Hubo un tiempo en el que el mundo del patín era algo muy distinto de lo que hoy en día es. Los pioneros que comenzaron a patinar piscinas como alternativa a los días sin olas se habían entregado a la evolución sobre la tabla y toda una escena comenzó a formarse a su alrededor. En esos finales de los 70 y principios de los 80 el patín se tornó en el centro al cual giraba todo un movimiento que englobaba una estética, una música y unas ideas que venían a cambiar a la juventud. Era una escena fresca y creativa que encontró en las tablas un soporte artístico ideal en el que desarrollarse. Este es el ambiente en el que creció Pat Ngoho, en el seno de una época inspiradora que le llevó directo a encauzar su carrera en el mundo del arte. Un arte tan fresco y original como el entorno en el que se desarrolló.
¿Cómo te iniciaste en el arte? ¿Siempre tuviste esa inquietud?
El arte para el artista es como respirar. Siempre está ahí, como un reflejo involuntario. Los engranajes se mueven solos, guiados por las ideas que necesito expresar.
¿Relacionas el skate con tu arte o con el proceso artístico? ¿Hay alguna influencia entre ambos?
Sí y no. El skate y el arte sacian necesidades diferentes de mi vida. En ninguna de ambas hay barreras. Patinar tiene algo muy intenso, a veces te ves ahí y todo se pone a cámara lenta, como una conexión especial que te invade. Cada célula de tu cuerpo se activa y corre por su cuenta. El arte tiene el mismo efecto, permite al artista sumirse en un estado de conexión sensorial avanzada. El color, las formas, las líneas, la política, la comunicación, la cultura, la historia… todos estos elementos vitales viajan a través del artista mientra trabaja en su obra.
¿Cómo describirías tu arte?
Como un juguete. El arte es un juguete, al igual que el skate. En ambos mundos rompes las reglas, pones todo patas arriba, luchas, fracasas. Puedes hacer lo que quieras, ser quien quieras. Puedes salvar al mundo o destruirlo.
¿Aprecias temas o motivos recurrentes en tu arte?
Pinto a gente como tú, como yo. Al hombre que camina calle abajo. Pinto lo que dicen, lo que podrían decir, lo que tienen miedo a decir.
¿Cuáles son tus fuentes de inspiración, o algunas de ellas?
La vida, toda esta experiencia proyectada en la que todos estamos conectados.
¿De qué forma viajar te sirve de inspiración?
Viajar inspira la totalidad de la experiencia vital, me saca de mi zona de confort y me convierte en un niño indefenso. He tenido la suerte de poder viajar mucho, y he visitado lugares tan lejanos como Irán, India, China, Japón, Haití… En algunos de estos lugares los occidentales no son vistos muy a menudo y hasta la comunicación más básica se convierte en una experiencia emocionante que te enseña humildad. Esa vuelta atrás puede ser muy inspiradora.
He leído que destruiste gran parte de tus primeros trabajos, ¿por qué hiciste eso?
No estoy seguro. No sé si necesitaba superar cierta fase y quemar los barcos para seguir adelante o si quizás pensaba que el material era fallido. Creo que nunca lo reflexioné demasiado.
¿Qué diferencias y similitudes encuentras en tu caso entre el proceso artístico de diseñar una tabla y el de la pintura?
El diseño de tablas diría que está más orientado hacia el diseño gráfico, que es un medio fantástico. Diseñar sobre la tabla supone un desafío porque el medio está muy presente, imponiendo obstáculos desde el principio. En el caso de la pintura, se trata sólo de mí, de una idea y del espectador. Esta yuxtaposición dispara una fricción y una tensión que pueden chocar y chirriar para eclosionar en algo concreto.
¿Qué puedes contarme sobre Love and Guts, el colectivo artístico que co-fundaste? ¿Cómo empezó todo? ¿Qué te llevó a hacerlo?
Love and Guts es un colectivo de artistas. La idea principal es que el skateboarding es una forma de arte, y que muchos skateboarders son artistas, así que comenzamos a organizar exhibiciones basándonos en esta idea. Lo hicimos durante años, hasta que un día captamos la atención de unos sponsors que querían contribuir con nosotros para acercarnos al mainstream con shows en Nueva York, Australia, Nueva Zelanda, Brasil, Europa y el resto de los Estados Unidos. En cada parada íbamos incluyendo a la gente local, y surgía una interacción increíble entre artistas, historias y experiencias. Aún me da un chute de adrenalina con cada show.
¿Cómo influye Venice en tu arte?
Veo que mi creatividad tanto con el skate como con el arte es un único continuum que a veces podría entenderse bajo el término “estilo de vida”. Y el estilo de vida veneciano es una Zona Cero para la cultura skater y surfer, y esta visión tiene una existencia tan cruda y pura aquí como en ningún otro lugar. Hay una fuertísima conexión con el océano, con las subculturas únicas de California como los Low Riders, las bandas, artistas, surferos, skaters, el mundo de la cultura, Hollywood… Este cóctel exótico me parece muy influyente en mí porque es una mezcla muy visual con movimientos muy eclécticos que se mezclan unos con otros para crear aún más formas nuevas.
¿Por qué piensas que Venice atrae a tantos artistas, expandiendo y fomentando su obra?
El artista es optimista, e incluso cuando el sueño Abbott Kinney fracasó y Venice se convirtió en un suburbio, seguía manteniendo esa increíble infraestructura con la que los artistas comenzaron a soñar.
PAT NGOHO