Apenas cuarenta y ocho horas después de cumplir 69 años y publicar su último disco, a la postre una suerte de testamento musical, el último baile brindado a su legión de admiradores, David Bowie (1947-2016) se despedía de nosotros, víctima del cáncer contra el que llevaba tiempo luchando y que logró mantener en secreto hasta el final.
David Robert Jones, el chico que surgió de las calles de Brixton para conquistar el mundo desde su particular galaxia, mutando una y otra vez en la piel del gran Duque Blanco, Ziggy Stardust, el Mayor Tom o el Camaleón de los ojos bicolor, nos deja un extenso y rico legado de composiciones elaboradas a lo largo de más de cinco décadas y una incalculable influencia sobre artistas de todo tipo y procedencia.
Prolífico, creativo, visionario y siempre inquieto, evitó recrearse en la autocomplacencia para seguir explorando nuevos caminos en sus múltiples facetas como cantante e intérprete multiinstrumentista, autor, arreglista, productor, compositor de bandas sonoras o actor irregular. Se enamoró del rock el día que descubrió a Little Richard y se curtió en los duros ambientes mod del Londres de los 60. Transitó por el folk, la psicodelia y explotó la androginia para convertirse junto a Marc Bolan en el auténtico rey del glam. Venció sus excesos y el coqueteo con la muerte prematura para resucitar junto a su íntimo amigo Iggy en el decadente pero bullente Berlín de la Guerra Fría, entre ínfulas de dandy filofascista, estrella del cabaret e icono pop. Nos enseñó que todos podíamos ser héroes aunque sólo fuera por un día. Abrazó con mayor o menor éxito, pero imprimiendo siempre su personalidad arrolladora, el soul, el funk, la música disco, la new wave, el hard rock, el rock industrial o la electrónica más elegante.
Gran aficionado a la pintura, la literatura y la danza contemporánea, disfrutó de una vida libre, plena e intensa, acabando plácidamente sus días en compañía de sus dos hijos y su bella segunda esposa desde su hogar neoyorkino, en la más estricta intimidad, que valoraba como su mayor lujo.
El mundo de la música popular se queda sin uno de sus más grandes representantes. Inigualable, inclasificable e insustituible. Brillante como las estrellas desde las que un buen día cayó entre nosotros y hasta las que ha decidido emprender el viaje de vuelta. “I don’t know where I’m going from here, but I promise it won’t be boring”, afirmó una vez. Y no nos cabe duda alguna. Hasta siempre.
(Antonio Mata, componente del Culoactivo Canela y admirador confeso de Bowie hasta el extremo de bautizar así a su perro)