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Las mayores experiencias vitales no tienen necesariamente que implicar coger aviones, sellar pasaportes y hacer escalas interminables en aeropuertos hasta llegar a lugares remotos que no aparecen en los mapas. A veces, solamente hace falta fijarse en lo que tenemos a nuestro alrededor para descubrir que es posible vivir una aventura de proporciones épicas sin apenas salir del patio trasero de nuestra casa. Así fue como en septiembre del 2012 empezó esta historia protagonizada por tres amigos amantes de las olas, que tenían ganas de huir de todo para hacer un libro que reflejara ese momento introspectivo de sus vidas. Dan Malloy, Kanoa Zimmerman y Kellen Keene montaron en un tren y se dirigieron al norte de California con la única compañía de sus bicicletas, sus tablas de surf, sus mochilas, sus réflex y una cámara de video para inmortalizar aquella gesta. La idea era simple: viajar por la costa e ir parando en granjas que mantienen la tradición de la agricultura ecológica, además de visitar playas emblemáticas para cabalgar sus olas de ensueño. Sin olvidar que este regreso a lo esencial implicaba acampar en el monte o dormir en casas de los amigos que iban cruzándose en su ruta. Hemos hablado con el ilustre Dan Malloy para conocer los secretos de ese viaje que se ha convertido en un libro editado por Patagonia y en un documental seleccionado en diversos festivales de cine internacionales.
¿Podrías explicarnos cómo surgió la idea del proyecto “Slow is Fast”? ¿Qué vino primero, el libro o el documental?
Primero surgió la idea del viaje, después la del libro y al final la película. Siempre tengo muchas ideas estúpidas, pero ésta tomó forma porque Kellen se sintió muy motivado. Una vez le hube contado lo que quería hacer, no dejó de llamarme varios días seguidos para hablar sobre el tema. Él se dedica a la pesca comercial, así que cada vez que regresaba de faenar en el mar me llamaba por teléfono. A mí me gustaba esta idea porque cuando viajamos en coche o en avión nos perdemos muchas cosas por el camino. Por el contrario, cuando vas en bici puedes sentir los cambios de temperatura y si quieres escuchar música, tienes que cantarla tú mismo en voz alta. Avanzar implica un esfuerzo físico y eso te mantiene despierto y atento a lo que te rodea.
¿Cómo surgió la oportunidad de colaborar con Patagonia?
Al principio Patagonia no estaba interesada en el proyecto de libro sobre el viaje porque se lo expliqué fatal. No me veía capaz de contarlo porque aún no había sucedido y no podía decir lo bueno que sería. Así que nos embarcamos en el viaje y decidimos autofinanciar el libro, pero cuando ya casi habíamos terminado de maquetarlo, pensé que sería interesante volver a presentarlo a la gente de Patagonia. Entonces pudieron verlo en toda su esencia y decidieron publicarlo. Les estoy muy agradecido porque conocen muy bien cómo funciona este negocio y yo soy el peor empresario del mundo.
Parece que después de haber recorrido el mundo os apetecía prestar atención a los lugares cercanos a vuestra casa y enamoraros otra vez de ellos…
Cierto, ése era el punto principal. Yo soy un adicto a la sensación de viajar, pero actualmente también me gusta pasar tiempo en mi casa. El lugar donde vivo es precioso y tiene una historia muy rica, por eso quiero aprender más cosas sobre él. La idea del viaje consistía en cambiar varios elementos: ir despacio, viajar en bici, pasarlo bien y no preocuparnos demasiado por las olas.
¿Planeasteis los lugares que visitaríais y la gente que entrevistaríais o realmente hubo mucha improvisación durante el viaje?
Visto en perspectiva, creo que planeamos la mitad de las paradas y el resto sucedió por azar. Cuando viajas en bici te das cuenta de que hay muchas más interacciones con la gente porque no estás encerrado en un coche y cada día surgen muchas posibilidades de lugares donde pasar la noche o de parar un rato. Nunca había vivido este tipo de experiencia en California, así que fue genial que nos recibieran de ese modo tan cálido en esa zona.
Los temas más recurrentes son las comunidades que se dedican al cultivo ecológico, las granjas tradicionales y el regreso a una vida más sostenible. ¿Crees que esto es una vertiente “oculta” de California o se está extendiendo?
Sinceramente, creo que la agricultura es la manera más virtuosa de vivir la vida. No importa si eres un chaval de ciudad hasta la médula de los huesos porque igualmente dependes de los granjeros tres veces al día. No importa quien seas ni a lo que te dediques porque estás muy conectado a la agricultura. Me he propuesto aprender más cosas sobre este tema y estar más involucrado. Las granjas americanas son muy grandes, pero aquí también existe un movimiento muy importante para reducir el tamaño de las cosas y recuperar las tierras de las empresas o del gobierno. Creo que en ese aspecto hay una cultura más saludable en tu país.
Otra parte esencial del documental es cuando aparecéis haciendo surf en spots completamente desiertos. ¿Podríamos afirmar que esta cultura de las olas también está volviendo a sus raíces?
Practicamos surf en solitario porque teníamos que conformarnos con las olas que había en el lugar donde llegábamos. No podíamos perseguir las corrientes en busca de los mejores spots porque nuestras bicis son muy lentas y van muy cargadas de material. Tampoco nos importaba que no fueran las mejores olas del mundo porque estábamos cansados, teníamos hambre y lo único que queríamos era mojarnos en el agua. Simplemente hacíamos surf, nos lo pasábamos en grande y no nos preocupábamos demasiado por si había un spot mejor a 30 millas siguiendo la costa. El surf se convirtió en una diversión y no fue una preocupación. ¡Sumérgete en el agua después de siete horas en bici y sabrás a qué me refiero! Te sentirás como si acabaras de nacer, como en el bautismo del primer día o como si fueras una persona nueva.
Viajar en bicicleta ofrece un punto de vista distinto de los paisajes y del impacto humano en la naturaleza. ¿Qué fue lo que más os sorprendió durante la ruta por aquellas carreteras secundarias y caminos rurales?
Personalmente, lo más impresionante fue apreciar la diferencia entre las grandes granjas que se parecían mucho a fábricas y las pequeñas comunidades orgánicas. Los pueblos con grandes fábricas agrícolas están muriendo y se convierten en lugares fantasmales con esas señales que dicen “no entres” por culpa de la utilización de productos químicos en los campos. Por el contrario, las comunidades sostenibles son asombrosas y te reciben con señales pintadas a mano que dicen “welcome”.
Por curiosidad, ¿cómo os repartisteis el trabajo para el libro y el documental?
La gran prioridad era que cada persona disfrutara de su espacio. Nuestra idea era descubrir si podíamos hacer un libro bonito sin entrometernos en su estilo de vida ni su tiempo. Por ese motivo el libro era el motivo principal del viaje. Puedes hacer una foto a una persona o a un lugar y no necesitar nada más porque esa imagen ya lo dice todo. Cuando se trata de cine, tienes que rodar mucho material. Odio tener que dedicar tanto trabajo al rodaje y odio tener que estar todo el rato pidiendo cosas a los protagonistas. De este modo solamente grabamos a la gente con los que nos sentíamos muy cómodos. Al final, el libro era el objetivo prioritario.
Tengo entendido que en la parte final del viaje parasteis a comer en un restaurante y Kellen se intoxicó con la comida. ¿Cómo afectó ese imprevisto a la ruta y qué aprendisteis de esa experiencia?
Tienes razón, Kellen se puso muy enfermo. Ahora hace gracia recordarlo, pero en aquel momento pensábamos que se moría. Creo que aprendimos una lección importante: cuando vayas a un restaurante de mierda, es importante que pidas el plato más popular de la carta. De ese modo no comerás nada que haya estados dos años olvidado en una nevera.
Centrándonos en la creación del libro: ¿escribíais alguna especie de diario del viaje como los viejos poetas Beat?
No hubo viejos poetas Beat en este viaje. Esos tío eran geniales, pero nosotros no tomamos tantas drogas ni nos colocamos de ese modo para parecernos a esos artistas. Yo tomé varias notas en algunas paradas de la ruta, pero una vez nos sentamos a preparar el libro, escribimos los textos al mismo tiempo que elegíamos las fotos. Hemos intentado dejar espacio para que el lector lo interprete a su manera.
Para hacer un documental de estas características se necesitan muchas horas de grabación y, sobre todo, de montaje. ¿Cómo os planteasteis la edición y la banda sonora?
Queríamos que el documental fuera muy relajado y que funcionara como un contenido extra del libro. Yo no quería hacer una película porque eso comporta demasiada presión. Pero cuando me di cuenta de que podía ser un complemento del libro, entonces se convirtió en algo divertido. Mientras lo montábamos decíamos: “Pon eso aquí en medio y mantén un rato más esa escena tan extraña que no tiene ningún sentido”. La mayor parte de la música fue idea de Kellen e incluso yo me atreví a grabar varias canciones por mi cuenta. Además, ese artista llamado Slaid Cleaves también nos dejó usar su música y considero que el tema central es el suyo. Asimismo, Todd Hannigan también contribuyó con algunas piezas. Estoy contento porque la mayor parte de la banda sonora está hecha especialmente para el documental.
Una vez llegasteis de nuevo a casa, ¿qué idea os había quedado de esa California alternativa que habíais descubierto? ¿Cómo explicarías el concepto de “slow is fast”?
He llegado a la conclusión de que los límites son buenos. Cada vez que me pongo un límite es como si me despertara de golpe y deseara haberlo hecho más veces. Después de este viaje me di cuenta de que es posible vivir grandes aventuras en un radio de 100 millas de mi casa. Eso es algo muy importante porque ves que todo ese combustible gastado, el interminable jet lag y la locura que comporta ese estilo de vida moderno es realmente una falta de creatividad y de límites. A los humanos nos cuesta mucho admitir que los límites son buenos y necesarios para nuestra vida.
Para más información visitar la web de PATAGONIA.
ENGLISH:
WHEN A JOURNEY BECOMES LITERATURE AND FILM.
THE QUOTIDIAN ODDISAY OF “SLOW IS FAST”.
The greatest vital experiences don’t imply necessarily taking a flight, stamping your passport and suffering never ending layovers in airports in order to go to a distant place that can’t be found on the maps. Sometimes we only have to look around to find out that it is possible to live an adventure of epic proportions without leaving our backyard. That’s how, in September 2013, three friends who loved the waves decided to scape and make a book that reflected that introspective moment of their lives. Dan Malloy, Kanoa Zimmerman and Kellen Keene got on a train towards the north of California with only the company of their bikes, their surf boards, their backpacks, their photo cameras and a video camera to immortalize that feat. The idea was simple: travelling through the coast and stopping in farms that maintain the tradition of ecologic agriculture, while visiting emblematic beaches and riding dream waves. Not to forget that this return to the essentials implied camping in the forest or sleeping at friends’ houses they encountered on the way.
Let’s start this adventure from the beginning: how did you three (Dan Malloy, Kellen Keene and Kanoa Zimmerman) meet? Had you been involved in other projects together before?
Kellen and I met at my wedding. He came to help another friend that was shooting. Kanoa and I have a mutual friend on Hawaii.
The big question is: how the project “Slow is Fast” started? What came first, the book idea or the documentary idea? What was the deal with Patagonia?
The Idea for the trip came first, then the book, then the movie. I have lots of dumb ideas but this one came into action because Kellen got really excited about it. After I told him about the idea he just wouldn’t stop calling me. He is a commercial fisherman so he would call me every time he came in from sea. I liked this idea because we miss so much in cars and planes. On a bike you feel the temperature change and if you want music you have to sing it yourself. Every time you move forward it take a little bit of effort and I think that keeps you a little bit more awake.
Patagonia wasn’t that interested at first because I did a terrible job explaining what the trip was all about. I couldn’t explain the project because it hadn’t happened yet so it was hard for me to say it was going to be good. So we just did the trip and self funded the book at first. Then when we almost had it finished I felt like it was worth sharing and then Patagonia was able to see and the decided to publish it. I am thankful that they did because they know about business. I am the worst at business.
What was your aim before starting the trip? It seems that, after travelling all over the world, you wanted to pay attention to your home place and feel in love with it again…
Yep, that’s it. I am addicted to the feeling of travel but I also love to stay home these days. Where I live is really beautiful and rich with history and I want to learn more about it. So the idea was to change one element. Slow down. Take bikes. Hang out and don’t worry about the waves so much.
You knew you wanted to take a train up north and then travel south by bike. Did you plan which places to visit and which people to meet along the way? How many improvisation you had? We planned about half of the stops, the rest just happened.
When traveling by bike there are many many interactions with people (since you aren’t locked in your car) and there is usually a few offers a day on places to stay.
I have never had this experience in California so it was a real treat to feel welcomed here.
One of the big subjects on the project is the locally grown food communities, farming and the back to basics way of life. Do you think this is a hidden side of California nowadays? What do you remember about being with the Murch Family?
Oh, I just think that farming is the most virtueose way to live a life. Know matter how much of a city boy you are you depend on farmers 3 times a day. Know matter who you are or what you do you are very connected with agriculture. I have made it a point to learn more and be more involved. The farms in America are too big but there is a huge movement over here to scale down and take back the land from the corporations and government. I think that its much healthier culture where you live.
Another cool point of the film is when you appear surfing not crowded spots. Do you think surfing is getting back to basics again? What is the session that you remember the most of the trip?
We surfed alone a lot because we had to surf the waves that were in front us. We could not chase surf to the best spots because our bikes were slow and full of stuff. And we didnt care to because we were tired and hungry and all we wanted to do was get wet. So we just surfed and had a blast and didn’t worry to much about there being a better spot 30 miles down the coast. Surfing became much more about re-creation than shredding. Dive in the water after a 7 hour bike ride and you will know what I am talking about. It feels like the first day you were born. Like a daily baptism, like a born again human.
Travelling by bike gives you a different point of view of the landscape and the human impact on nature. Where you surprised about what you found along the way? Which was the most amazing place that you saw and why?
The most amazing thing to me was to see the difference between large scale factory farming towns and small scale organic towns. The factory farming towns are dying windswept ghost towns with scary signs saying do not enter (because of chemicals) on the fields. And the small Ag towns are amazing and welcoming with hand painted signs saying welcome.
How did you split the work for the book and the film during the trip? Did you have a strong idea of how you wanted it to look like or the visual style?
The main goal was to give people their space. Part of the idea was to see if we could make a nice book with out cramping people’s style and time. That’s why the book was the priority. You can get one photo of a person or place that says just enough. With motion you have to film so damn much. I hate that and I hate asking so much of people. So we only filmed the folks that we were really comfortable with. The book was defentily the number one goal.
I have read that at the end of the road trip you stopped by a normal restaurant and then Kellen got a bad food poisoning. How was the road trip after that? Did you learn something from that experience?
Oh, yes, Kellen did get very sick. Its funny to think about now but at the time he thought he was going to die. I think we learned that when you go to a shitty restaurant its important to order their most popular meal. That way you don’t get something that has been sitting in a freezer for 2 years.
Talking about the book: where you keeping a diary of the trip or writing like “old” beat poets along the way? What about the photos that appear in the book?
No old be poets on this one. Those guys were rad but we weren’t doing enough drugs or getting creepy enough to keep up with those guys. I took a few notes here and there and then just wrote according to the photos that we chose. We tried really hard to leave space for the reader to interpret.
Regarding the documentary: I am sure that you shot many hours of footage and interviews, but the real work was back home when editing the stuff. How did you approach the editing? Did you leave some stories out? What about the soundtrack?
The approach for the film was to keep it very loose like and extra feature. I don’t want to make a film. Its too much pressure. But the moment that I realized that it could be an extra feature for the book it became fun. It was like “ throw that in there” and “keep that weird awkward moment that dosent make sense.” A lot of the music was Kellen ideas and then I did record a few songs myself. This one guy Slaid Cleaves let us use his music. I consider it the theme. Also Todd Hannigan recorded some songs for us. A lot fo the music was made for the film.
Once you came home after the trip, what were your thoughts about that “other” California that you had discovered? How would you describe the “slow is fast” concept now after having lived it?
I just think that limits are good. Any time I limit myself it seems to wake me up so I wish I did it more often. After this trip I realized that there is an entire lifetime of adventure within 100 miles of my house . That’s a pretty big thing to realize. All this fuel, all of this jet lag, all of this craziness is basically just a lack of creativity and limits. We as humans just have a hard time admitting that limits are good for us.