Ciertos libros desprenden un aura especial y piden a gritos que alguna productora de Hollywood los convierta en una serie de televisión. Precisamente esto es lo que llevaban mucho tiempo soñando los aficionados al género negro respecto a “Quarry”, una novela escrita por Max Allan Collins en 1976 que gozó de cierto éxito en el momento de su lanzamiento. Pero tuvieron que pasar varias décadas y muchas modas hasta que el canal norteamericano Cinemax anunció esta adaptación a finales de 2016 y se convirtió en una de los estrenos más desapercibidos de aquella temporada. La historia resulta inconfundible y empieza con la calma antes de la tormenta. En verano de 1972, Mac Conway regresa a Memphis después de haber combatido en Vietnam y sueña con ver a su esposa, nadar en la piscina de su casa, escuchar los discos de Otis Redding y encontrar un trabajo que le permita olvidar los horrores de la guerra. Sin embargo, las cosas han cambiado mucho en aquella ciudad sureña desde que partió hacia el Sureste Asiático. En las calles sigue imperando la segregación racial, los jóvenes se oponen a las políticas belicistas del gobierno de Nixon y los mayores damnificados son los soldados que vuelven a su hogar sintiéndose rechazados por la sociedad. Ya no son vistos como héroes, sino como cómplices de una absurda contienda imperialista. En medio de este panorama tan desolador, el protagonista se ve obligado a buscarse la vida de manera desesperada, aunque esto implique fiarse de un mafioso llamado The Broker y adentrase en el mundo del crimen. A pesar de que cancelaron su emisión después de una única temporada, “Quarry” se ha consagrado como una obra de culto y no hay nadie mejor que Greg Yaitanes (su director) para que nos descubra los entresijos de una serie que esconde más secretos de los que aparenta.
La mayoría de entrevistas a directores acostumbran a centrarse en sus últimos estrenos, pero “Quarry” fue cancelada hace ya dos años. ¿Te sorprende que siga hablándose de este trabajo?
Me alegro de que varios años después la serie todavía siga generando interés. Es curioso porque “Quarry” se vio atrapada en un momento de transición dentro de la cúpula de HBO, que es la propietaria de Cinemax, y, aunque habíamos desarrollado la segunda temporada entera, nunca llegamos a producirla. Habrían sido 6 episodios más. Realmente teníamos los borradores de los guiones y nos habían asignado un espacio de trabajo, pero lo abandonamos al saber que la serie no continuaría. Fue una decepción porque me habría encantado ver hacia donde nos habría llevado. Supongo que, imaginando que esto podía suceder, traté de hacer la primera temporada autoconcluyente. Así resulta satisfactoria para el público.
Antes de adentrarnos en esta historia tan fascinante, te propongo viajar a los inicios de tu carrera. ¿Qué recuerdas de tu época como estudiante de cine en Los Ángeles a finales de los años 80?
Cuando vivía en Massachusetts estaba obsesionado por el cine y me lo tomé muy en serio al final de la adolescencia. Con 14 años empecé a rodar cortometrajes y lo que más me apasionaba eran los thrillers. Era el género en el que me sentía cómodo y me encantaban aquellas películas, sobre todo las primeras de Allan Parker, Adrian Lyne y Bernard Rose, sin olvidar la influencia de Terry Gilliam. Me interesaba la idea de combinar los aspectos cinematográficos con la música, el diseño de sonido, las actuaciones y el guión. Y también ver cómo el director puede crear tensión, estados de ánimo y suspense. Ten en cuenta que el cine independiente justo estaba empezando y “El Mariachi” fue realmente la película que cambió la industria. Yo había rodado un cortometraje al salir de la escuela de cine, pero Robert Rodríguez había hecho un largometraje con un presupuesto de 7.000 dólares que consiguió ofreciendo su cuerpo a la ciencia. De la noche a la mañana, aquella obra cambió las expectativas de lo que podía lograrse. Fue una época muy excitante, conseguí un agente gracias a mi cortometraje y firmé un contrato para tres películas con Warner Brothers, pero las cosas no avanzaron y no pude rodar ninguna. Entonces decidí pasar a la televisión.
Supongo que aprendiste muchas cosas trabajando en series de televisión porque era un ambiente creativo distinto, los rodajes iban más deprisa y los presupuestos eran más ajustados…
En seguida aprendí que en televisión podía trabajar con Joel Silver, Jerry Bruckheimer y Sam Raimi en tan solo un año. Ese medio se convirtió en una manera de conocer a mucha gente y tener la oportunidad de trabajar con profesionales a los que admiraba gracias a sus trabajos en otros ámbitos. Como es normal, me adapté a la velocidad de los rodajes y a ser eficiente. Así pude dejar mi huella desde el principio. Ten en cuenta que, a principios de los años 90, había muchas series de televisión de género que funcionaban de manera sindicada en los Estados Unidos. Eran las que tenían más salida comercial, aunque debías rodar los capítulos rápido y ser original. La contrapartida era que disfrutabas de cierta libertad porque debías terminarlos fuera como fuera. No podías malgastar ni dinero ni tiempo, pero podías buscar maneras ingeniosas de plantear las escenas.
¿Cuándo te enteraste de que el canal Cinemax estaba desarrollando la serie de “Quarry” basada en las famosas novelas de Max Allan Collins? ¿En qué momento te involucraste en el proyecto?
Entonces trabajaba como productor y director de una serie de Cinemax que se llamaba “Banshee”. Por aquellas mismas fechas, Cinemax había encargado el piloto de “Quarry” al director John Hillcoat y estaban atascados en el proceso de edición. John es un cineasta con mucho talento, pero su manera de trabajar no se adaptaba a la televisión porque es una forma de arte distinta al cine. Se parecen un poco, aunque son muy diferentes. Resulta que me dejaron mirar la primera versión del capítulo, me gustó bastante y escribí una carta muy positiva sobre el proyecto porque creía que era emocionante. Detecté cuáles eran los problemas y todos podían solucionarse. Cinemax se tomó su tiempo y, al cabo de unos días, me llamaron diciendo: “Íbamos a descartarlo, pero si tú estás interesado, nos gustaría llevarlo a cabo contigo y que te involucraras como líder”. Yo no quería abandonar “Banshee”, pero resulta que era posible hacer ambos proyectos. Me reuní con los creativos y fue una buena idea. Volvimos a rodar el piloto y sólo aprovechamos un par de planos del original.
Por curiosidad, ¿te ofrecieron desde el principio la oportunidad de dirigir todos los capítulos de la temporada? Imagino que eso fue un gran reto profesional en aquel momento de tu carrera…
Exacto, eso era una parte del trato. Al principio me resistí porque, habiendo realizado episodios sueltos en otras series, sabía el trabajo que eso significaba. Pero Cinemax había tenido una gran experiencia con “The Knick” dirigida por Steven Soderbergh y quería a un director que aportara una visión única al proyecto, además de contribuir en los guiones porque la temporada todavía no estaba escrita. Una parte de mi participación en “Banshee” había consistido en desarrollar las temporadas junto a Jonathan Tropper y querían repetir el mismo tipo de colaboración en “Quary” con los creadores y guionistas Michael D. Fuller y Graham Gordy. Además, en Cinemax estaban muy interesados por la música, la época y la cultura del sur de los Estados Unidos, especialmente la influencia de David Porter, de Stax Records y de lo que sucedía en la escena musical a principios de los años 70. Era una manera de unir la pasión que todos sentíamos por aquella época y se convirtió en un período muy interesante de representar.
La primera cosa que llama la atención es la ubicación de la trama en la ciudad de Memphis en el caótico año de 1972. ¿Por qué crees que aquel lugar y aquella época fueron tan especiales?
“Quarry” sucede cinco años después del asesinato de Martin Luther King y fue un proceso fascinante viajar allí para documentarnos. Los guionistas son del sur y siempre tuvieron claro que aquella ciudad había cambiado mucho después de aquel trágico acontecimiento. Una vez allí te das realmente cuenta por qué. Fui a Memphis a entrevistar a gente que había vivido aquella época y era como si el alma de la ciudad se hubiera roto. Todavía era un lugar con mucha vitalidad, pero estaba envuelta en una nube de melancolía. Eso formaba una textura emocional muy interesante y la gente no paraba de hablar de ello. Era muy interesante intentar reflejar esas contradicciones. Igual que sucedía con la música, todavía se apreciaba cierta melancolía.
Otro elemento esencial de la serie es la presencia de música, tanto en las actuaciones en directo como en los discos de vinilo que aparecen en varias escenas. ¿Cómo surgió esta idea tan sutil?
Kary Antholis, presidente de Cinemax, quería que eso formara parte de la serie. Cuando vas a Memphis, incluso en la actualidad, no puedes dar un paso sin encontrar un bar con música en directo. Ya había estado antes en la ciudad, pero al regresar me di cuenta de eso y quería reflejarlo. Entonces hablé con Neophonic, la empresa que se encargó de la supervisión musical de “Banshee”, y le propuse la idea de grabar la música de “Quarry” en directo. Y estoy convencido de que eso aporta una energía particular a la serie. Las actuaciones que ves en cada episodio son en directo y rodamos un video entero para cada una de las canciones. Además, hicimos 4 horas de material adicional que muy poca gente ha visto, sobre todo escenas eliminadas y cosas de ese tipo.
Imagino que el departamento de producción tuvo que esforzarse mucho para recrear de manera correcta aquella época tan emblemática y que pareciera creíble en la pequeña pantalla…
Solo estuvimos tres días rodando en Memphis, contamos con la ayuda de la Historical Society y recreamos el Peabody Hotel. Mi reto consistía en que toda la gente que hubiera estado allí en 1972 pudiera mirar el perfil de los edificios que aparecen en la serie y darse cuenta de que los habíamos recreado a la perfección. Fue curioso porque el Memphis de 1972 realmente existe en Nueva Orleans y nos desplazamos hasta allí para rodar la mayor parte de “Quarry”. La imagen de las casas y la textura del Memphis de aquella época han permanecido congelados en el tiempo en esa otra ciudad. Además, el puente de Memphis-Arkansas se estaba construyendo en 1972 y lo utilizamos como símbolo de la progresión del personaje de Mac a lo largo de la temporada.
Una de las señas de identidad de “Quarry” son los espectaculares planos secuencia que incluyes en cada episodio. ¿Te los planteaste como una manera de romper las expectativas del público?
El presidente de Cinemax sabía que había un director de cine en mi interior y que todavía no le habían dado la oportunidad de aparecer. En televisión tienes que complacer los intereses de mucha gente y esto significa que debes ajustarte a un calendario de trabajo muy ajustado para conseguir los planos necesarios para el montaje. Sin embargo, él quería que en “Quarry” me liberara de todas esas convenciones y acepte el reto. Una de las decisiones que tomé era dejar que las escenas se desarrollaran sin demasiados cortes y que el público decidiera hacia donde mirar o a qué personaje seguir. Por este motivo cada episodio tiene un plano secuencia largo. Cuando leí la secuencia de Quan Thang supe que era el primer cineasta de mi generación que trataba el tema de la Guerra de Vietnam. Todo lo que se había hecho anteriormente estaba dirigido por gente que había vivido aquella época. Esta idea me intimidaba y, por este motivo, quería ser muy preciso. Entonces surgió la idea del plano secuencia y lo trasladé al lenguaje visual de toda la serie porque había otras oportunidades de aplicarlo. Por ejemplo, cuando Mac regresa a casa quería que viéramos su punto de vista, no el de Joni. También hice la secuencia del autobús de ese modo para que nunca puedas apartarte de lo que sucede y sientas que estás allí como un testigo. Bud Kemp, el operador de cámara principal, hizo un trabajo increíble y es un gran narrador por méritos propios. Así que les concedo tanto a él como a Logan Marshall-Green el mérito de realizar esas coreografías y permitirme contar las historia de ese modo. Miré muchos planos secuencia y no deseaba llamar la atención… quería que mi intervención como director fuera invisible.
Una de las cosas que no pasan desapercibidas es la excelente química que hubo entre los protagonistas, Logan Marshall-Green y Jodi Balfour. ¿Hicisteis muchos ensayos antes del rodaje?
Los episodios 4 y 8 son mis favoritos. También ccreo que Jodi hace un trabajo maravilloso en el episodio 3 al lograr que pareciera real y transmitiera la sensación de terror que tienes al luchar por tu vida cuando no eres una heroína de acción. El plano secuencia de la pelea con Suggs en la cabaña de pescadores es tan terrorífico porque, como espectadores, no nos deja participar en lo que vemos. Ella sólo trata de agarrar algo con lo que defenderse. Jodi acabó emocionalmente muy agotada de aquella experiencia porque tuvimos que repetir la secuencia 12 veces y resulta muy complicado mantener el nivel de concentración que tuvo. Logan ya estaba confirmado para la serie y tuvimos que hacer una audición con tres actrices, pero su química con Jodi fue evidente de inmediato y eso encendió sus interpretaciones. Hicimos varios ensayos pequeños para anticiparnos a cosas que pudieran pasar y no encontrárnoslas el día del rodaje. El episodio 4 es el que más ensayamos porque es un mano a mano entre ambos.
Si quitásemos los elementos de género negro, aún tendríamos una de las historias de amor más potentes de los últimos años. Incluso puede que el tema central sea la falta de comunicación…
Me gusta hablar con periodistas extranjeros porque entendéis el tema de la serie. Así es como yo explicaría “Quarry” a la gente. Del mismo modo que no entiendo “Rocky” como una película de boxeo, sino como una historia de amor. Intenté aplicar la misma filosofía a este proyecto. Recurro a un formato de género negro para explicar una historia de amor que realmente trata sobre los secretos que guardamos y el impacto de sus consecuencias, mezclado con un matrimonio que está desmoronándose. Fui capaz de representar diversas relaciones que he experimentado o presenciado personalmente. En esta historia de amor hay mucho de mis abuelos, de mis padres y de mí mismo. No podría coincidir más con tu punto de vista porque la idea era esconder una historia de amor dentro de un relato criminal.
Los guionistas integraron hechos reales en la trama de cada episodio, como las Olimpiadas de Múnich de 1972 o el primer disco de Big Star. ¿Cómo planteasteis estos guiños históricos?
Intentamos hacerlo de un modo que no fuera muy forzado. Por ejemplo, yo no miro las noticias cada día, sino que me entero de lo que sucede de pasada, ya sea en la televisión de un restaurante o a través de otra persona que me lo cuenta. Queríamos introducir esos pequeños detalles para que todos aquellos que están familiarizados con la época y saben lo que sucedía en el mundo, pero siempre con cierta distancia. Debían ser cosas que directamente afectaron a Memphis o al país. Memphis era una ciudad vibrante, aunque el hecho de que Martin Luther King estuviera allí cuando lo asesinaron fue algo de lo que nunca se han recuperado. Y nos interesaba lanzar la idea de que eso puede suceder de nuevo, incluso hoy en día, pero sin profundizar demasiado en ello.
La segregación racial es otro de los temas que aparecen de manera destacada a lo largo de la serie. ¿Quisiste abordarlo de alguna manera específica para evitar los tópicos habituales?
Lo más triste de todo es que la segregación y el racismo seguían muy presentes en el sur de los Estados Unidos mientras rodábamos la serie. Era doloroso contemplar que ciertas cosas apenas han cambiado con el paso de los años. Puede que viniendo de Los Ángeles fuera más sensible a este tema porque allí no existe de ese modo. Habíamos desarrollado la historia personal de Mac, en la que destaca su amor por la música soul y el góspel, y que todo eso proviene de su madre. No quería recrearme en el hecho de que él no tiene prejuicios raciales. Para Mac es algo natural y no hacía falta tratarlo como a un tío raro para la época. Es un detalle más de su personalidad, igual que el hecho de vivir la experiencia de la guerra. Graham Gordy me habló del libro “What it is like to go to war” e intentamos reflejar algunos de los pasajes en la relación de Mac con su compañero afroamericano.
Personalmente me pareció muy romántico que el personaje de Mac Conway estuviera tan obsesionado con las piscinas y la natación. ¿Era una manera de hablar de la “purificación”?
Sí, tiene ese aspecto de “purificación” y el agua es otro tema en sí mismo a lo largo de la serie. En el sur está el río Mississippi y su fuerza atraviesa la ciudad de Memphis con una enorme ferocidad. El Gran Cañón del Colorado y el río Mississippi son los dos lugares que me han dejado sin respiración. La idea de que estuviera metido en el agua al principio de la serie era casi como un bautizo del cuerpo que se desplaza. Se trata de una metáfora, pero creo que tanto Michael D. Fuller como Graham Gordy pueden hablar mejor sobre esa idea que yo, que simplemente la cogí para representarla. El agua está presente en toda la historia de Mac, ya sea en la entrevista para hacer de monitor de natación como al final nadando en el río ya convertido en un asesino.
Es evidente que os planteasteis terminar cada episodio con un momento inesperado que marcara sutilmente el destino de cada personaje. Por ejemplo, cuando Joni coge la mano de Mac…
Como vengo del medio televisivo, me encanta la idea de trabajar en un género que te permita atrapar a la gente para el próximo capítulo. En el caso de “Quarry” no se trata tanto de agarra al espectador, sino de ofrecer un instante emocional en el que te preguntas qué harán a continuación. Cuando Joni coge la mano de Mac era una imagen que no podía quitarme de la cabeza. Forma parte del episodio 4, en el que tuve mucha responsabilidad. Quería que fuera como una cápsula aislada, por este motivo pensamos que llevar a los personajes a un motel perdido en medio de la nada sería una buena manera de hacer avanzar las tramas. Creo que ese episodio pertenece por completo a Logan y a Jodi. Pasamos una semana viviendo y rodando en ese motel, que se encuentra en un pueblo muy alejado de Nueva Orleans. Creo que como espectador no sabes hacia donde te llevarán esos momentos inesperados y son un alarde de guión y de interpretación.
Cuándo hablamos por primera vez, me comentaste que “Quarry” sigue siendo tu trabajo favorito entre todos los que has realizado. ¿Qué aprendiste gracias a esta historia con ecos sureños?
Me sentí conectado a este proyecto a nivel personal y creo que si alguien quiere verme como director de cine, “Quarry” es la expresión más pura de mi trabajo. Me refiero al trabajo realizado y a cómo trasladé la historia a la pequeña pantalla. Tuve mucha libertad para tomar decisiones que, habitualmente, no tienes la oportunidad de tomar en este medio, como mínimo en aquellos días. También estoy muy orgulloso de “Manhunt: Unabomber”, pero es un tipo de serie distinto y requirió poner en práctica otras ideas. Me gusta “Quarry” desde un punto de vista de expresión artística en mi vida y en mi carrera. Aprendí a buscar un mejor equilibrio entre el trabajo y la vida personal. No puedo dedicar tantas horas al trabajo porque tengo una familia con tres hijos y creo que también hay que cuidar de esos otros aspectos. Ahora puedo mantener el mismo nivel de compromiso con el trabajo sin desaparecer por completo.
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