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| Sala La Trinchera. 14 de Julio
Rayos y truenos en la Trinchera.
Disculpen mi parcialidad y tardanza en redactar lo ocurrido en la guerra de rayos y truenos que tuvo lugar en Málaga hace algunos días entre Suicide Silence y Cannibal Corpse. Lo de la tardanza es por textos acumulados de mi bendito flamenco y lo de la parcialidad es debido a que Suicide Silence son una de las bandas de ‘jondura extrema’ que más me ha llamado la atención en los últimos años. De hecho me sentía como un chiquillo más de los que hacían cola para entrar a verlos desde un par de horas antes del concierto. La Trinchera parecía un instituto mientras que los bares que la rodeaban reunían a amigos de generaciones posteriores “engalanados” para tan digno evento. Una mezcolanza llamativa a la par que respetuosa que convivió en perfecta armonía en una velada que arrancó con ‘Wake up’ de manera más que puntual. Suicide Silence son una máquina perfectamente engrasada desde hace años que únicamente han hecho ganar enteros con su nuevo vocalista tras la terrible muerte de Mitch Lucker. El venezolano Hernán Hermida posee un registro más amplio y particular que el de otros compañeros de bandas de deathcore. A eso hay que añadir una conexión con el público hispanoparlante que utilizó entre temas como ‘Fuck everything’, ‘Sacred words’ o el ya himno ‘ You only live once’. De agradecer fue que él y el resto de la banda no pararan de hacerse fotos y firmar autógrafos con todo el que lo requería. Tras ellos, para algunos solamente un grupo teloneros a los que no merecía ver, más de tres lustros de death metal tomaban el escenario. Cannibal Corpse nos metieron en un bucle de brutalidad que, para algunos resultó cansino, y para otros insuficiente a pesar de rondar las dos horas de concierto y más de una veintena de temas atemporales como ‘Scourge of Iron’, ‘Addicted to Vaginal Skin’ o ‘Hammer Smashed Face’. Sin duda un hecho histórico en Málaga poder disfrutar de esta banda por encima del estilo musical que represente y más allá del gusto de los cuatro iluminados amigos de la modernidad que crean que su criterio de programación es el único válido. Esperemos más ratos así de buenos.