Juanjo García Martín se introdujo en el mundo de la joyería de la mano de su madre apenas alcanzada la mayoría de edad con lo cual, y a pesar de su juventud, son muchos ya los años que lleva dedicado a este oficio. Entre sus intereses y aficiones, además de la joyería, siempre han ocupado un lugar destacado la música y la pintura y, probablemente, ahí radique parte de la originalidad de su propuesta dentro del panorama contemporáneo ya que sus piezas constituyen un originalísimo cruce de disciplinas. Con el tiempo, Juanjo ha ido acumulando oficio y desprendiéndose de complejos y prejuicios con lo cual su trabajo se aleja cada vez más de lo que entendemos por joyería tradicional y se aproxima a la culminación de un universo propio donde la experimentación, el colorido, la fantasía y el riesgo son los principales ingredientes.
¿Cómo te introdujiste en el mundo de la joyería y a qué edad?
Fue mi madre la que me introdujo por medio de un curso de nueves meses de duración que se impartía en un instituto privado. Era además una época en la que yo andaba un poco perdido. Y a raíz del curso, como siempre he sido un poco manitas, empecé a motivarme y vi que por ahí podía encauzar mi carrera. Y en cuanto a la edad, tendría 17 o 18 años. Por entonces también estaba bastante metido en la música. Recuerdo a veces iba a las clases con la guitarra colgada porque llegaba directamente del local o me iba luego.
¿Y te formaste más además de los nueve meses a los que has aludido?
Sí; de hecho, cuando cumplí ese periodo me quedé otro año más en la escuela haciendo un curso de alta joyería.
¿Y cuándo montaste tu propio negocio?
Completé la etapa de formación en el instituto que te comentaba y luego me contrataron allí mismo donde estuve otro año trabajando. Y ya, con la suficiente experiencia acumulada, monté mi propio taller abierto al público en mi barrio.
Y en el taller qué hacías exactamente, ¿arreglos o algo más?
Hacía arreglos y también trabajos por encargo.
¿Y ya desde el principio te atrajo la vertiente creativa del oficio?
Eso sucedió luego, tuvo que pasar algún tiempo hasta que vi que la joyería también se podía convertir en una forma de expresión como me ocurría con la música.
¿Pero recuerdas algún momento que fuese crucial en ese sentido?
Fue más bien ojeando libros y viendo piezas más contemporáneas que me permitieron descubrir algo que iba más allá de la joyería clásica, un lenguaje que sintonizaba mejor con mis gustos estéticos y mi universo particular. Con lo clásico me ocurría que me sentía encorsetado, que entendía que me no iba a permitir mucho margen de movimiento, y a mí siempre me ha interesado la libertad para crear lo que se me pasase por la cabeza. Entonces, cuando descubrí la joyería contemporánea lo que intuí fue un mundo lleno de posibilidades, así que podría decirse que ahí fue cuando el gusanillo de la joyería ya me atrapó del todo. Y hasta el día de hoy.
El taller que tenías en el barrio terminaste cerrándolo.
Sí, porque vino la crisis y en el taller no tenía intimidad y yo necesitaba más intimidad para intentar desarrollar algo y no estar siendo todo el rato interrumpido por los clientes.
De todos modos, entiendo que el hecho de dedicarte durante mucho tiempo a los arreglos te debió servir para depurar la técnica, lo cual te ha permitido luego desarrollar piezas tan originales y complejas.
La técnica ya la traía del curso pero es verdad que luego la experiencia del taller termina curtiendo mucho. Te da mucha soltura y confianza.
¿Y recuerdas la primera creación que hiciste?
Creo que fue un llavero en oro blanco con cuernos de jabalí.
En el caso de la joyería, a la hora de crear una obra, te ves condicionado por los materiales a los que puedas acceder o te puedas permitir comprar. ¿Cómo lidias con eso?
Antes tenía que tenerlo mucho en cuenta y los quebraderos de cabeza eran mayores porque empleaba más piedras a la hora de elaborar las piezas y materiales más caros en general. Ahora el trabajo que estoy haciendo emplea materiales relativamente sencillos pero que, al mismo tiempo, son más difíciles de encontrar dentro de la joyería de autor donde la gente sigue empleando más o menos los mismos materiales de siempre. Volviendo a mi relación con lo tradicional, hubo un tiempo en el que me detuve a pensar y decidí descartar los materiales tradicionales, el oro, la plata, y me decanté por materiales más baratos para poder experimentar más y mejor. Así que es cierto que le doy vueltas a esta cuestión. También era consciente de que, cambiando los materiales, iba a llegar a resultados totalmente distintos.
Viendo tus trabajos se ve una evolución clara en los materiales pero también en las formas. Las piezas en general cada vez son más surreales y se acercan a la relojería o imitan formas de edificios o esculturas.
De un tiempo a esta parte, estoy trabajando mucho sobre superficies planas (sobre todo en el caso de los broches) que me sirven como base y entonces es más como si trabajase sobre un lienzo lo que conecta con mi afición por la pintura. A raíz de ahí, le meto luces intentando que tenga alguna especie de vida interior que te sorprenda. Lo que estoy preparando nuevo va todo con luces y es más sofisticado. Mi idea es seguir por esa línea porque creo que es un campo en el que no se ha investigado mucho y es como si la pieza tuviese dos caras, una cuando permanece apagada y otra cuando se ilumina. Y me interesa esa ambivalencia.
En el desarrollo de esa colección de la que hablas en la que has introducido luces en las piezas, ¿qué ha sido lo más complicado?
Me he encontrado obstáculos que salvar como por ejemplo el tema de la electrónica interna de piezas tan pequeñas, problemas con algunos pegamentos para que quedara bien la pieza, que no hubiera burbujas. Y en este sentido yo soy muy autodidacta y entonces he ido aprendiendo con prueba, error. Hay mucho trabajo de investigación. Ten en cuenta que, cuando hay poca gente trabajando estos materiales en joyería, tampoco cuentas con nadie a quien consultar o pedir ayuda.
El título de tu colección “Mares de asfalto” (que vienes precisamente de presentar en Barcelona) alude si no me equivoco a la ciudad, ¿qué importancia tiene la ciudad en tu obra reciente?
Sí, efectivamente la colección gira en torno a las ciudades y todo lo que albergan, sus gentes mezclándose cada uno cargando con su propia historia, sus edificios cuyas fachadas reflejan el paso del tiempo. La ciudad es mi hábitat y nunca dejo de descubrir cosas fascinantes mientras paseo. En Mares de Asfalto he querido meter todo eso.
Tocas más palos a pesar de que, como decías, de niño ya te gustaba mucho trabajar con las manos. Pero haces música y pintas y creo que esas otras disciplinas saltan a tus piezas y es fácil detectarlas.
Sí, he intentado no separar las disciplinas sino que unas beban de otras. El componente pictórico de mis piezas salta a la vista y la música la uso como una fuente de inspiración también. De hecho, tuve un profesor de pintura que me influyó también mucho a la hora decantarme por la ciudad como tema.
Has asistido a algunas ferias tanto fuera como dentro de España. ¿Cuál ha sido tu experiencia en general?
Pues muy variada. Hay que estar en las ferias para que tu trabajo tenga visibilidad pero también hay que saber escogerlas. Por ejemplo, esta entrevista se publica cuando, como decías, acabo de regresar de presentar la colección Mares de Asfalto en el museo del diseño de Barcelona dentro del Marco JOYA. Para mí era muy importante estar en esta feria ya que es más contemporánea y mi trabajo encaja muy bien. También sirve para hacer contactos. Por ejemplo, estuve hace no mucho en una feria en Francia y esa posibilidad surgió por Instagram. También he estado en Múnich, Rumanía, etcétera.
¿Y cómo es el tema ventas?
Eso depende mucho de la suerte. Unas veces se vende mucho y otras nada.
¿Y tu experiencia con los concursos? En tu currículum consta que has obtenido una larga lista de reconocimientos.
No me entusiasma la idea de presentarme pero es otra forma de dar a conocer tu trabajo, así que me he presentado a más de uno y he obtenido algún reconocimiento lo cual también te da moral para seguir adelante.
¿Te has planteado alguna vez trabajar para otra firma? Te lo digo porque entiendo que debe de ser muy complicado ganarse la vida haciendo joyería de autor contemporánea.
No busco trabajar para otros porque creo que limitaría mi libertad creativa y, si no hago lo que quiero, para mí perdería sentido este trabajo. En mi caso la libertad para experimentar es esencial. Y, como comentas, yo creo que casi nadie come de la joyería contemporánea, al menos no dedicándose exclusivamente a hacer piezas y vendiéndolas sino que lo que suele dar dinero es dedicarte a dar cursos.
Y cómo está el panorama de la joyería contemporánea en tu ciudad.
En Málaga no hay nada; para comer boquerones e irte de cañas al paseo marítimo muy bien pero de joyería de este tipo nada. Mucho Soho y todo lo que tú quieras pero al final casi todo sigue estando enfocado a la hostelería y al turista pero nada consistente que se salga un poquito de lo normal. Como en muchos otros ámbitos, si te dedicas a esto tienes que mirar hacia fuera que es lo que yo llevo haciendo casi desde mis comienzos.
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