Desde muy pequeña, Ángela Alonso ha sentido admiración por el mundo freak y por los monstruos, siendo la película Freaks de Tid Browning una de sus últimas influencias más directas. Afirma no saber dibujar algo que no tenga sentido para ella, por lo que no es de extrañar que sus ilustraciones tengan un alma tan potente y que muestren tanto de sus intereses. El mar, los faros y el amor suelen ser los temas más recurrentes en la obra de esta bilbaína que, sin dejar margen al error, dibuja lo que le obsesiona y nos muestra su particular visión sobre las imágenes y las frases que la hacen reflexionar y que la inquietan.
Me llamo Ángela Alonso, tengo 28 años y trabajo como diseñadora gráfica en el departamento de espacios interactivos y centros del conocimiento de Vilau. Muchos me conocen como Savage Girl y, aunque nací en Bilbao, siempre he vivido cerca de la desembocadura de su ría, pegadita al mar. Por mis venas corre café por las mañanas, crema de orujo por las tardes y cerveza por las noches. Todos los días me levanto como puedo para llegar puntual a la oficina. Cuando llego a casa es cuando empiezo a trabajar “en mis cosas”, proyectos personales, colaboraciones que surgen, esa camiseta que siempre te apetece hacer, dibujo letras de canciones, hombres peludos, calaveras de moco… Esas cosas.
Mi relación con el mundo de la ilustración comenzó cuando cogí un lápiz por primera vez, no tengo la suficiente memoria para recordar aquel momento pero fue un flechazo en toda regla. Estoy segura de que cuando me muera encontrarán más de un rotulador en mi bolsillo (y calderilla para el café). De pintar con ceras de colores y plastidecor pasé a recrear mediante cartón la consola que no podía tener. Dibujaba a Frankestein a mi amama vestida de punky setentero, adoraba dibujar en la pizarra de la cocina los cuentos que me leían cada noche, coloreaba los Mazinger Z voladores que mi ama me dibujaba, cantaba boysboysboys y tenía sancheski naranja. Para dormirme cerraba los ojos e imaginaba mi mano pintando al gato de Alicia en el País de las Maravillas y, durante el día, pintaba a pincel las camisetas que mi aita llevaba a trabajar. Recuerdo que con cinco años mi ama (todomiamoresporyparaellasiempre) me hizo un disfraz de dragón que no me quería quitar ni para dormir… Y mi camiseta favorita era una verde fosforito con un drácula surfeando (mientras mordía a una chica en bikini), creo que por eso no paraba de dibujar olentzeros vampiros.
Las cosas han cambiado mucho desde entonces, algunas para mejor otras a peor, pero cuando vuelvo a ver fotografías de mi infancia me doy cuenta de que hay cosas que nunca cambian.
También me ayudó mucho mi etapa en la uni, donde, gracias a que empecé a pintar Graffiti con mis amigos Frikuno, Yubia y Puzle, conocí a mucha gente, empecé a viajar, a pintar fuera y a hacer expos colectivas. Fue una etapa que me hizo pasar muy buenos momentos y experiencias que nunca olvidaré.
No me veo muy capacitada para definir mi trabajo porque es bastante variopinto, pero hay unas frases de Chillida con las que me siento bastante identificada:
“Moderno como las olas / Antiguo como la mar / Siempre diferente / Pero nunca siempre igual.
En una línea el mundo se une, con una línea el mundo se divide, dibujar es hermoso y tremendo.
¿Qué hay detrás de la mar y de mi mirarla? / ¿Qué hay detrás de la mar y de mi oírla? / No vi el viento / Vi moverse las nubes. / No vi el tiempo / Vi caerse las hojas.
No se debe de olvidar que el futuro y el pasado son contemporáneos.
Yo no entiendo casi nada y me muevo torpemente, pero el espacio es hermoso, silencioso, perfecto.
Yo no entiendo casi nada, pero comparto el azul, el amarillo y el viento.”
Lo que pretendo con mis proyectos profesionales es no gastarme un duro en psiquiatras. Mis proyectos me ayudan a reflexionar, a sacar mi mierda de alguna forma, a retarme, a tener excusas para poder investigar algo que me recome la cabeza. Básicamente, los hago por necesidad.
Según mi punto de vista, el arte mueve a la gente pero, sobre todo, mueve sus cerebros. Mientras eso pase creo que queda algo de esperanza.
Ahora mismo estoy trabajando en un cromo de un personaje inventado de la pandilla basura para una expo colectiva que está organizando mi colega sapaburu Juan Roller. La expo promete ser bastante bizarra, ¡cómo tiene que ser! Pero bueno, eso para mi es normal y divertido. Si tengo que pensar en lo más raro que he hecho de forma general… ¿Rediseñar una xiloteca? ¿Hacer la panelería de un ámbito sobre pastoreo gipuzkoano en un centro de interpretación en una basílica? ¡De esas unas cuantas!
Las cosas cotidianas que dan forman a mi vida día a día son muy importantes para mi trabajo, son las que me inspiran y, gracias a quien sea, no se quedan fijas y van cambiando. Suelo encontrar cosas que contar, sobre todo, gracias a las vivencias con mis amigos, mi familia, la música y la lectura. Simplemente, miro a mi alrededor.
Empiezo el día desayunando en el bar que tenemos debajo de la oficina (a veces dudo si es un bar de desayuno o un after pachanguero de lo alto que ponen la música). Con un ojo medo abierto, empiezo la jornada con Hoy empieza todo de Radio3 (necesito que alguien me hable para espabilar), después escucho cosas diferentes dependiendo del día y de lo que tenga que hacer. Si estoy tranquila, llueve y hace frío, me pongo Andrew Bird, Ane Brun, Blonde Redhead, McEnroe, The National, James Blake, Au Revoir Simone, Standstill, Bowie, Buford Pope, Benjamin Biolay, Dead Man’s Bones, Decemberits, Pj Harvey, Feist, Wilco, Jeff Buckley, Chuck Ragan, Jolie Holland, Neil Young… Y por las tardes, para no dormirme y porque suelo trabajar hasta tarde en casa, suelo escuchar algo que me mueva, últimamente me ha dado por escuchar a Neutral Milk Hotel.
Pero ante todo adoro a Dolly Parton y a la Otxoa, que quede claro.
Es imposible quitarme de la cabeza las imágenes que veo en cualquiera de los videos del surfista Kepa Acero. Después de ver un nuevo video me recorre un cosquilleo por los brazos, una sensación de bienestar y una ansiedad a la vez por hacer mil cosas, esos proyectos que parecen descabellados pero que en esos momentos no lo son tanto ¡Gora Kepa!
Respecto a la dualidad “arte en museos – arte en la calle” digo como dijo Tim Burton en su testimonio de la Hora Chanante:
– A veces me dicen “Tim Burton, ¿tú eres más de culo o tetazas?”
– ¿Es que hay que elegir?