Aunque su nombre artístico y alguna de sus creaciones apunten a lo contrario, este diseñador cántabro tiene la cabeza bien puesta en su sitio. Sus obras te trasladan a un mundo onírico de manera sutil, con una gran carga conceptual y una imagen depurada.
Si René Magritte desconcertaba al espectador ocultando el rostro de un señor elegante y bien vestido tras un manzana verde y reluciente, este creador va más allá y hace desaparecer las cabezas, colocando en su lugar nubes y otros elementos, y recreando paisajes de lugares extraños. Este ha sido un recurso utilizado en determinados momentos de la historia del arte para criticar el mundo real, y precisamente esa es la sensación que trasmiten también las obras de este artista.
Crecí en Torrelavega, una pequeña ciudad industrial en el centro de Cantabria, equidistante del mar y la montaña; con una mano puedes pescar una lubina y con la otra agarrar del cuello a un rebeco. Es gris, fea y famosa por su alta cantidad de bares y días lluviosos. La quiero mucho a pesar de todo.
Soy un diseñador gráfico y director de arte ‘tradicional’ con experiencia en pequeñas agencias offline y BTL pero últimamente estoy intentando centrarme en el aspecto más artístico del diseño y dedico mucho tiempo a mi tienda online, donde vendo prints de mis diseños; a exponer, promover mi trabajo fuera de España, etc. El diseño me gusta porque soy demasiado vago para escribir novelas o dirigir películas.
En cuanto a mis métodos de trabajo, soy bastante caótico, y en general, también. No tengo un método para nada, lo que sí tengo son ciertas liturgias antes de comenzar un proyecto nuevo: doy largos paseos por la ciudad (o el monte si tengo posibilidad) para pensar e intentar visualizar el proyecto acabado y los posibles problemas a los que me enfrentaré. Tras eso suelo tomar notas y garabatear ideas muy simples y pasarme horas navegando por internet o mirando libros en busca de referencias, texturas, acabados, imágenes o tipos. Por último me pongo con el ordenador.
Actualmente tengo mis clientes habituales, agencias de publicidad y marketing en su mayoría, a los que ayudo con sus necesidades de diseño del día a día y por otro lado, y con mucha más ilusión, estoy hablando y planeando cosas con un alguna banda de música con la que contacté recientemente ofreciéndome cual groupie y a la que, afortunadamente, le gustó lo que hago. También estoy en conversaciones con una galería de arte para mostrar mi trabajo en una feria internacional.
Me cuesta pensar en algo complicado que haya hecho. Quizás el abandonar el hogar familiar y convertirme en una persona normal. A los 18 no hubiese dado un euro por que lo conseguiría.
La música es lo que más me inspira y me mueve. Ciertas canciones, discos o incluso bandas son como botones que activan algo en mi cerebro y me ponen en modo creativo. Cada cosa que diseño es un intento de plasmar en imagen algo sugerido por una canción, por unos segundos determinados dentro de una canción o por un disco entero.
Ahora mismo la canción que más suena en mi cabeza y en mi casa es ‘Mirror of time’ de la banda Twin Peaks. Si tuviera que elegir un solo grupo para que sobreviva a un holocausto musical ese sería The Clientele.
Mis personajes históricos favoritos son Timothy Leary y Emiliano Zapata. La comida que más me gusta, el arroz con bonito, tomate y pimiento verde que hace mi madre y que yo, torpemente, intento imitar de vez en cuando.
Mi talento secreto es que sé imitar el baile de Georgie Dann con bastante precisión.
Y para mí, la mejor forma de relajarme tras un día ajetreado es caminar durante horas escuchando música y ver películas con mi novia.
LA CABEZA EN LAS NUBES