Carles God es un joven “mitad manchego, mitad irlandés” que creció en Palma de Mallorca. Según nos cuenta: “tuve una infancia dificultosa, pero feliz y de bien pequeño me obsesioné con el dibujo y con entender todo lo que me rodeaba. Era un niño preguntón: devoraba cómics, mangas y televisión”. Esta avidez de incertidumbres le llevó por el camino del Punk y de las luchas político-sociales.
Estudiando Bellas Artes, había quien le decía que sus obras pictóricas eran demasiado ilustrativas y que sus cómics pecaban de ser demasiado artísticos. ¿En qué quedamos? Carles encontró refugio en las escena de los festivales, de donde salieron, como nos cuenta, proyectos editoriales, fanzines, colaboraciones, etcétera.
Cuando le preguntamos por la metodología que emplea al realizar sus proyectos, nos dice: “Mis proyectos, sean de la escala que sean, empiezan siempre con mapas conceptuales. Palabras, bocetos e ideas que se van interconectando hasta que empiezan a tomar forma algo interesante. Suelo acompañar esta parte del proceso con documentación e investigación a través de textos, noticias, documentación audiovisual y/o entrevistas y conversaciones. Luego empiezo a construir la imagen, normalmente dibujando y entintando sobre papel y luego coloreando digitalmente”. Actualmente está trabajando para varios encargos y tiene varios proyectos en marcha, pero el que más le interesa es uno donde se trata la problemática de la migración y la construcción de fronteras/límites entre unas culturas y otras.
Carles nos cuenta que una de las cosas que más le cuesta al lidiar con su trabajo artístico es tratar con la precariedad: “En un sistema cuyo único motor parece ser el dinero, es difícil forjar una carrera artística y mantener una mínima integridad siendo de familia humilde. La otra parte difícil es tener la paciencia para llevar a cabo dibujos que a veces tardan hasta dos años en estar terminados”. Una de las mayores fuentes de inspiración del joven es este espíritu de comunidad o de creación conjunta que podemos encontrar no solo en el ser humano -donde este sentimiento parece estar más bien ‘adormilado’, por no decir que el individualismo lo está machacando de manera integral-, sino también en el conjunto de la Naturaleza. Dentro de sus talentos secretos esconde uno bastante práctico: ¡Carles habla seis idiomas y va a por el séptimo! Para terminar, sentencia reconociéndonos: “Creo que la comunicación es una de las grandes claves para que las personas podamos convivir, colaborar, resolver conflictos, avanzar… y intento plasmar eso en mi trabajo”.
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