Iker Muro es contundencia y color. Un puñetazo de vitalidad y puro nervio.  Su obra, lejos de conformarse con ceñirse a unos cuantos centímetros cuadrados de papel, salta y juega en calles de todo el mundo a cualquier dimensión que puedas imaginar. Murocracia no es solo su web de presentación, es una declaración de principios en toda regla.

Mi nombre es Iker Muro, nací hace 31 años en Bilbao y actualmente resido en Tenerife. Empecé en el mundo de la ilustración hace años pintando en mi tabla de skate y en el pupitre del colegio. Siempre fui de los que se sentaban en las últimas filas del aula y hacía caricaturas de los profes y de los colegas de clase. Supongo que esa facilidad para dibujar superhéroes de cómic fue la que me hizo dedicarme a esto.

Definiría mi obra como una mezcla ácida de personajes pop, graffiti, ilustración y diseño gráfico. Me gusta esa mezcla porque lo que pretendo es pasármelo bien y disfrutar pintando sin pretensiones. Considero que la palabra “arte” me viene grande, ya que no estoy muy familiarizado con él. Sin embargo, sí que creo en el arte con mensaje como medio de expresión de insatisfacción o de crítica social. Ahí tenemos a Escif o a Bansky, un par cuyo arte puede hacernos recapacitar y cambiarnos de alguna manera.

El encargo más extravagante que he hecho ha sido pintar los techos de los baños de un garito. Recuerdo que casi me da algo del dolor de espalda. Pintar un techo es lo más duro que he realizado y me lo pensaría dos veces antes de volver a hacerlo.

Cualquier cosa me inspira a la hora de crear, cualquier cosa que veo o escucho, pero, sobre todo, me inspiran otros creadores que se asemejan con mi estilo. Me motiva mucho ver cómo gente que considero “mejor” que yo ha alcanzado metas a las que quiero llegar y cómo han logrado vivir de la forma que a mí me gustaría. Eso es lo que me empuja a seguir dando caña.

Normalmente empiezo el día escuchando a Sidonie, Joe Crepúsculo y Morrisey, después me paso al rap de Elphomega y a la electrónica del Guincho, Zombie Kids y Mía para acabar escuchando Arcade Fire, Radiohead o Anthony & The Johnsons. Supongo que se podría decir que me gusta todo.

Hace años que no hago surfing pero, si tuviera que elegir una imagen idílica que no me pueda quitar de la cabeza, me remontaría a la vez que estuve recorriendo varios picos por Indonesia en barco. Nunca olvidaré el atardecer al lado de una de las mejores olas del mundo, Desert Point. Me encantaría que el tiempo se hubiera parado para siempre en ese instante.

Soy de los que piensan que cualquier sitio es bueno para intervenciones artísticas. Lo que es evidente es que las obras de un street artist no deberían ser las mismas dentro y fuera de la galería porque las condiciones de trabajo y el tiempo para hacerlas son diferentes. Una obra en interior permite una elaboración mucho más cuidada y detallada de las piezas.

Si tuviera que elegir alguna afición que me haya cambiado la vida no tendría duda: el surfing y el graffiti.

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