DOCUMENTANDO LA CIUDAD.
Algunos de los cuadros de Brett Amory tienen ese halo de misterio que envolvía las fotografías de clásicos como Robert Capa o Cartier-Bresson. Al igual que hacían los grandes maestros de la fotografía, este artista estadounidense documenta la realidad en cada una de sus obras, que reflejan escenas y situaciones cotidianas actuales.
Gente moviéndose en transporte público, comprando en el supermercado, andando por la calle, personas que se ven a través de una ventana, máquinas expendedoras, etc. Estas y otras muchas situaciones conforman los ‘trampantojos’ de este creador, que combina sus pinturas con elementos reales, como puertas, ventanas o mobiliario urbano, integrándolos a la perfección en su obra. Así, sus cuadros se convierten en instalaciones.
La editorial Vivant Books acaba de publicar una selección de su trabajo, que estará a la venta el próximo mes de abril en EEUU.
De adolescente tuviste un accidente haciendo skate, y te regalaron una cámara de vídeo, ¿cómo cambió este aparato tu manera de ver el mundo y qué significó para ti?
Me encantaba el arte y crear cosas hasta que cumplí los diez años, cuando me hice con mi primer patín; entonces sustituí esa afición artística por el skate. A los 16 años me rompí la pierna por cuatro partes, y esas Navidades me regalaron una cámara de vídeo. Cinco años después me mudé a San Francisco para estudiar cine. El primer año me sirvió como reintroducción al mundo del dibujo y la pintura, así que, no creo que tener esa cámara cambiara mi forma de ver el mundo sino reencontrarme con el arte.
Procedes de una familia de artistas y músicos, ¿cómo ha influido el ambiente en el que te criaste en tu obra?
Siempre he sentido la inspiración y la necesidad de crear, no sé si por estar rodeado de arte y música o simplemente estaba ahí.
Sueles recrear ambientes cotidianos que reflejan las costumbres de un lugar. ¿Qué te llama la atención de una escena para filmarla o seleccionar el encuadre?
Es un sentimiento, el momento me lo dice; es como cuando estás asustado, simplemente ocurre.
La realidad se funde con la obra en tus creaciones. Tu labor es al mismo tiempo documental y artística. ¿cómo se complementan estos dos mundos?
Hace unos años se me ocurrió ir a diferentes ciudades y buscar lugares que definieran sus barrios. Esto es importante para el trabajo que realizo porque los pequeños núcleos urbanos tienen mucha historia. Quería mostrar mi obra a las personas que vivían allí y ofrecerles una gran experiencia como espectadores. Creo que cuanto más sepa de la gente y los lugares, mejor será mi trabajo. Esto me permite comprender lo que hago.
Tus obras cuentan historias y sintetizan estilos de vida. ¿Crees que a través de ellas capturas o inmortalizas ‘el momento decisivo’ del que hablaba Cartier Bresson?
Esa es una buena pregunta; espero que sí, pero creo que lo consigo en una de cada 500 imágenes. En mi serie ‘Twenty Four’ localizo lugares que quiero documentar y luego le asigno una hora a cada uno de ellos. Entonces permanezco en esos sitios a la hora asignada y hago fotos y vídeos. Suelo tomar entre 100 y 500 fotos en esa hora y elijo una como modelo para el cuadro. Podría decir que la foto que elijo para pintar es el momento decisivo.
¿Qué artistas de cualquier ámbito y época te han influido y cuáles llaman tu atención hoy en día?
Poco a poco he estado entrando en el mundo de la instalación, así que mis influencias han ido cambiando. Encuentro el trabajo de Folkert De Jong muy interesante, y Thomas Houseago es genial. También he estado viendo últimamente las obras de Eurs Fischer y Duane Hanson.
¿Cómo ha evolucionado tu trabajo desde que estudiabas en la Academy of Arts de San Francisco?
Mi trabajo e influencias han cambiado bastante desde que terminé de estudiar. En la escuela aprendí cómo dibujar y pintar, y después, por mi cuenta he evolucionado en la técnica. Entonces trabajaba en la serie ‘Waitings’; cuyo concepto y enfoque descubrí posteriormente por otra parte. Cuando estaba en la academia me etiquetaba a mí mismo como pintor, ahora me considero un artista.
Se acaba de publicar un libro sobre tu trabajo, ¿puedes hablarnos de cómo ha sido el proceso y cuál ha sido el resultado?
Sí, el libro sale en abril; me lo propusieron desde Vivant Books el año pasado; hacen unos libros maravillosos, así que, por supuesto, les dije que sí. Estoy muy contento de cómo se está desarrollando esto; todavía no he visto el resultado final de la impresión, pero ¡estoy muy emocionado por la publicación!
Pasas de un proyecto a otro ininterrumpidamente, ¿qué estás preparando ahora?, ¿cuál es el mayor reto que te has planteado?
En mayo tengo una exposición en solitario con Hashimoto Contemporary en la San Francisco Art Fair, y en octubre otra, en la Jonathan Levine Gallery de Nueva York. Mi mayor reto es continuar con lo que hago, quiero explorar y probar cosas nuevas pero me es difícil sacar tiempo para ello.
¿Te gustaría exponer más en Europa?
Trabajo con Lazarides en Londres y he tenido con ellos tres exposiciones en solitario. Por el momento no tengo ninguna otra muestra planeada en Europa; me gustaría pero no sé dónde hacerlo.
Tu trabajo se ha visto en las principales galerías de arte contemporáneo. ¿Qué te ha aportado y qué supone estar en ferias como Miami Art Basel?
Me considero muy afortunado por mostrar mi trabajo en Basel; allí tuve mi primera exposición en solitario con mi galería de Nueva York y fue increíble.
Para terminar, ¿qué consejo le darías a un artista que está empezando?
Ser artista es uno de los trabajos más gratificantes pero también más difíciles que hay.
Les diría que intenten no quedarse atrapados en averiguar a qué mercado pertenece su trabajo o si su obra es relevante. Preocuparse por los mercados del arte es importante pero que no sea la principal motivación de su trabajo. Las obras deben venir de la honestidad y es necesario ser capaz de mantener este concepto. Tu trabajo debe ser una extensión de ti.
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