Panamá Díaz es una joven artista malagueña que combina el interés por la docencia con la práctica e investigación artística. Formada entre San Telmo y la Universidad de Londres, ha estado creando diferentes estrategias para incidir en el entramado cultural de Málaga. Desde sus diferentes talleres ha abierto espacios de reflexión sobre el feminismo y lo colectivo, pero sobre todo ha desarrollado la idea de que el arte es una herramienta fundamental para el desarrollo humano, que nos permite profundizar en las emociones, conectar con el entorno y trabajar en comunidad.

¿Cuáles fueron los fotógrafos que te despertaron tu interés por este arte?
Mi el interés por la fotografía lo generó un momento vital determinado, en el que estaba viviendo una situación personal que por diferentes motivos no podía compartir abiertamente con el mundo. Y desarrolle con la fotografía una relación con un alto componente emocional. Ahí descubrí a Alex Soth, Vivian Maier y Joel Meyerowitz y a día de hoy me siguen inspirando como lo hacían entonces.
En estos últimos años hay un renovado interés por la fotografía analógica y su forma “lenta” de abordar el trabajo ¿Cuál es tu opinión como docente de este renovado interés por la fotografía química?
Mi opinión es que tiene sentido. Me gusta personalmente hacer hincapié en eso que dices: ¨la forma lenta de abordar el trabajo¨ porque muchas veces se le otorga a este resurgimiento algo puramente melancólico, como el color o las características visuales que son innatas a la película. Pero gran parte de lo que interesa a las generaciones jóvenes que no hemos vivido la ausencia de lo digital en la fotografía, sobre todo en un desarrollo creativo personal, es la obligatoriedad de la pausa y la intencionalidad a la que obliga el medio.

Una de tus intenciones es recuperar la idea de que es importante fomentar la creatividad en nuestras vidas ¿qué importancia tiene el arte para conseguir una vida más plena?
La creatividad es una herramienta increíble para profundizar en la experiencia de vivir. No sé si la ligaría al concepto de plenitud, creo que eso puede variar mucho de una persona a otra. Pero sí que te permite profundizar en las emociones, conectar con el entorno, trabajar en comunidad. Hay que desestigmatizar al arte y acabar con esta idea clasista de que es un área del conocimiento destinada a una parte privilegiada de la sociedad. Vemos como en zonas castigadas por el conflicto, la creatividad es siempre una constante. La música, el canto, la danza, el juego, son maneras innatas que tenemos de expresar lo que nos pasa.
Has creado numerosos talleres para distintas instituciones y asociaciones ¿cómo entiendes el desarrollo de tu discurso artístico en relación con las distintos tipos de instituciones con las que has colaborado?
Lo entiendo como una necesidad (que parte de lo económico), pero también me interesa. Diferentes espacios invitan a diferentes procesos, y llegar a la gente gracias a la confianza que aportan determinadas instituciones/organizaciones es algo que me agrada y pretendo seguir explorando. Siempre, eso sí, encontrando el equilibrio entre estos espacios y otros menos formales y reglados.

¿Cómo ves el contexto del arte contemporáneo en Málaga?
Es un contexto rígido. Hay muchas personas artistas con un discurso interesante y enfrentándose a su trabajo con valentía, pero por lo general hay mucho recelo a la hora de compartir (saberes, contactos, procesos) y eso frena que el tejido sea uno colectivo y no individual, lo cual es terrible para la comunidad y genial para el sistema.
En unos de tus proyectos profundizas en la idea del archivo personal ¿cómo te planteas estas investigaciones y cómo te planteas las posibles formas de hacerlas públicas?
Este es de los trabajos que hago que más me emocionan y más ganas tengo de seguir desarrollando. Son talleres en los que invito a las personas asistentes a que compartan con el grupo recuerdos y emociones muy personales que parten del uso de fotografías del archivo familiar. Conectar con nuestro pasado es una gran arma contra el estado de adormecimiento y automatismo en el que a veces nos encontramos, y explorar eso en comunidad es transformador.

En el curso de esos procesos de creación ¿cuál es la forma de trabajo que estableces?
En cada curso es diferente, porque desde que hago la propuesta del curso hasta que sucede suelen pasar meses. Este tiempo me lo tomo para investigar y preguntarme qué quiero investigar yo con este grupo. Un día o dos días antes del comienzo de dicho curso elaboro la programación, quiero decir que lo pongo sobre papel. Dependiendo del grupo, el número de asistentes, y también el momento creativo y personal en el que yo me encuentre. Lo que sí que hago la gran mayoría de las veces es una meditación guiada por mi al comienzo de cada sesión: llegar a un punto de tranquilidad y en contacto con las emociones antes de explorar cualquier disciplina me parece importante.
¿Y cómo piensas que han influido los talleres que has impartido en tu proceso creativo?
Son tan útiles para mi como para las personas que asisten. De las cosas más complicadas cuando acabas la universidad de arte es encontrar una comunidad con la que compartir procesos e inspiraciones, y los talleres para mi son eso. Un grupo de personas que se reúne en un espacio con la máxima de experimentar y no juzgar.

¿El cuerpo como medio de representación y de expresión es unos de los temas que más has trabajado en los últimos tiempos ¿Cómo te planteas estas investigaciones? ¿ y qué impacto ha tenido en la forma que comprendes tus procesos creativos?
Mi cuerpo, siendo mujer, siempre me ha interesado desde lo político. Qué espacios (públicos y privados) ocupo y cómo. Es algo que investigo constantemente, porque es algo variable y para lo que mayoría de veces la respuesta es demasiado amplia, demasiado ambigua. Y de este interés por mi propio cuerpo, surge el interés por cómo otros cuerpos ocupan estos mismos espacios. Es de esas áreas en las que el ¨está todo dicho¨no se aplica.
Este pasado 25 de julio has estado en el encuentro de mujeres afrodescendientes en Bogotá, un encargo del colectivo OFB ( colectivo pro DDHH de Colombia) ¿En qué ha consistido tú colaboración ?
Estuve como representante de prensa del colectivo OFB con Lisa (@medicenlanegra7), una compañera de la que aprendo cada día. Del evento escribí una nota de prensa, realicé fotos a las asistentes y elaboré una lista de recomendación de contenido mencionado durante la jornada.

¿Y cómo valoras tu experiencia?
Transformadora. Desde hace años que no entiendo el trabajo feminista sin el trabajo antirracista, por eso fue muy importante tener la oportunidad de oír a tantísimas mujeres afrodescendientes contar sus experiencias, sus luchas, sus deseos y sus logros. Estoy desde entonces reflexionando sobre el papel que juego yo en este tipo de contextos en el que mi posición es una de privilegio.
Hay una gran carga de significación en tus talleres que a mi juicio requiere de una participación y disposición atenta ¿Qué esperas que consigan tus alumnos y alumnas, que puertas les quieres abrir?
Un espacio seguro en el que investigar dejando de lado el miedo de no ser suficiente.

Ahora mismo ¿cuáles serían tus temas de investigación artística?
Como hablábamos antes ¨el cuerpo¨es el sujeto artístico que más me interesa ahora mismo. El cuerpo y la intimidad, el cuerpo y lo político, el cuerpo y la sexualidad, el cuerpo y la enfermedad, el cuerpo y el dolor. Es infinito.
¿Han variado estos temas o se mantiene un núcleo primigenio?
Van variando, menos mal. Hace años siempre repetía que el núcleo de mi trabajo era la lucha feminista, y ahora que estoy terminando el Máster de Igualdad y Género de la UMA me alivia decir que no es lo único con lo que trabajo. Sigue siendo mi principal motor para todo lo que hago, pero creo que estoy empezando a ser capaz de ver más allá.




