Bienvenidos al paraíso. Nueva Orleans, también conocida con el apodo de Crescent City, es una ciudad norteamericana que siempre ha despertado pasiones gracias a su ubicación privilegiada en el Golfo de México y a una historia repleta de leyendas. No en vano, logró enfrentar a franceses y españoles durante la época colonial y entonces el destino hizo que recibiera una influencia exótica de las islas del caribe que todavía se aprecia en el aroma que desprenden sus calles, en su arquitectura, la música, la comida tradicional y el ambiente festivo que se respira en cada esquina. Todos estos factores la convierten en uno de los enclaves más fascinantes del mundo, aunque la única manera de conocer sus secretos es perdiéndose en sus calles al ritmo de su inconfundible banda sonora.
Puede que la celebración del Mardi Gras (su carnaval autóctono) y las marchas de los funerales que recorren sus avenidas con acompañamiento musical sean la imagen que más se ha popularizado en todas partes, pero Nueva Orleans también se enorgullece de haber sido la cuna del jazz hace más de un siglo, de ser el mayor puerto a orillas del río Mississippi y de haberse consagrado como uno de los grandes platós de cine al aire libre para las superproducciones de Hollywood.
A pesar de todas las adversidades que dejó tras de si el huracán Katrina en agosto 2005 (y que tan bien retrató el director Spike Lee en el documental “When the Levees Broke”), Nueva Orleans sigue manteniendo aquella belleza decadente que acapara portadas de revistas, con los coches viejos aparcados de cualquier manera en las aceras, las calles sin asfaltar que se pierden en el horizonte y esas casitas de madera de mil colores, que desfilan delante de nuestros ojos como un sueño psicodélico y nos reciben con sus porches acogedores, además de tener siempre una barbacoa humeante en el patio trasero. Aunque, si cogemos el tranvía en Canal Street y nos alejamos del centro histórico, también es posible descubrir una ciudad moderna y cosmopolita, con sus grandes edificios, las famosas cadenas hoteleras, los museos de arte contemporáneo más fascinantes del sur de los Estados Unidos, una colección inabarcable de bares y el bullicio típico de una urbe que nunca descansa.
En caso de ser unos melómanos, la mejor manera de conocer la ciudad es emprendiendo una ruta musical que empiece en el Preservation Hall, un pequeño club que abrió sus puertas en 1961 con la intención de mantener vivas las raíces de este género legendario y que hoy se ha convertido en uno de los lugares más emblemáticos del mundo para ver conciertos en directo. Incluso los Foo Fighters grabaron allí uno de los temas de su último disco en compañía de sus músicos octogenarios, que siguen actuando diariamente con la pasión de unos adolescentes.
Otro lugar de visita obligada si queremos descubrir los entresijos nocturnos de la ciudad es The House of Blues, un céntrico club propiedad de Dan Aykroyd (el protagonista de los Blues Brothers) donde se programan conciertos de artistas muy famosos que están de gira por el país. Otra opción es tomar un cóctel en los bares de Bourbon Street, una calle del famoso French Quarter donde el vicio y el pecado pasean de la mano desde tiempos inmemorables. Aunque si lo que realmente queremos es disfrutar de la parte menos concurrida de Nueva Orleans, debemos dirigirnos a los locales de Frenchman Street, con los conciertos de jazz en el Snug Harbor y los shows en los pequeños bares del barrio de Marigny. Como es evidente, es aquí donde acuden los habitantes de la ciudad cuando quieren huir del bullicio del centro y disfrutar de las propuestas más arriesgadas de artistas locales que algún día serán estrellas.
Otra opción muy recomendable es recorrer la ciudad y sus alrededores en bicicleta, puesto que cada vez hay más tiendas que las alquilan a precios razonables y los propios habitantes han descubierto que es mucho más fácil desplazarse por sus enormes avenidas sobre dos ruedas que en grandes coches. Y todos aquellos que quieran adentrarse en la parte más salvaje del sur de los Estados Unidos tienen una visita obligatoria en la zona de pantanos cercana a Nueva Orleans (conocida habitualmente como swamps), donde es posible reservar excursiones en barca y visitar zonas alejadas de la civilización donde se sigue viviendo de la pesca. Una experiencia increíble en la que se pueden ver de cerca cocodrilos en su hábitat natural, además de dejar volar la imaginación gracias a la belleza portentosa de la naturaleza en estado puro.
A lo largo de esta ruta alternativa, los amantes del séptimo arte tienen una parada obligada en el St. Louis Cemetery No.1, donde Dennis Hopper y Peter Fonda rodaron una de las escenas más recordadas de “Easy Rider” (cuando suben a la tumba de Italia en pleno éxtasis lisérgico). Los aficionados al arte disfrutarán en las numerosas galerías de Royal Street, con el omnipresente George Rodrigue y sus cuadros de perros multicolor, que se han convertido en un icono pop irremplazable de la ciudad. Y los apasionados de la comida exótica harán sus delicias con los platos típicos de gumbo, las famosas Beignets del Café Du Monde o las gambas de Pascal’s Manale, consideradas año tras año como las mejores de la ciudad.
Puede que cada viajero descubra una faceta de Nueva Orleans distinta, acorde con sus sueños inconfesables, aunque una cosa está clara, vayamos donde vayamos siempre nos acompañará una banda sonora excepcional, gracias a los grupos de músicos callejeros y a las brass bands que improvisan asombrosas jam sessions a cualquier hora del día y de la noche en las esquinas. Una ciudad de leyenda, que supera la percepción de los cinco sentidos y que cobra aún más significado al escuchar la experiencia de la gente que la ha visto evolucionar con el paso del tiempo:
“El skate en el profundo sur de los Estados Unidos todavía conserva ese espíritu underground y eso le aporta cierta nostalgia, puesto que siempre ha sido una cultura alternativa. El downtown de Nueva Orleans es uno de los mejores lugares para patinar y también tenemos un skate park DIY (que se conoce como Parasite) que algunos locales están construyendo debajo de un puente. La ciudad vive en un proceso continuo de reconstrucción y, gracias a esto, siempre surgen nuevos spots”. James Lapuyade (Preservation Board Company)
“La escena cultural es maravillosa y han surgido nuevas escuelas de música que están más centradas en el jazz y no tanto en la enseñanza académica. También se han recuperado espacios que habían desaparecido por culpa de la tormenta y las nuevas construcciones son realmente bonitas. La gente aprecia mucho este cambio de apariencia de la ciudad y lo ven como un gran avance. Creo que estamos viviendo los mejores días de nuestra historia, el futuro se presenta brillante y, además, los músicos no paran de tocar. Realmente es un buen momento para estar en Nueva Orleans”. Allen Toussaint (músico y productor)
“Tenemos muchos artistas jóvenes que están aprendiendo el oficio de la música, aunque las cosas no han cambiado tanto desde que yo era joven y todavía podemos decir que Nueva Orleans tiene un sonido propio que nos esforzamos por mantener vivo entre todos. Yo formo parte del grupo de cantantes veteranos, pero existe una nueva generación que está destacando mucho y sigue interesándose por las mismas cosas que nosotros”. Irma Thomas (The Soul Queen of New Orleans)
“A nivel político sigue siendo un verdadero caos, pero quiero pensar que todavía hay oportunidades para cambiar esta situación y espero que suceda pronto porque no me gusta ver todas las cosas ridículas que suceden a diario. Me refiero a que la ciudad logró sobrevivir a la tragedia del Katrina, sin embargo, ahora llega una gran cantidad agua contaminada porque han vertido una sustancia llamada Corexit en el Golfo de México que, teóricamente, sirve para disolver las manchas de petróleo. Esto no ha servido para nada y continúan utilizando este producto sin darse cuenta de que está mal. Es como si arreglaras los problemas con una capa de pintura y en seguida apareciera algo más grave”. Dr. John (músico y leyenda del R&B)