Soy tatuadora y, a ratos, ilustradora y diseñadora. Me centro en el tattoo tradicional y neotradicional. Cuando ilustro suele ser a acuarela, aunque a veces tiro de plumilla. Me apasiona esto por lo gratificante que puede llegar a ser. Que alguien quiera algo tuyo para toda la vida es una pasada.
Creo que siempre ha estado ahí. Uno de mis hermanos es artista plástico, mi padre dibujaba y mi bisabuelo y abuelo eran pintores, y este último me enseñó a pintar cuando era muy pequeña. Siempre atendí a clases de dibujo y escultura como hobby, hasta que decidí estudiar diseño gráfico y fotografía y hacer una profesión de ello. Siete años después, acabé en un estudio de tatuajes como aprendiz y recepcionista y me enamoré. Dejé todo lo demás y me centré exclusivamente en esto.
Diría que entra dentro del ‘Tradicional’, aunque con algo más de detalle aquí y allí. Hay quien a eso lo llama Neotraditional, pero no sé si yo llego a tanto. Y bueno, mis temas más recurrentes son las manos (rotas, normalmente), los animales y las cabezas de chicas. Estas dos últimas si están mezcladas ya me vuelvo loca.
Pretendo conseguir con mis creaciones, ¡Que acaben siendo piezas permanentes en la piel de alguien! Pero sobre todo, que lo hagan teniendo un significado para el receptor y que lo lleven con orgullo.
El encargo más extravagante que he realizado fue a un danés, me pidió que le tatuara una oruga con cara sonriente y mofletes colorados en una nalga. Si ese día me hubiera tocado la lotería, habría sido la segunda mejor cosa que pasara.
No compagino mi trabajo con otras actividades, ya no. Estudié música muchos años y toqué con alguna gente, pero eso ya quedó atrás (la falta de talento es lo que tiene). Ahora dedico toda mi energía a tatuar y dibujar.
¡Encuentro la motivación en todas partes! Creo que casi cualquier cosa puede hacer que me salte la chispa pero lo que más suelen ser cosas cotidianas, sentimientos puntuales. Lo divertido y bonito del tatuaje es que prácticamente lo que sea puede convertirse en una gran pieza.
En mi método de trabajo, empiezo ensuciando un folio (a poder ser ya usado, que no hay que malgastar) con un lápiz duro. Cuando ya ha aparecido algo ahí, marco las líneas maestras con un rotulador. Tanto si acaba convirtiéndose en un tatuaje como en una acuarela, el carácter final, los detalles y el color los doy sobre la marcha, improvisando un poco.
Ahora no preparo nada en concreto. Seguir dibujando, creando flashes, tatuando…, mejorar un poco cada día. Lo que siempre estoy buscando es viajar para trabajar. Es conocer gente interesantísima, aprender mucho y muy rápido de otros artistas, y una inyección de creatividad y humildad. Lo que más me gustaría es que la gente se sienta identificada con lo que hago y, bueno, ¡que se tatúen!
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