdfunding. Sin embargo estoy muy satisfecha con el resultado: la película tiene una gran factura técnica y un sonido espectacular, fruto del trabajo de un pequeño gran equipo. A destacar la aportación de Pablo Gregorio, que está detrás del diseño sonoro de grandes películas como “Biutiful” de Alejandro González Iñarritu o “El Rey Gitano” de Juanma Bajo Ulloa, la cinematografía de Iñaki Gorraiz, autor de la fotografía en otros proyectos musicales, como “La Pegatina, el docu” y el apoyo en la producción ejecutiva de Jordi Canora, con más de 20 años de experiencia en el cine y el teatro, junto a directores como Pilar Miró, Alain Tanner o Vicente Aranda.
Por supuesto, estoy muy agradecida a todos los que han creído en el proyecto y nos han apoyado desde el inicio.
También quisiéramos que nos hablaras un poco de qué es La Fábrica Naranja y en qué consiste su trabajo.
La Fábrica Naranja surgió hace años como un proyecto personal de productora, para poner en marcha mis propios proyectos audiovisuales. Hoy en día cuenta con más realizadores, algunos residentes en otros países, pero siempre hay un nexo en común en todas las producciones: una relación con la música, con el formato documental, con el cine…
A lo largo de la última década has trabajado en infinidad de videoclips musicales. ¿Siempre ha sido por devoción y por gustarte los artistas o también aceptas trabajos más “alimenticios”?
Por supuesto, si la música me gusta, el trabajo se disfruta más, incluso eso es aliciente en algunas ocasiones para trabajar con presupuestos más modestos. Pero lo que me produce verdadera devoción es mi trabajo, pienso que tengo mucha suerte de hacer algo que me gusta tanto y poder vivir de ello. Y aunque la música no sea mi favorita en algunas ocasiones, si el proyecto es profesional pondré toda la carne en el asador; siempre se pueden aprender cosas nuevas, aportar, inventar, investigar o descubrir algo. Siempre lo daré todo de mi, porque como he dicho adoro mi trabajo, y porque es mi obligación… ¡como cualquier otro profesional!
Sin embargo, en el caso de Casamance el proceso ha sido diferente; no se trata de un encargo, sino de un proyecto (casi una locura) personal, por el que he apostado en todos los niveles.
¿Cuáles han sido tus últimos trabajos en este campo y cuáles han sido de los que más satisfecha has quedado?
Para mi, trabajar con Depedro y Calexico ha sido algo muy especial, pues son dos grupos que admiraba antes de colaborar con ellos.
Pero además, durante toda mi trayectoria han habido dos trabajos que me han marcado por otros motivos. El primero de ellos fue una colaboración junto a Macaco y el Hospital Sant Joan de Deu, un vídeo protagonizado por los niños de la planta de leucemia del hospital, que logró hacerse extremadamente viral. Gracias a ello consiguieron recaudar una importante suma de dinero, y contratar a personal nuevo para el cuidado de los pequeños.
El otro fue “El muerto vivo”, junto al legendario Peret (acompañado de Marina de Ojos de Brujo). Fue una gran experiencia, me consta que él quedó muy contento, incluso después volvimos a vernos alguna que otra vez. Años después, cuando Peret ya había fallecido, su nieta Santa vino a buscarme para proponerme algo: realizar un documental sobre su vida. Y ese es mi próximo proyecto.
Cuéntanos también en qué andas envueltas actualmente y si hay alguna otra idea para algún otro largometraje. ¿Has pensado en hacer también algún largometraje convencional para salas comerciales?
Como te comentaba, estoy trabajando en un proyecto sobre la vida de Peret, que está empezando a cobrar vida. Se trata de una apuesta muy ambiciosa: una película en formato largometraje que fusiona documental y ficción. A partir de una serie de entrevistas que Peret realizó con la escritora Celia Sánchez-Mustich (autora de su biografía), el propio músico nos va relatando su vida, que comienza en la más extrema pobreza en las chabolas de Mataró, hasta convertirse en el padre de la Rumba catalana, exportando este género musical nacido en las calles de Barcelona a todo el mundo. Peret era un narrador excelente, y sus aventuras (algunas de lo más disparatado) van dibujando una personalidad excepcional.
Ya como despedida y aunque supongo que será difícil para ti. Así a bote pronto. ¿Qué tres artistas africanos recomendarías para conocer mejor esta rica música y qué tres artistas o bandas mundiales son las que más te gustan, te han gustado o te han empujado a trabajar en los aspectos visuales de la música?
África es un continente lleno de música, con artistas enormes, y no todos son conocidos… ya que la música forma parte de la cultura y las tradiciones más arraigadas. Sin embargo, yo tengo que quedarme con dos de los protagonistas de nuestro documental: los Dieuf-Dieul de Thiés, con sus sonidos “alucinatorios”, y Lamine Konté, en especial una canción con la que cerramos el documental: “A New York”. Con letra de Shengor (presidente de Senegal), habla sobre la experiencia y sensaciones de un inmigrante africano al visitar por primera vez la Gran Manzana. Es una canción sencillamente preciosa.
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