Hablar De María Teresa Sánchez Campos es hacerlo de una de las decanas del arte flamenco y leyenda viva del género. Criada en uno de los barrios más emblemáticos de Málaga: El Perchel. Hija de otra artista legendaria: La Pirula. Ella es “La Cañeta de Málaga”, apodo que hereda de su padre: “Lo de Cañeta viene por mi padre, porque mi padre era un personaje que al parecer ayudaba mucho a la gente. Era muy mañoso, lo mismo te hacía de zapatero, de albañil, de carpintero…Al parecer a él le decían El Cañete, y en Andalucía cuando naces el primero el mote te lo cargan a ti, y ya me quedé con él. No me gustaba mucho al principio, es un poquito raro, pero bueno, como era mi padre algo tengo que llevar e él”.
La Cañeta se crió en un barrio gitano de Málaga, un barrio que ha dado una cantidad ingente e interesante de artistas al arte jondo a lo largo de su historia. Así relata ella su niñez: “me quede pronto sin madre, empecé a luchar con mi familia, mi abuela Pirula y mi tío el Pirulo, la familia que tenía mi madre, ellos me criaron. Empecé con mis primeras cositas en el barrio de niña. Siempre me tiraba el cante y el baile, allí siempre estaban de juerga porque esos barrios míos de Málaga – El Perchel y La Trinidad- siempre han sido muy graciosos y había mucha gente con mucho arte, y así fueron mis principios, no me daba tiempo a estudiar nada porque teníamos que buscarnos la vida como podíamos. No había comida pero éramos felices”.
Teresa pertenece a ese grupo de artistas prácticamente extinto, ese artista de vivencias y de naturalidad arrolladora que la han llevado a convertirse en una flamenca de culto en la actualidad. A sus 84 años sigue teniendo la fuerza de un ciclón y sigue poniendo en pie a la afición. Además de criarse en un barrio meramente gitano y cargado de arte, su formación vivencial se complementa en Madrid donde pasa muchos años de su vida coincidiendo con la época dorada del flamenco: “a mí siempre me impresionó Madrid en general porque la capital en aquella época era el brillante en bruto. Había una cantidad de artistas de todos los rincones de España. Había 15 tablaos de flamenco a cual mejor. Pero la mayor impresión me la llevé al entrar y encontrar a Pastora Imperio en ese tablao en la bajada que teníamos de la escalera. Esa mujer no se podía aguantar como era con la personalidad que tenía. Otra noche que me impresionó mucho fue cuando se subieron Carmen Amaya, Pilar López y Pastora allí las tres arriba, eso no se podía aguantar”.
Allá por los 80 regentó su tablao en Marbella por donde pasaban todas las figuras de la época. Es curioso comprobar cómo su mayor repercusión mediática se da en los últimos 20 años, sería difícil encontrar las claves de este hecho, pero en todos los géneros musicales se han dado casos parecidos en los que una figura no ha sido reconocida hasta su vejez; podríamos mentar al gran Ibrahim Ferrer como ejemplo. Ella nos da algunas pistas: yo antes estaba más puesta en las cosas que le gustaba a la gente: los cuplés las rumbas…Pero mi marido siempre me decía: “ “Cañeta tu puedes cantar, tu puedes cantar, canta y canta y canta…” hasta que ya empecé a cantar por derecho. Siempre lo había hecho, pero desde ese momento empecé a estudiar con él los cantes y a perfeccionarlos. Él me ha ayudado mucho, pero aparte yo tengo una gran afición, lo tengo desde muy chiquitita y he tenido la suerte de escuchar a todo el mundo, a casi todos los mejores, he estado con ellos y es la satisfacción que me queda”.
Otro hecho significativo en la trayectoria de Teresa, es que siempre ha adoptado el rol de “artista de artistas”, contando de esta manera con una legión de grandísimos del género entre su público: “Yo creo que yo he tenido una ventaja muy buena, buenísima, que siempre he sido y lo sigo siendo por suerte la artista de los artistas. Ellos conmigo se vuelven locos todos. Los artistas siempre me han adorado y admirado y yo a ellos también, me encantan, todo el que canta bien y baila bien me quita el sentío. Y los que empiezan que también lo está haciendo bien, en fin, que los artistas han sido siempre parte de mi público, y yo del suyo”.
En su día a día esta leyenda del flamenco es una mujer normal, de su casa: “Mí día a día es mi familia que la tengo cerca de mí, cuidar de mis nietos, hacer mis compras por el barrio donde todo el mundo me saluda, cocinar cuidar de mi casa. En fin, mi vida, mi casa, lo que yo siempre he deseado: una familia. La quería crear y la cree”.
A sus 84 años sus apariciones son cada vez más escasas y más ansiadas. Pero sigue teniendo cuerda para rato: “Cuando la gente me diga Cañeta está ya retirada, Cañeta se retira. Pero mientras no me eche la gente no me voy. Así que estaré ahí mientras mi Dios me de salud y mientras el público quiera seguir disfrutando de mi arte”.
Por suerte para la afición, sigue siendo una de las referencias flamencas actuales, una de esas artistas que aun es capaz de poner un teatro patas arriba, y es que el huracán Cañeta arrasa allá por donde pasa. La Cañeta es patrimonio de Málaga, reminiscencia de un barrio que puso alguno de los primeros cimientos del arte jondo y una de las artistas más grandes que tenemos en España actualmente. ¡Larga vida a La Cañeta!